Los cronistas del desierto no han sido muy generosos con las mujeres en la histórica gesta del norte, más bien las han omitido. Otros señores machistas de las letras ubican a las damas como simples acompañantes o las arrinconan, para bien o mal, en el reparto de picarescas meretrices.
Para pagar un mínimo de la deuda, retrocedamos en el tiempo para hallar la historia de dos mujeres extraordinarias.
La primera de ellas es Carmela Pastenes, una doña para escribir una de esas novelas históricas u obras de teatro que tanto gustan por estos lados.
La doña falleció en Chuquicamata a la edad de 132 años, un antecedente que la puede ubicar entre las chilenas más perdurables.
La otra doña es Eloísa Zurita, destacada cronista de diarios como el ABC, La Vanguardia o El Mercurio de Antofagasta, además de benefactora y hasta considerada como “socióloga”. Eloísa fue una de las primeras en luchar por los derechos de las mujeres.
carmelo en la guerra
Ochenta años tenía doña Camela Pastenes cuando su hijo murió en la Guerra del Pacífico. Deseosa de vengarlo, la señora se enroló como soldado en el Regimiento Coquimbo, usando el nombre de Carmelo. Herida en un combate cerca de Huara, al norte de Iquique, se descubrió en la ambulancia su verdadero sexo; Carmelo era una mujer, una anciana.
Todos quedaron sorprendido.
Terminó la campaña como cantinera en el ejército y después viajó por Europa como niñera de los hijos de don Enrique Sloman; el mismo señor alemán que construyó el célebre tranque a pocos kilómetros de Quillagua.
La doña terminó sus días en el mineral de Chuquicamata, donde por su “experiencia en la vida” servía como “médica y compositora”.
Un periodista del diario “El Abecé”, escribe esto sobre la señora, a modo de obituario (el registro es conservado por el periodista José “Pepe” Ledezma).
Carmela Pastenes viuda de Opazo murió a las tres de la madrugada del 19 de marzo, rindiéndole honores Carabineros y pronunciando discursos en el cementerio un profesor primario, escolares y deportistas.
Nació en Arauco el 16 de julio de 1800. Así constó en su deceso según el Registro de Defunción de Chuqui.
Casada, tuvo un hijo que se enroló como corneta en el Ejército de 1879, murió en la batalla de Dolores. Cuando lo supo (ella), con 80 años, decidió vengarse. Vigorosa, como mujer criada en las selvas sureñas, adoptó el traje masculino y se enroló en el Batallón Coquimbo, sin que nadie imaginara que ese ardoroso soldado era en realidad una mujer y sólo vivía pensando en la venganza. Participó, con suerte, en varias acciones hasta caer herida en una escaramuza que se produjo en el puente “El Lagarto”, en las cercanías del pequeño pueblo de Huara.
Con la pierna perforada por una bala, se resistía a ser atendida, hasta que los estupefactos cirujanos descubrieron su condición femenina.
Luego de numerosas reuniones, el propio general Baquedano la autorizó para que continuara adscrita al Ejército como cantinera. Después pasó al cuartel general. Entró con las tropas a Lima, luego de varias acciones y luego fue licenciada.
Terminada la guerra se radicó en Tocopilla. Viuda, pues su marido había fallecido en el pueblo coquimbano de La Higuera. Entró al servicio del industrial salitrero Enrique Sloman quien, incluso, la llevó a Europa como niñera de sus hijos. En 1917 se radicó en Chuquicamata y sus historias fueron ratificadas por muchos vecinos que la conocieron.
Primera feminista
Eloísa Zurita nació en Cobija. Si bien hay dudas en la fecha su nacimiento, el investigador y ensayista Sergio Gaytán calcula que fue en 1875.
Afirma que Eloísa está considerada como la primera feminista del Norte de Chile. “La suya es una vida muy interesante pues es transversal a hechos y visitas en Antofagasta. En 1906 ella atraviesa la masacre del martes 6 de febrero -conocida como de la Plaza Colón-, pues defiende el punto de vista de los obreros”.
Por esas cosas del destino tres días después de la revuelta su marido, Adolfo Vergara Quinteros, es asesinado. Respecto a esto, Gaytán afirma que el señor fue asesinado por muerte selectiva, pues la ciudad mantenía toque de queda.
Paralelamente Eloísa Zurita organizó desfiles para los Veteranos del 79 (Guerra del Pacífico), como también fundó la primera sociedad de socorros mutuos y logró construir en el Cementerio, un mausoleo para que sus socias fueran dignamente enterradas. En ese momento la ciudad tenía una sola carroza, no obstante el empeño de Eloísa logró adquirir un carro mortuorio, asunto que provocó toda una polémica de parte de la sociedad de la época
“También realizó una campaña para que la torre de la iglesia San Francisco tuviera un reloj”.
En 1909, Eloísa ya formaba parte de la Logia Teosófica “Destellos” -Gabriela Mistral habla de este logia, pero con el nombre “Destelles”-.
“Con estos antecedentes se construye una imagen enorme, sin embargo los hechos trágicos la persiguieron. A la muerte de su marido, se le sumó el fallecimiento de su hija Lindaura, violinista, a los 17 años”, afirma Gaytán.
escritoras
En tanto, otras mujeres con los méritos suficientes para sumarse a las destacadas de principio del siglo XX, son las damiselas: Zoila Esmeralda Marina Zenteno -hija del primer gobernador de Antofagasta, Nicanor Zenteno- Urízar, quien literariamente usó el seudónimo de “Vera Zouroff”.
Ella nació en 1880 y publicó su primer libro en 1916. Vera Zouroff puede considerarse la primera escritora nortina.
Dinka Ilic, por su parte, nació en Antofagasta en 1889. Ella desarrolló su primera etapa en Chuquicamata, donde publicó un libro.
Luego se introdujo en la novela y la dramaturgia. “Indistintamente en su obra, muestra paisajes nortinos y de la costa, por ejemplo, tiene un canto al amor”, afirma el profesor Gaytán.
Los testimonios de mujeres destacadas o líderes en una región particularmente machista (por efecto de la minería), aparecen a la vuelta de la esquina; es asunto de investigar.
En tanto basta revisar la historia reciente para darse cuenta el liderazgo que hoy mantienen las mujeres; por ejemplo: de una alcaldesa se pasó a otra.