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Ser cabeza negra en Europa. entrevista al escritor Neftalí Milfuegos.

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Pablo Palacios usa el seudónimo Neftalí Milfuegos en la literatura. La semana pasada  presentó en Filsa, su novela “Ráfaga y latidos”, a través de Ril Editores,  (que es la versión traducida de Tankar mellan hjärtslag, que cosechó positivas críticas en Sueca). Pablo Palacios es sueco chileno, con una fuerte conexión con Valparaíso, donde tiene familia pues su padre emigró de aquí al país europeo. Su madre es sueca.
-¿Por qué te interesó la literatura?
-Surgió cuando estuve en secundaria, cuando un profesor sueco me abrió un mundo diferente. Fue la primera vez que me interesó la literatura. Era un mundo que había estado cerrado porque vivía un mundo sueco. Ser cabeza negra en Suecia te marca profundamente. Te identificas como alguien que existe afuera del sistema. Si no eres de una familia muy educada porque hay inmigrantes que llegan a Suecia con padres académicos, pero yo no los tuve. Hay que encontrar el equilibrio pues no te sientes sueco y ni te miran como sueco, y así vas creando tu propia identidad. Hay barrios donde viven inmigrantes. La segregación es brígida. Yo no viví en eso, porque tuve mi mamá sueca, así fui criado en barrio sueco, con amigos blancos, donde no habían muchos inmigrantes. Al final uno se pregunta ¿Quién soy yo?. La literatura surge ahí.
-Al final sentí que había una pared que no se puede penetrar. Fui internalizando el racismo y así valoré mi propio ser a través de los ojos de los otros. Al final ser inmigrante en Europa determina a odiarse uno mismo, a tener complejos de inferioridad, pues todas las imágenes que te da la sociedad de belleza, desarrollo y alegría. Todas esas imágenes son de niños blancos. En la vida con mi madre que era sueca no había problemas, pero con mi padre, siempre hubo cesantía. Uno entiende porque estaba cesante. Tenía pega y lo echaban, y así sucesivamente. Tenía amigos inmigrantes y era lo mismo. Al final se crea un ellos y nosotros bien fuerte. El modismo es diferente, entre el sueco y el inmigrante. Ahora en Suecia y Europa, hay una cantidad importante de árabes, etíopes, chilenos y de todo el mundo; al final el idioma va cambiando. Al igual que el modismo flaite en Chile, el idioma de los inmigrantes es mal mirado, pero es el idioma de la calle que da la identidad. Al final era estar en dos mundos y los manejaba.
-El libro para mí fue una confrontación con todo esto; la idea nunca fue escribir un libro. A los 18 años me vine para acá la primera vez porque sentía que tenía que venir, pues pensé que estaban las respuestas a todas mis preguntas. Me vine a los 18 y se me generó una confrontación pues yo tenía una imagen romántica de Chile y entonces me di cuenta que no era chileno, y en Suecia no era sueco.
libro
-Como fue la acogida del libro en Suecia
-Sí, especialmente con las personas de mi generación. Los libros no venden hoy. Si no estás escribiendo las novelas de thriller, eso es lo que vende. Más que nada entretención como las películas de Hollywood y no lectura. Quienes han sentido lo mismo se acercaron y me hablaron.
-La novela la comencé a escribir en sueco, que es el idioma que manejo. El sueco a diferencia del español tiene su riqueza que no se puede comparar con el español que es un idioma grande. En Suecia somos 9 millones de habitantes, pero igual tiene su riqueza. El sueco es el idioma del opresor.
La historia sueca está llena de matanzas, de opresión y ocupación de territorio muy grande. Suecia fue un país guerrero por cuatrocientos años. En Suecia hay una idea de que es un país tolerante, anti racista que nunca fue racista, es muy difícil hablar de racismo; pero al otro lado Suecia fue el país que creó la ideología racista, fundó la ideología como ciencia. Fue el primer país que tuvo un instituto dedicado a la ciencia de razas. Suecia se proclamó el país más blanco del mundo.
-Y Suecia todavía no reconoce su historia racista y es muy difícil hablar de esas cosas. Suecia vive una imagen de un país organizado de trabajadores, que cambió de pobreza a hacer un país desarrollado, sin guerra, sin pobreza, con educación gratuita y lo fue por un tiempo por la lucha social, pero eso se perdió y hay una imagen de país solidario, pero no es. Hoy vivimos un tiempo de confrontación. Está el conflicto de nuestros padres que agradecen al primer ministro de Suecia Olof Palme. Suecia creó su imagen como país a través de él, y lo mataron. La generación de mis padres y los chilenos exiliados se siente con una deuda que pagar con Suecia. El problema con nuestra generación es que nacimos, no sentimos que estamos en deuda, sino que es nuestro derecho estar ahí y que Suecia.
Se está creando una ola de confrontación en Europa que será el nuevo capítulo, o sea Europa está pagando por lo que ha hecho en su historia. Se creó Europa con la riqueza de los otros mundos y ahora los otros mundos quieren parte de esa riqueza. Los que no pueden se van a Europa. Los inmigrantes llevan la discusión del cambio social y los países como Suecia, sienten una gran amenaza. Le tienen miedo a los inmigrantes, porque se está averiando una nación y estos países tiene la filosofía de sangre y tierra que es una vieja filosofía alemana y que ha sido exportada también a Latinoamérica, como a Chile.

foto: Alvaro Camacho. 

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