El joven surfista concluye que el intenso aroma a marihuana viene desde arriba e indica con la mano. La breve playa “El Cuadro”, de mar enérgico, está cortada por un carcomido muro de piedra que se encarama hasta un mirador. Los jóvenes suben a ver si pueden comprar algo y de esa manera, continuar esa tarde perfecta entre humo y olas.
A pesar de haberlo visto casi todo en los carretes, la imagen perturba a los chicos que llevan piel de goma. Al hombre que está ahí lo conocen; peor, lo han visto por la tele con un ramo de flores en la mano haciendo un gesto idiota a Doña Florinda o haciéndole clases a exaltados mocosos Godinez.
Lo observan y no lo pueden creer. Primero entienden que un pito de marihuana mancilla la imagen del respetable señor profesor; sin embargo de inmediato reculan y ahora el Profesor Jirafales les parece tan real como ellos y por eso se acercan. Luego se ríen, nerviosos.
La historia es vieja, sin embargo el señor Jorge Carlos conocido como “Rambo”, surfista en esa época, años 90 -cuando la rubia con Sida se paseaba en convertible por la costanera-, la recuerda por un posteo en Facebook.
Una chica contó que fumó un pito en un viaje a Londres con el baterista de la rancia banda punk Sex Pistols; es ahí cuando nuestro protagonista afirma que tiene una historia mejor; una que de seguro sacará chispas. “Encontré al profesor Jirafales fumándose un pito en el paseo del Mar”, lanza el señor. Silencio. Luego, “Rambo”, desenrolla este papiro, a ratos medio surrealista pero real.
El incidente del querido e ingenuo docente no tiene día exacto, sin embargo nuestro testigo lo sitúa en julio del año 93, cuando el actor Rubén Aguirre, circulaba por el país en un circo; algo así como el Circo del Profesor Jirafales.
De esa manera el señor arribó a Antofagasta. La hora del hecho, sí la tiene clara el señor Rambo: eran las 18 horas, momento en que el sol adelgazaba y aparecía un detestable vientecillo de invierno.
Como ratones siguiendo el tufo de un trozo de queso, los chicos se encaraman con sus bodyboard hasta ver al docente más galán de la televisión mexicana.
“Rambo” dice que “el olor de esos caños era pero bien, bien fuerte; tiene que haber sido un cogollazo de los lindos”.
Ta, ta, ta, ta
Al principio, Jirafales no atina a nada ante la consulta si tiene “lillos” o papelillos y un poco de la planta para compartir. El señor que ametrallaba todo el tiempo con un: ta, ta, ta, ta; esta vez queda mudo, congelado.
El famoso comediante después lanza el pito al suelo, lo pisa y se asusta ante las miradas de los seis muchachos que lo observan con la boca abierta, casi babeando. Los chicos le hace un par de bromas y el profesor sigue marcando ocupado.
Rambo recuerda que el señor mexicano vestía con botas estilo texano con detalles brillosos; es lo que más le llama la atención en ese momento. No recuerda la otra ropa. Lo describe como un tipo alto, como en la tele; pero en ese momento más viejo.
Jirafales se voltea, camina rápido y sube por la calle donde hoy está la mutual de seguridad. Luego se pierde. Rambo disfruta contando esta anécdota de hace casi 20 años.
De los seis surfistas que fueron testigos, dice el señor, tres de ellos están presos por diversas razones que no vale la pena contar y uno está preso por la droga; es decir, al final, quedan dos testigos de esta anécdota con el Profesor Jirafales y su perfecto ramo de cannabis.