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El hombre que hace surf sin tabla

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No hay chileno más orgulloso de su guata que este señor. El abdomen está limpio, sin ningún rasmillón. Se la mira con cariño, luego le da golpecitos como si tocara un piano; pura caluga. Julio (JC) Gorena, 30 años, un hijo, fibroso, tiene una guata de tabla. Dura. Resistente. Impermeable. El señor que observa sobre la arena como las olas revientan en la playa Cavancha de Iquique, puede decirse que es algo así como un torpedo de un metro 78 y 73 kilos.
Este joven que por diez años fue salvavidas, no necesita una tabla para hacer surf o bodyboard. Esto es más económico aún. A JC Gorena sólo le basta con su humanidad para surfear. El señor es un extremo; un temerario. Imagínese olas de casi cuatro metros de altura y el metido ahí; tremendo.
Nuestro amigo practica la extraña disciplina del bodysurf, es decir surfea con el cuerpo. La actividad en su fase más amateur, es conocida en las playas del norte como “playita”. Es decir, uno le dice algún joven: hijo, hágase un playita  para la foto. Y el joven esperará una ola no muy grande y después quieto, como un caimán, avanzará sobre ésta. El joven llegará a la arena con el orgullo de haber dominado la ola. Eso es la “playita”; el bodysurf entonces es la profesionalización del asunto.
JC profundiza la explicación y  con voz de profesor dice que el bodysurf  consiste en surfear la ola con el cuerpo; tomarla mediante el nado; deslizarse sobre o dentro de ésta; estabilizarse en velocidad;  entubar y realizar maniobras.  Mientras un morena en bikini se aprieta entera al contacto con el agua helada del mar,  J.C explica que existe una disciplina similar denominada  handboard, que se ejecuta con una tabla de mano; similar a una tabla de surf pero a escala. Ambas disciplinas son populares en países con cultura del surf.
La morena mete la cabeza en el agua. Luego la extrae y se estruja el pelo que parece huiro.
El señor de la guata deslizante es uno de los pocos practicantes profesionales de bodysurf en el país. Hace cuatro años era el único en Iquique; hoy, sin embargo, suman más de cien. El bodysurf también se practica con entusiasmo en Zapallar, Los Vilos y Viña del Mar, dice JC.
La morena sale del agua. Fue un baño rápido. Debe ser una turista, dice el señor con actitud de saber todo lo que sucede en la playa.

Hijo de pescadores
Nuestro protagonista  ha transitado desde Arica hasta Rapa Nui practicando el bodysurf. En estos viajes  corrió olas de cuatro metros; olas oscuras, grandes.
Dice que esos olones, así las califica,  son complicadas por el riesgo que se corre. Es fácil terminar golpeado contra las rocas y con púas de erizo en los párpados. “Cada ola es un desafío”, acota, mientras un perro intenta atrapar una gaviota.
Es mediodía de un feriado de otoño en Iquique, pero el clima nos hace parecer como si fuera verano.
No hay mucha gente en la playa en comparación a enero. La mayoría son turistas.  
Ahora JC se prepara para una prueba mayor. En diciembre viajará a Hawaii, Estados Unidos, para participar en la competencia denominada, Pipe Master de Bodysurf, una de las más importantes de la disciplina en el mundo.
Reconoce que está motivado por viajar y representar a su ciudad. “Nací en Viña del Mar, pero me identifico con la celeste de Iquique. Aquí llevo viviendo 15 años y además nació mi hijo. Es mi lugar en el mundo, más aún si es la capital chilena del surf”, afirma convencido.
-¿No es Pichilemu?
-Pichilemu está más cerca de Santiago por eso es más conocido. Iquique está dentro del circuito internacional del surf. Yo le digo la capital mundial del surf. Iquique, reúne a mi parecer, las mejores olas. Posee gran variedad de rompientes: olas con fondo de arena y roca, siendo éstas mis preferidas. Hay buen clima y condiciones durante todo el año; es un lugar ideal para entrenarse y evolucionar.
JC se crió con el mar en su ventana. Viene de una familia de pescadores;  quizás por esto, dice riendo, se hizo adicto al mar. Recuerda el olor a madera húmeda de los botes y la risa de las gaviotas.  Afirma que ser hijo de pescador, implica también estar en un contacto más directo con la naturaleza.  “Nos criaron con el mar como patio de juegos”-
Recuerda que junto a primos y tíos practicaban surf y bodyboard, entre otros deportes.  Después comenzó a perfeccionar las playitas, hasta que derivó en el bodysurf. Mi otra pasión es el buceo. “Hasta que un día decidí refugiarme por completo en el mar y lograr un entendimiento con éste. Todo esto implica un entrenamiento constante; es necesario estar en excelente condiciones físicas”.
 Una banana se desliza rápido en el mar. Sobre esta hay unas chicas con chaqueta salvavidas. Parecen felices.
 
mi religión
El bodysurf es mi religión, dice JC con voz de profeta y con la mirada en el mar que ahora parece calmo, después de la banana.
El hombre observa desde la arena como sus alumnos se introducen con sus tablas multicolores a las aguas. Julio también es un reconocido instructor de surf y bodyboard.
Dice que su día comienza a las 7 de la mañana. Minutos después se mete al agua.  A las 10  hace clases en la escuela de surf. A las 15 horas almuerza y regalonea con su hijo Diego. El resto de la tarde es sagrado para hacer bodysurf, hasta que el sol se retire. El hombre resume que se puede vivir de lo que a uno le gusta. “Siempre quise estar en contacto con el mar”.
-¿Qué sientes cuando esperas la ola?
-Siempre hay mucha ansiedad El corazón late con fuerza. Estar ubicado en el lugar y momento preciso es muy importante. Hay que sentir mucha seguridad y confianza al bajar la ola, no hay otra opción; o sea el mar no te da otra opción.
Una pareja se besa en la arena. Al lado, una mujer lee un libro de Paulo Coelho. Unos argentinos beben mate.
JC reconoce que siempre hay un riesgo, más aún al estar sin la tabla o algo de flotabilidad. En caso de un revolcón; el resultado puede ser más grave. La experiencia siempre es vital para saber qué hacer aunque es inevitable que cada cierto tiempo uno se lleve una castigada, gracias a Dios rara vez me ha sucedido.
-¿Pero más de un revolcón has tenido?
-Una vez me atrapó un olón. Me golpeó de espalda  y luego fui a parar contra unas rocas.  Fue un acto casi suicida. Recuerdo mucha sangre y una sutura.  Por aquí (se indica unas cicatrices). Hoy esa ola es mi favorita.
El señor dice que sus actuales proyecciones son seguir creciendo como deportista y como persona, seguir compitiendo, representar al país en todos los certámenes posibles.  “Obtener el título mundial, confiando en mis capacidades”, dice seguro.
La pareja deja de besarse; se levanta; se sacuden los traseros de la arena y se va. Parecen apurados.
Julio, en tanto, se rasca la guata mientras observa el mar.

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