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La reconstrucción del Medellín de Pablo Escobar

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Alonso Salazar intentaba hacer una vida normal mientras la ciudad se caía a pedazos. Intentaba, pero a veces el devenir de los sucesos lo hacía cuestionarse. Irse era una posibilidad. Al final se quedó. El Medellín de principio de la década del 90 era una de las urbes más peligrosas del mundo. A cada rato había una amenaza. La vida importaba poco.
El Alonso Salazar de los años 90, periodista de una ONG, no sabía que escribiría un libro de ese presente. Menos sabía que se iba a transformar en el alcalde de Medellín en el momento que la ciudad vivía un milagro y caminaba a convertirse en modelo. Ignoraba que su libro mutaría a una serie de televisión que sería un éxito rotundo en toda Latino américa. Desconocía que vendría una relativización de la figura de Pablo Escobar y del mal.
- Muchas veces le han preguntado por Pablo Escobar ¿Cuántas?
Alonso tiene 52 años, una hija y viste de camisa a rayas y chaqueta café. Parece un político y lo es. Pide un vino chileno. Luego responde.
-El libro, La Parábola de Pablo, lo publiqué el 2001. Ahora el libro tuvo una especie de resurrección a raíz del tema de la serie, en la que no participé en los guiones. Al final hablar de Pablo Escobar es parte del oficio del libro; me sorprende en el caso de Chile que el impacto sea mayor en el promedio de América Latina, es algo que no logro descifrar. Llegué aquí para descifrarlo.
Alonso Salazar fija la motivación de escribir el libro en su calidad de periodista y en lo ineludible de  vivir en Medellín y esquivar el tema. El marco teórico lo armó investigando sobre el sicariato y el narcotráfico; así el personaje central conectó con la fractura del poder en el país, con el quiebre. En el libro cuenta la historia de su ciudad en un momento determinado, a través de Pablo Escobar, el personaje principal de esa época.
Alonso Salazar es de rostro anguloso, piel blanca y bien cuidada. Observa la carta del restorán y luego la cierra. Prefiere el menú. Queda encantado con la explicación del pastel de papa.
-Cómo periodista, ¿de qué manera enfrentó la violencia?
-No trabajaba en medios, sino que en desarrollo comunitario y por ende presencié de manera directa las consecuencia, la devastación. Fue una violencia del joven pobre matando al joven pobre; una rutina de muerte, un acostumbramiento de muerte realmente espantoso. La secuela del narcotráfico en Medellín  provocó una ruptura en los tejidos sociales. Se perdió el respeto por la vida.
- Llegan y te matan.
-El problema es que eso quedó en la mentalidad.
-¿No le daba miedo llegar a la casa?
- Había un cuerpo de la policía para combatir el narco que se llamaba Cuerpo Elite -responde-. Cuando iba un carro del cuerpo Elite la gente se quedaba dos cuadras o tres cuadras atrás, para no estar cerca de ellos. A la salida de un centro comercial cundía el miedo; nadie tenía muy claro que sucedería. Era cuestión de tiempo. Los narcos decretaban toque de queda.
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La muerte viva
Alonso Salazar dice que la muerte se transformó en una forma de poder muy extraña. Además de provocarla era necesario exhibirla.  Por ejemplo, alguien que mató a quince mujeres  no quiere que eso permanezca anónimo, por el contrario la idea es provocar un boom mediático. Al dinero, las drogas, el poder se le sumó en el Medellín de Pablo Escobar, la muerte como un ritual un poco complejo de exhibición social; de contundencia; de dar un mensaje.
-En México hubo un caso en que secuestraron a personas de un centro de rehabilitación de drogas y los mataron, con el propósito de enviar un mensaje.
-Aquí nos ha sucedido que  van al velorio de la víctima y lo sacan del ataúd, luego lo ponen a rodar por la calle. Emerge los más negativo de esas culturas en formas primarias de justicia, de relaciones y del sentido de la venganza, donde la manipulación del cuerpo de la víctima se vuelve importante.  Es un mensaje de terror total. Es como un poder absoluto.
-¿Qué le parece que algunos vean a Pablo Escobar como un Robin Hood?
-Eso hizo mítico a Pablo Escobar. En 1982, una importante revista colombiana puso su foto y tituló el Robin Hood paisa (el término que se le da a quienes nacieron en Medellín). El se encargó de publicitar una imagen de hombre generoso y comprometido con los humildes. El manejaba proyectos comunitarios, pero comparativamente con su fortuna fueron cosas modestas las que hizo; eso se magnificó y quedó grabado en sectores marginalizados que no se integran a la sociedad y democracia. El y su madre trabajaron el mito. Ellos alcanzaron a construir un barrio de 500 viviendas, siempre hablando que quería hacer el bien y se lo impedían.  Por eso la violencia como consecuencia no deseada de un hombre que quería el bien. El discurso lo tenía afinado. La otra parte fue su participación en la política; asunto que no tiene parangón en otro narcotraficante. Se posicionó como representante a la cámara. Lo tercero es el método de terrorismo político para socavar al estado. El mito camina solo, se desliga de la realidad. En el libro soy explícito en decir que la generosidad de Pablo Escobar es mucho más ficción que realidad.
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-Hablaba con Jon Lee Anderson -periodista estadounidense especializado en temas latinoamericanos- sobre Pablo Escobar y para él, en su época de juventud, Al Capone era muy parecido. Ahora cada vez se consume más la guerra santa de los islámicos, se consume episodios de guerreros; creo que existe una suerte de banalización del mal, independiente de qué perspectiva se realice. El asunto es cómo lo lee la gente.
-Me han dicho que en Chile se creó un personaje de humor que imita a Pablo Escobar. En Colombia nunca surgió nada parecido.
Pablo, el ramplón
Salazar recuerda que una vez vio a Escobar en un acto público, algo así como un mitin. Una vez el narco fue a un periódico, Medellín 5, donde yo estaba y que defendía causas ambientales. Salazar dice que no tuvo una relación directa ni ninguna entrevista. Para hacer el libro debió buscar archivos de entrevistas con canales televisión. Vio muchas entrevistas, hurgó y recuperó material. Su discurso era muy simple; no tenía  mucha gracia.
-No era culto.
-No tenía erudición, era un hombre muy primario, instintivo. Su habilidad real estaba en el escenario de la guerra; cuando por ejemplo les decía a sus hombres que  hicieran tal cosa. Sabía reaccionar.
-¿Cómo fue su relación con la familia?
- Entrevisté a parte de la familia; me faltó su hijo y su esposa. Entrevisté a su hermano Jesús que también estuvo condenado y le dicen el “Osito” y a una hermana de él,  Luz María. Otra hermana publicó un libro, al igual que el hermano. La familia quería  registrar la marca Pablo Escobar, pero el estado se lo negó: eso no es una marca; sino que una tragedia para el país. Al final nunca tuve conflictos con ellos porque el libro trata de combinar todas las versiones de los personajes, y enfrentar a la versión de la familia, con las de las víctimas y las autoridades. El libro busca que el lector deduzca al personaje, saque una conclusión de quién era Escobar.
Pablo y Pinochet
-¿Actualmente cómo es la imagen de Pablo Escobar? ¿Puede compararse con la figura de Pinochet que provoca división en este país?
-En el sepelio de Escobar la ciudad se mantuvo militarizada, pero de igual modo asistieron 5 mil personas con pancartas y avisos, además de agradecimientos. Lo encomendaban a todos los santos y a Dios. Esto revela que un sector de la sociedad aún hoy habla de Escobar como de una persona generosa y no del criminal que fue. No sé si da para compararlo con Pinochet, pero hay sectores en Colombia que lo idealizan.
En Chile el Presidente Piñera denominó a los civiles que participaron en el gobierno de Pinochet, como cómplices pasivos. ¿Esta afirmación cabe en Colombia para definir a los que han apoyado la violencia?
-Es complejo para los militares en Colombia y los paramilitares que hacen desapariciones y torturas. Una parte piensa que no lo haga, y otros que lo hagan, pues lo toman como una mal necesario para salvar a todos. Esa es la parte complicada. La complicidad no es conocer la verdad, sino que la complicidad es que a pesar de conocer esa verdad se piense que es un mal inevitable, y que lo otro podría haber sido peor. Lo complejo de la sociedad colombiana es que hay una guerrilla que dura 50 años, con narcotráfico de por medio, y conlleva una revoltura donde las FF.AA y sectores económicos importantes terminan decidiendo que es mejor recurrir a lo ilegal. Con Pablo Escobar se pidió ayuda a EE.UU. porque Colombia no podía derrotarlo.
Salazar no se convence que el pastel de papas es comida típica. Pide la sal. Le gusta la preparación.
Dice que de Pablo Escobar se ha contado todo a diferencia de la realidad chilena, que surgió con programas de televisión después de los 40 años del golpe. Escobar sometió al Estado. Todo está documentado. Dice que Escobar no tenía un punto de llegada, no sabía donde llegar. El reino de él era como otra cosa, aún en la cárcel tenía que volver a reincidir a diferencia de esperar en el encierro y luego salir y disfrutar toda su fortuna. Al final lo suyo era estar en la guerra; era un insaciable, quería morir en la guerra.
FARC y nuevos narcos
-Como es la realidad hoy en el narco colombiano ¿Qué tan poderosa es  la conexión de las FARC con los narcos?
-Las FARC han recurrido a muchas formas de financiación, como los secuestros a gran escala. Como ellos controlan la zona selvática de cultivo ilícitos empezaron cobrando el impuesto del gramaje, pero luego terminaron en el circuito completo del narcotráfico pues la ganancia grande está hacia afuera. Lo que lograban con el gramaje era una pequeña cantidad de dinero. En cambio llevar la cocaína a Brasil o a Panamá le genera mejores dividendos, como cambiar drogas por armas, vender drogas a carteles, o a lo mismo los grupos paramilitares. El narco es el combustible para uno y para el otro. Eso hizo que en algún momento las FARC y los paramilitares tuviesen muchísimo poder.  La población civil en medio pagó costos muy altos. Pienso que si las FARC no van a un proceso de paz ahora, con este gobierno, probablemente estallarán en pedazos y parte de ellos engrosarán las filas  del narco; alejadas de ideales políticos.
-Es un cuento de nunca acabar.
-Es más fácil que desaparezca la guerrilla que el narcotráfico. Lo que no se derrota es el narcotráfico que toma formas muy diversas y va de un país a otro. Hoy los colombianos son una parte del proceso, cuando antes eran el 100% del proceso; ahora los mexicanos se han vueltos los protagonistas. El narco sigue, se relevan las formas.
A Salazar le impresionan los métodos de tráfico de cocaína, como cuando esta se mezcla con minerales o se convierten en almidón de ropa que luego lavan. Dice que el índice de ganancia es grande y en consecuencia la corrupción es alta.
- Las maneras de tráfico han evolucionado; en el último tiempo son submarinos los que llevan drogas
-Primero eran pilotos que iban en vuelos rasantes a la Florida, después a México. Después de vinieron submarinos artesanales y algunos que compraron a los soviéticos, que llegaron a Colombia por partes. Otros van en lanchas voladoras en recorridos suicidas a entregar droga a los carteles mexicanos, o la frontera con Venezuela o Brasil. Hay cantidades alucinantes de droga requisada como 3 mil kilos de cocaína.
Los bolivianos y peruanos tienen una historia de tráfico, al igual que Colombia, y salen por Brasil o  Paraguay que es terreno fértil para el tráfico y lavado; y también la droga sale por el norte de Chile, a través de contenedores. Los volúmenes del comercio hacen imposible un control.
Norte chileno
-Usted nombró al norte chileno; en Iquique, por ejemplo, es común ver personas consumiendo cocaína en pubs. ¿Sucede lo mismo en Colombia con esta aceptación social por la cocaína?
-Lo más preocupante son las drogas sintéticas, de las que no se habla mucho. El consumo de cocaína ha crecido en Colombia porque todas las sociedades -la mayoría  globalizadas- adquieren una serie de costumbres y práctica hedonistas. Hay que distinguir entre las drogas. La cocaína no es muy adictiva en comparación con el bazucoo pasta base en Chile. Este último es un producto adictivo y barato, que pega en grupos marginales y genera un drama social muy grande. El consumidor de cocaína es una persona productiva socialmente y además representa un símbolo de éxito, capitalista e hiperactivo.
-Desconozco si está al tanto de este asunto, pero en el  norte de Chile existe -desde los últimos cinco años- una numerosa inmigración de colombianos provenientes de la zona del Pacífico y valle del Cauca, provocando un incipiente conflicto social.
-Colombia tiene mucha inmigración. A la gente la empuja la pobreza. Colombia tiene 4 millones de habitantes en Venezuela, casi el 10% de la población. A Estados Unidos hay una inmigración muy fuerte; no tanta hacia Centroamérica. España tiene una inmigración alta de colombianos. Desconocía el tema de Chile, pero todavía proporcionalmente es una migración pequeña.
-Esta se produjo en los últimos años, bajo la idea de que el norte de Chile por efecto de la minería es una zona de abundantes empleos. Sin embargo algunos se han visto involucrados en venta de drogas con un efecto de rechazo en un sector de la población.
-Como le dije desconozco el tema. Sin embargo si son afro descendientes, ellos son empujados por la pobreza, también han sufrido mucho el conflicto armado. Chile al parecer no parece preparado para una inmigración tan fuerte.  Medellín recibe mucha gente de la población Pacífico, desplazados, siendo una región blanca.  Se sabe quiénes vienen del Pacífico por el color de la piel. La estructura de la colonización en Colombia es así: los blancos se echaron en la montaña y los afro en las tierras calientes, a la costa.
-La mujer colombiana es muy bella, así ha quedado demostrado en Chile
-Tienen fama y ahora se sumó el perverso el nivel de exigencia de la belleza que son las cirugías estéticas; esto como una influencia de los albores del narcotráfico. Hay una masificación de la cirugía, lo que es el negocio más prospero de los médicos.
El Alcalde modelo
El peor momento de Medellín se vivió en 1991, con una tasa de 400 homicidios por cada cien mil habitantes (promedio de 20 muertes diarias). Santiago, en tanto, arrastra un promedio de tres muertos por cada cien mil habitantes. Este periodista también fue protagonista de lo que denominan como “El milagro de Medellín”, hoy transformada en una ciudad modelo para Latinoamérica.
Alonso Salazar trabajó como asesor del alcalde Sergio Fajardo, entre 2004 a 2007. Luego continuó la obra como edil, entre el año 2008 a 2011.  Salazar dice que le dio continuidad al modelo ya armado  basado en pilares como:   inversión social,  educación como centro, sistema de bibliotecas para los más pobres, planes de reordenamiento urbano en zonas con crecimiento informal y un sistema de transporte como el teleférico que conectó los cerros con el plano. “Mantuvimos durante 8 años una brújula que logró transformar en distintas dimensiones a la ciudad; ahora el narcotráfico y la violencia seguirá, lo distinto es  tenerlo en una ciudad derrotada y sin camino para recorrer, a una ciudad que avanza segura por una ruta”.
-Siente orgullo por su trabajo
-Claro. Antes no dejaban llegar a nadie a Medellín. Ahora el tráfico de turistas es altísimo. En mi condición de alcalde recibí a Condoleezza Rice; a los presidentes de México, Panamá y los príncipes de Asturias, entre muchas comitivas. La ciudad se ganó un nombre como una ciudad ideal y a la vez, como un laboratorio. Uno no ocultó nada de la ciudad: la marginalidad es visible  a través del teleférico; lo asombroso es que es posible alcanzar esos territorios donde está la Biblioteca España, una de las 10 maravillas de Colombia, según publicaciones. Le pusimos España para que fueran los reyes. España no puso un peso. Teníamos la necesidad de que fuese alguien para romper con el mito y los reyes llegaron.  La educación y la estética es un elemento esencial en la intervención social. A los pobres le construimos lo más bonito. Los jardines y colegios son a través de concursos arquitectónicos nacionales  e internacionales; instancia que genera identidad y orgullo, pues han sido muy castigados.
-La gente cuida lo que se construye, no raya, por ejemplo.
La gente la cuida mucho pues desde que se empieza la obra, en los diseños, la comunidad interviene. Se sueña que todo pueda transformarse desde adentro, por esto se recogen las ideas de la comunidad. La obra se le entrega el constructor a la comunidad y no al alcalde.
-Recibió alguna amenaza como alcalde
-No, pero gané enemigos por actuar con coherencia. Al no tolerar eso, gané enemigos. Hasta en los puertos de Nuevo York hay controles de la mafia; Medellín no es la excepción. La gente no se integra con discurso, sino cuando va de la mano y creciendo con su sociedad y su estado. Hoy la ciudad tiene mecanismos de cooperación con Caracas, Rio de Janeiro y el DF de México, estas últimas ciudades estaban haciendo metro cables en sistema de lomas, como proyecto de transformación urbana para favelas.
Ahora terminamos un museo de la memoria como ciudad con la tragedia de la ciudad.

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