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Sergio Badilla, poeta: "En mis viajes me he dado cuenta de una cantidad notable de poetas y narradores de quienes no se sabe nada en Chile"

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El poeta Sergio Badilla Castro (1947, Valparaíso) es uno de los chilenos más famosos del mundo en una lista que la encabeza Pablo Neruda y lo sigue Augusto Pinochet, según el proyecto “Pantheon” del  Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que contiene un algoritmo que combina la cantidad de idiomas en que aparece un personaje en Wikipedia y el número de visitas que reciben estas páginas. Según el listado el desconocido para la mayoría, Badilla está en el top ten de los chilenos. Badilla, periodista y poeta, fue exiliado y desarrolló parte de su obra y contactos literarios en Suecia, donde hoy su obra se valora más que en Chile. 
-  ¿A su juicio, por qué cree que su obra literaria no es conocida en Chile, a diferencia de Europa? ¿Cree que es una deuda personal, o realmente falta interés de la academia en el país en cuanto reconocer a escritores que se forjaron fuera del país, en el período de la dictadura?
- Yo estimo que es parte de la falta de interés que existe por la lectura de poesía en la actualidad, es decir, hay miles que escriben, pero pocos que leen. A contrario sensu, en mi generación había una avidez lectora. Nos intercambiábamos libros o los poetas mayores nos hacían sugerencias sobre qué poeta era necesario leer. Recuerdo a Juan Luis, cuando yo tenía quince años, enseñándome textos de los simbolistas, de los acmeístas rusos o clásicos japoneses como Basho o los de  Ogura Hyakunin Isshu.Tal vez el haber tenido una pléyade poetas de gran notoriedad, en la primera mitad del siglo XX indujo a una distorsión quimérica en las generaciones posteriores, que ha dado paso a un gran número de narcisismos apurados y destructivos.
Por eso creo que no se trata de una deuda personal, porque hay varias decenas de excelentes poetas que siempre han estado en Chile y que siguen siendo desconocidos. Sumado a esos factores habría que agregar que fueron más de veinte años que viví fuera del país y todos los años posteriores he estado en permanente movimiento. Salgo al menos, tres a cuatro veces, al año, a diferentes países por motivos poéticos


 - ¿O sea, hay una literatura que no se conoce en Chile de manera popular (la que se hizo fuera del país, en el exilio)?
- Fíjese que eso, en gran medida, es cierto. En mis viajes me he dado cuenta de una cantidad notable de poetas y narradores que no se sabe de ellos en Chile. A veces, se tiene un exiguo registro de ellos en los recovecos académicos de alguna universidad, pero de allí no hay más; oscuridad y sosiego. Recuerde que Bolaño, lo señaló en varias oportunidades, que el chileno no lee y dejó clara además su delicada repugnancia por la elite cultural de este país, tan expectorante y endogámica que se sofoca entre la cordillera y el Pacífico; y eso se condice con los narcisismos famélicos y calamitosos de que le hablo.
     
- ¿Actualmente que idioma usa usted para escribir, o le es más cómodo y por qué (imagino que ha escrito en sueco) y en este sentido, una poesía es un sueco u otro idioma, no queda igual   al traducirla al español, sólo se tiene que leer en sueco u otro idioma?
 -    Yo, por supuesto escribo en castellano, aunque he escrito entambién en sueco y en inglés, sin embargo el idioma natal de uno es el que le permite manejar y articular los matices que entrega la lengua materna. Más aún cuando uno escribe poesía, que requiere del artificio de la síntesis y de la eufonía de la palabra, amén del ritmo alegórico. Yo salí de país en mis primeros veinte, así es que ya tenía formada la matriz conceptual y retórica del idioma, por eso que soy ponderativo y castellanizante.
 -  ¿Qué recuerdos tienes de Valparaíso? ¿Cómo fue tu niñez en Playa Ancha? ¿Tiene algo de poético la ciudad, como dicen, y qué es o qué detectas?-       
A pesar de su paulatina y esmerada destrucción; y digo esmerada, porque hay algunas tribus urbanas que se esfuerzan por arruinarlo, sigue siendo una maravillosa esquina del mundo, me deleito cada vez que visito mi tierra natal, porque sigue siendo un remanso de belleza y desconciertos. Tengo a mis padres y hermanos en el cementerio marino, el Playa Ancha, cerca del océano, con un faro y pitosporos.
 Mi niñez en el barrio el Parque de Playa Ancha, hoy sector universitario, fue un conjunto inolvidable de vivencias que se relacionan con elementos míticos para mí, porque en esa etapa de mi infancia, esa área estaba circundada por jll.
Mis recuerdos están engarzados con aquellos que fueron mis amigos de la tierna infancia: Nono Bravo. Coyoyo Lattapiat, Uli Morales; con el Liceo 2 de Playa Ancha, donde tuve mis maestros primigenios en literatura, tales como el poeta chillanejo Sergio Hernández, Claudio Solar o Luis Valle. En esa misma época, mis lazos afectivos también fueron con mis vecinos de barrio, el Gitano Rodríguez, y Payo Grondona y posteriormente, ya a los quince años, con los poetas, Juan Luis Martínez, Tito Valenzuela y Eduardo Embry.
Ya en la Escuela de Derecho, a los dieciocho, conocí a Juan Cameron y ahí surgirá además una estrecha relación posterior, con la entonces llamada, ACLIT, Academia literaria del Instituto Pedagógico y con los poetas Renato Cárdenas, Gregorio Paredes y Ana María Veas y con los asiduos del otrora Café Cinema de Viña, donde concurrían Zurita, Eduardo Parra, de los Jaivas y Fernando Rodríguez, entre otros.
- ¿Tienes contacto con poetas de acá, sé que eres de denominada Generación de los Ochenta?
-Sí, efectivamente. Tengo relación permanente con Juan Cameron y contactos esporádicos con otros poetas porteños, tales como Cristián Vila, Sergio Madrid, Virgilio Rodríguez, Enrique Moro o Carlos Henrickson.
 Sin embargo, también tengo nexos eventuales y a veces más seguidos, con poetas de Santiago y el sur, entre los que cuento a Andrés Morales, Omar Lara. Manuel Silva Acevedo, Teresa Calderón, José Ángel Cuevas, Soledad Fariña y con varios de la genealogía del noventa,   
 Ahora para mí es importante destacar la relación que tengo aún, a pesar de la distancia, con mi antiguo colectivo, en concreto, con el ex Grupo Taller de Estocolmo: Sergio Infante y Adrián Santini.
-   ¿Qué destacas de la literatura chilena actual?
-Tal vez que la narrativa haya logrado un espacio, aunque reducido, en la esfera internacional. Nuestras plumas siguen siendo volátiles y efímeras en la captación de lectores internacionales, con la excepción de nombres como Bolaño, Isabel Allende, Skarmeta y Dorfman.
-  ¿Qué piensas de la editoriales independientes?
-    Son los pulmones literarios que permiten que se diversifique la producción literaria nacional, porque las grandes corporaciones del libro no andan en busca de talentos nuevos, sino que de consolidar ganancias y propiciar algunos nombres extranjero, es decir, afianzar el principio de la “sandía calada” lo digo parafraseando al novelista, Jorge Calvo.
- 
- -¿Chile es uno de los países donde el 80% de los escritores no gana un peso por escribir, la plata se va la editoriales y distribuidoras de libros, pasa eso en otros países?
- Bueno, habría que recurrir al adagio que señala: “en todas partes de cuecen habas”, ahora hay que hacer diferencias, sobretodo en el trato que se le da a la cultura y a los productos culturales en otros países y hacer además la diferencia entre países competentes y los inhabilitados. En la mayoría de las naciones aptas hay recursos, que aporta el estado, para entregar subvenciones o becas a los escritores de manera sostenida, de modo tal que no necesiten, por largos períodos o para siempre, buscar formas de manutención. No obstante eso, habrá un grupo que no logra esas prebendas, pero hay definitivamente un marcado hálito de justicia, como señala mi amigo el escritor Omar Pérez Santiago, porque las decisiones no pasan por la criba de jurados sesgados ni enrevesados.

Post porno (relato)

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Cuando otra vez lo invadió el desánimo como una conclusión de un momento plano en su vida amorosa, donde no cabía esforzarse por ninguna relación aunque alguna de sus amigas valiera la pena, Fernando decidió no tener sexo por tiempo indefinido y concentrarse en la pornografía, ignorando los alcances que tendría tal decisión.
Fernando de 41 años, venía de su segunda separación que le dejó un hijo de 5 años. Tenía una hija de 8 años de una relación anterior. A sus dos hijos les dedicaba parte de su tiempo, tras los tiras y aflojas con sus ex parejas, especialmente con la última con quien la ruptura estaba fresca, y que a la larga se le habían transformado en un tormento sicológico y peor aún, económico.  De igual modo se las arreglaba para estar siempre presente, a pesar de las resacas y el cansancio acumulado como dirigente sindical de la exigente empresa donde trabajaba. Desde que se separó, Fernando vivía solo en la casa que compró a medias con su ex pareja. 
La casa contaba con cuatro habitaciones, dos de ellas decoradas con diseños infantiles y colecciones de juguetes –en la colección de StarWars, Fernando había invertido casi 20 años y bastante dinero- en las cuales alojaba a sus hijos, cuando se quedaban a dormir con él y eso, al menos, era dos veces por semana.  Fernando sostenía extraños fanatismos por ciertos personajes. En su habitación había fotografías de películas del expresionismo alemán como Nosferatu  y el Gabinete del Doctor Caligari y una foto ampliada, quizás la más extraña de todas, del escritor Jorge Baradit, vestido con un traje de cuero sadomasoquista y apuntando a todos con una ametralladora tipo Thompson.  Quedaba claro que Fernando era cercano a Baradit. En un rincón había uno foto del Jesús ensangrentado y fumando de Mel Gibson, que al mirarla funcionaba como su memoria culposa pues Fernando se había criado en un colegio jesuita.
El perro de Fernando se llamaba Ronaldo, y se ganó un lugar cuando de cachorro lo siguió una vez que caminó borracho hacia su casa. Desde que se separó cultivaba marihuana en el garaje que le otorgaba dinero extra, aunque se ponía neurótico cuando intentaba venderla pues temía que sus vecinos –que conocían de sus escandalosas peleas con su ex y borracheras- lo denunciaran a la policía. Habitualmente Fernando era visitado por sus amigos, quienes lo admiraban por su posición contraria al sistema, por sus desquiciadas historias de bares –que escribía en primera persona, en una columna que aparecía en un periódico cultural- y porque se asumía como un bebedor más bien social. Nombrar un bar en sus columnas, era ganarse un espacio en estos bares.  No era belicoso con el alcohol y eso lo hacía distinto en la bohemia de una ciudad donde la mayoría de las veces el alcohol sonsacaba demonios. Lo que en el último tiempo colmaba la paciencia de Fernando, eran las discusiones con sus ex parejas, especialmente con la última, quien trabajaba en un banco. En el trabajo sabían cuando ella lo llamaba. Fernando se paraba con actitud nerviosa del asiento y se iba a hablar a otro lado, sin embargo desde la oficina igualmente se escuchaban sus gritos e insultos. Luego regresaba con el rostro enrojecido, se ponía los audífonos y no hablaba con nadie por varios minutos.

Un hecho, que puede calificarse de importante, y que aceleró la decisión de Fernando de no tener más sexo, fue el siguiente: 
Fernando tuvo una relación con una chica que conoció en un pub y que con quien tenían mucho en común, especialmente el embeleso por el alcohol, relaciones frustradas, hijos y dimes y diretes con los padres de sus hijos. La chica, que era cinco años menor que Fernando, al ver la casa de Fernando y el espacio vacío que tenía ésta, le propuso compartir la casa con su par de hijos, dos mocosos, uno de 4 años y otro de 2 años. Fernando, imaginándose el embrollo entre los mocosos de ella y los suyos, la miró y no le respondió a la primera. La segunda vez que ella le preguntó, él contestó con tono silente, casi susurrándole, que lo pensaría y en la tercera ocasión, Fernando le aclaró a la chica que no estaba en sus planes formar una nueva y abundante familia –con una gesticulación como si tuviera peso en las manos y les costara mover éstas por esos pesos imaginarios- y que ya tenía bastante con su pasado. Le dijo que ella decidiera mantener la situación de ese modo o largarse. La chica, tras la discusión que se había transformado en indescifrable por los insultos, se fue con la rabia de haberse sentido utilizada. Antes de irse le rompió un vidrio de la entrada de la casa, cuestión que alarmó a los vecinos, quienes otra vez llamaron a la policía.
Nuevamente Fernando, medio borracho, tuvo que salir a dar explicaciones.
Fernando pensó que todas las potenciales parejas que tuviera querrían formalizar y a la larga él se envolvería en otra relación que finalmente explotaría pues no cambiaría su manera de vivir y menos a su edad, donde los años comenzaban funcionarle como cuerdas al cuello que lo iban estrangulando. Fernando no era a esas alturas un hombre físicamente atractivo. Lo fue en su juventud, pero ahora acarreaba una incipiente panza por alcohol y falta de movimiento; su poco pelo estaba entrecano y eso le sumaba su baja estatura pues no pasaba el metro 70. Sin embargo en Valparaíso había bastantes chicas que preferían a los tipos bohemios con un discurso entre político y cultural.  A sus 42 años le iban bien con las chicas y podría continuar igual, pero ese temor a enfrascarse en una relación que lo confirmaba en los hechos, le complicaba la existencia.

Por eso no fue extraño que de un día para otro Fernando optara por las pajas.

Una vez que tomó la decisión, su rutina partió de esta manera: después del trabajo arribaba a la casa con la idea prepararse algo de comida, beber una sopa Maruchan y luego, estimulado por una porno, se hacía una buena paja. De a poco aprendió a buscar sitios pornográficos de calidad superior, en portales como Redtube, Pornotube  u otros de la extensa familia tube.  Así llegó a los sitios de porno HD, con sus agudos detalles a los que sólo les faltaba el tufillo a sexo y transpiración.

La actriz porno que lo deslumbró fue Remy Lacroix. Le resultaba inexplicable lo que hacía Remy en los videos. Su cuerpo frágil, de no más de un metro 65, era hurgueteado por seis tipos de extravagantes pijas con aire de motociclistas que la torturaban. Le resultaba chocante, pero igual eso lo excitaba. Otras veces un negro con un pene gigante acorralaba a la pobre de Remy. En otras aparecía Remy, con un cinturón que tenía un pene y se lo introducía a un hombre y así, con ese rostro tierno, pero retorcido a la vez, se vengaba de todo lo malo, pensaba Fernando a esas alturas, que le habían hecho los seis tipos depravados. Ya odiaba a esos seis canallas. El mundo porno de Remy le generaba conclusiones maniqueas.  Fernando leyó en Google la historia de Remy y la razón de por qué entró a la industria pornográfica. La chica partió como danzarina del hulahula y de repente, decía la biografía y eso de repente era ambiguo como inclasificable y le provocaba un vacío a Fernando, cayó en la industria del porno bondage en esa película de los seis tipos. No había nada que hacer, Remy, con sus pequeños senos, rostro angelical y culo gigante, se transformó con un par de películas en uno de los estandartes de los pajeros del mundo. Sin sufrir demasiado logró ser la mejor actriz revelación del año 2013, pero de pronto abandonó la industria, desapareció y dejó una cantidad inclasificable de viudos.
Fernando la comenzó a seguir en las redes sociales.
De pronto, Remy lo adhirió a Twitter. Lo mismo le sucedió con Keisha Grey, de quien le gustaban sus breves gemidos agudos, su cuerpo medio grueso parecido al de las chicas que veía en la calle, sus senos grandes y galopantes cuando se sentaba en las rodillas de algún turboman y con la morena August Ames, con quien de tanto ver sus videos, ya había logrado cierto acople entre el fingido orgasmo de ella y su eyaculación. Después de pajearse varias veces por éstas y otras chicas; y sentir un placer controlado que sólo era superado sólo por el de Remy, investigó sus vidas en las redes sociales y en especial, por qué razón llegaron al mundo de la pornografía, habiendo otras posibilidades de menor exposición. Podrían haber sido modelo o haber tenido una vida normal, y ¿Qué crestas era para Fernando, la vida normal de una chica?: ¿Una mujer independiente capaz de sostenerse ella y con sus hijos, y es ahí, donde aparecían los flashback de sus ex parejas atosigándolo como lo contrario de esa perfección, que más bien eran la imágenes de sus malas decisiones, de sus fracasos?
La respuesta era fácil.
Las chicas exhibían una vida de lujo; lo mismo Keisha y August. Comerse penes gigantes no era un gran sacrificio, pensó. Podían trabajar una vez a la semana, o una vez al mes. La recompensa era abundante. Fama y fiestas, venían de la mano. Y no había más que dinero detrás, aparentemente. Ellas no parecían portadoras de ningún mensaje salvo sus monótonas perfomance sexuales,  pero en el caso de Remy esa idea no conformaba a Fernando. 
Irremediablemente quería saber qué sentía y pensaban ella, y la única opción que avizoraba era contactarse y preguntarle directamente. Buscó. De esa manera podía pasar horas, buscando. Partía a las 22 horas con el ritual de los videos y terminaba a las 2 de la madrugada leyendo todo lo que había en la red sobre ella. Así, por un tiempo, había dejado de ser un problema para sus vecinos.  Gracias al porno ya comenzaba a saludar a sus vecinos y hasta quizás podría transformarse en un vecino modelo. Sus amigos deducían que estaba leyendo o preocupado de algún proyecto cultural. Casi cinco horas a diario dedicadas a investigar el porno después del trabajo. Se hacía tres pajas por noche, a veces más.
Remy en Twitter se mostraba en las fotos fumando marihuana con enormes y anudadas pipas de cristal. Subía fotos de humo; formas de humo y sombras de humo. Nada de sexo. 
Esa versión de Remy era más convincente para Fernando y contrastaba con sus películas anteriores, que las veía con obsesión; su vida de actriz porno le parecía un breve descalabro en la que ahora consideraba una mujer de virtudes y belleza. Ya estaba convencido que la marihuana la había purificado. Fernando pensaba en Remy mientras fumaba marihuana en una pipa de agua, similar a la que utilizaba Remy, en su garaje al que había llenado de pipas de agua de distintas formas.  
Llevaba tres meses investigando el significado de la vida de Remy, sus motivaciones, y ya estaba convencido que Remy era distinta, cuando Remy, la exquisita Remy, le contestó los muchos mensajes y fotos de formas de humo, algunas de corazones, que le envió por Twitter, con esto:

-John 3:16 -.

En medio de la tierra de nadie entre Tacna y Arica

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Las casas de ladrillos a medio armar se esparcen por los costados de la carretera como madrigueras de castor hasta escasos metros de la frontera peruana. Son terrenos demarcados y que regala el gobierno sólo por ser peruano, explica el taxista, un moreno de rostro brilloso por el sudor, y de no más de 40 años, a quien parece divertirle comparar el actual Perú con Chile. Sabe, por ejemplo, que todo lo relacionado a salud en Chile es caro y lento. Y lo anterior, se lo han hecho saber los pasajeros que peregrinan a diario hacia Tacna, en busca de remedio.
En la próxima fracción de centímetros, ya en la frontera, y como si se tratara del Triángulo de las Bermudas, la hora se atrasa o se adelanta y luego viene lo peor para quienes están siempre conectados, los celulares mueren. En Tacna, que todo lo tiene y si pides algo -en mi caso: lentes- te lo dan rápido. Hay científicos de los smarphone más singulares que por algunos soles (el cambio está en 216) te dejan conectado a wasap y facebook.

El peso de la frontera entre Chile y Perú cae una vez se mira hacia el océano. En medio de esas dos aduanas o centros fronterizos que asemejan castillos de arena están las célebres “canchas de fútbol” (¿serán 15?) que reclaman desde Lima o Santiago, para sí; un trozo de tierra mustio,  infértil, que debe estar sembrado de minas y que provoca la inmediata reflexión si es que tanto vale la pena armar alharaca, o quizás: si vale la pena adquirir armas o gastar en costosos abogados que litiguen en La Haya. Pienso en un parque; algo así como el parque de la concordia, aunque es un opción demasiado hippie.
La torre de la guardia chilena se proyecta difuminada por el efecto del espejismo al final del paisaje. En esa torre debe haber un guardia aburrido de observar el horizonte.
El taxista quien me transporta hacia la frontera en un Ford Falcon de finales de los años 90 -vehículos que reemplazaron a los míticos Chevy Nova tipo lancha- y donde caben  seis personas, incluido el chofer, con un vidrio que no baja en medio de los desesperantes 30 grados de las 16 horas, en verano, me devuelve el carné y me responde –y para tal efecto, le baja el volumen a la cumbia chicha sicodélica que escucha desde una radio limeña- que Arica es más provincia de Perú, que Tacna de Chile.
La pregunta había sido: ¿Cuál de las dos ciudades ha influenciado más a la otra?
Compruébelo al otro lado, me dice Percy, sonriendo y mostrando su  perfecta dentadura blanca -obra de algún dentista tacneño-. El taxista está a un paso de transformarse en un provocador. Se siente cómodo, quizás porque todavía está en su territorio.
El chileno que va a mi lado –pues yo voy al medio entre él y el chofer-, es un hombre grueso, de más de 50 años, que usa un sombrero tono caqui  marca Columbia que compró en Tacna -y que no debe ser Columbia, sino una falsificación- y cuya nuca al rape revela cierta parquedad militar, le avisa con seriedad al taxista que Chile reaccionará ante cualquier agresión peruana –remarca la palabra agresión-. Luego el hombre mantendrá un silencio hasta el medio del viaje, cuando aparecerá su voz recia para silenciarnos.
En la corrida de asientos de atrás, hay tres amigas que no sobrepasan los 30 años y usan ropa liviana. Tiene calor y beben de un agua mineral que adentro tiene un hielo en forma alargada. El taxista va pendiente de lo que hacen las chicas. Una chica le pide que baje el vidrio. Percy se deshace en disculpas. Aumenta la velocidad para que el viento entre con más fuerza, hasta que una chica dice que el viento la estaba golpeando. Reduce la velocidad. Si las chicas le dijeran a Percy que se pusiera de cabeza, éste lo haría. Percy es un galán; un galán peruano.
Percy se parece un locuaz joven que nos acompañó a los pasajeros de un bus en la ida a Tacna. El chico promocionaba una feria de Tacna, repartiendo regalos a quien le respondiera preguntas en doble sentido. Hacía reír. Cayó simpático en un bus lleno de chilenos y uno que otro peruano gordo de matutear ropa americana. Percy, como el chico, van y vienen entre ambos países. Percy me dice que cruza cuatro veces la frontera en promedio diario y que en realidad no le interesa la frontera ni estar entre ambos países, aunque para él es claro que Arica es parte de Perú, y no que Tacna es parte de Chile.
Nos detenemos. Hay siete autos delante de nosotros. La fila avanza rápido. Nos bajamos. Las chicas extraen sus bolsos del portamaletas, que son pocos, a diferencia del señor de la nuca al rape, quien porta dos bolsas matuteras. Percy nos indica en que fila ponernos. La encargada de frontera, una chica joven y de buen trato, llama al chofer y con él, a nosotros. El trámite de lo cinco demora un abrir y cerrar de ojos.
Soy el único que le responde con un gracias a la chica la frase: que le vaya bien, señor.
 Esperamos al auto al otro costado del último edificio peruano. Percy llega con el codo afuera de la ventana y con su sonrisa de Johnny Bravo llama a las chicas. Nosotros, en cambio, somos dos bolsas matuteras para él. Por lo menos, soy una bolsa matutera más amistosa que mi compa
ñera bolsa al rape.
Partimos. El Ford Falcón no es un Ford Mustang, y se toma su tiempo para alcanzar los 120 km/hora. Ante nosotros se esparce el descampado. El de la nuca al rape lo observa. Imagino que al interior de su cabeza le debe estar sonando el himno nacional en medio de la parada militar. Hay emoción en su mirada.
Las chicas están ansiosas pare que le suene el sonido de los mensajes por el teléfono. La señal comienza aparecer de manera tímida mientras avanzamos hasta consolidarse en un par de metros. Suena el wasap. Estamos en Chile, le digo a Percy. Noto que la música chicha sigue. Deduzco que era una grabación. Percy me confirma que es una grabación.
 Le insisto con la pregunta Percy: ¿Por qué crees que Arica es más peruano, que Tacna chileno? (mi vecino me mira con odio).
En Arica es fácil hallar un restorán de comida peruana, en cambio en Tacna es casi imposible hallar un restorán de comida chilena. Round 1: gana Tacna. El taxista parece orgulloso de la comida peruana, como todos allá. Horas atrás almorcé en un restorán denominado El Cacique, cuya especialidad son los platos típicos. Excelente calidad y atención; nada que hacer. Por la temperatura, alrededor de 30 grados a mediodía en Tacna, verano, la mayoría chilenos optan por el ceviche.
Sería aburrido exponer detalles del round que a la larga enfadó al señor de nuca rapada. Puede guardar silencio por favor, dijo.
-Tranquilo señor, esto es un experimento reporteril. Soy tan chileno como usted-, le dije. Me miró con rabia.
Son casi tres minutos a 120 Km/hora en la tierra de nadie; tres minutos de                    vaguedades.

Guillermo Galdós, reportero que persiguió por dos años al Chapo: "El narcotráfico está en los bancos"

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Amaro Gómez-Pablos, el mismo, rubio, alto, tipo novio de Barbie cuarentón, y con su eterno envoltorio tono caqui de reportero de guerra en el desierto, periodista, llega al hotel para saludar a su amigo de andanzas bélicas y luego ir almorzar con éste. Nuestro entrevistado, Guillermo Galdós, el amigo de Amaro, arribó con hambre al Puerto y piensa en unos loquitos al pilpil, en una copa de vino blanco helado y en la terraza de un resto mirando al mar.
Son pasadas las 15.30 horas y si no almorzaste, lo peor que te puede suceder es que un reportero te esté esperando para una entrevista. Señoras y señores, compadezcan al señor Galdós.
Guillermo Galdós, periodista, colega, peruano con acento mexicano, nuestro entrevistado, consagró dos años de su vida a seguir al narcotraficante mexicano y líder del cartel de Sinaloa, el criminal internacional, el ex más buscado del mundo, Joaquín Chapo Guzmán. La obra quedó plasmada en el documental “La leyenda del Chapo”. Claro, dos años de su vida que pudo dedicarlos a una serie de otras investigaciones reporteriles, o, quizás, a ver pasar la vida de la ciudad en un escritorio, en la redacción de un periódico de provincia. Dos años en que el esquivo Chapo Guzmán ni siquiera se le presentó, para su suerte.
El hombre al que le preguntaremos por el Chapo, mide 10 centímetros menos que su amigo Amaro, quien está apoyado en el borde de la terraza del hotel, dando la espalda al puerto de Valparaíso y al océano.
Galdós posa para el fotógrafo mientras las gaviotas chillan agudo por sobre nuestras cabezas. Amaro, en tanto, nos cuenta que conoció a Galdós en Irak. Ambos cubrían la post guerra, que al final era una pura y santa guerra solapada. Y que pronto, ambos, partirán al Amazonas para ubicar tribus desconocidas, o sea, serán los primeros hombres del mundo civilizado que la tribu percibirá. Para la tribu será algo parecido a un contacto con alienígenas. El fotógrafo suelta a Galdós. Nos replegamos a un rincón con sombra, en una terraza donde lo que menos hay es sombra. Se produce una estrechez incómoda entre entrevistado y entrevistador.
Y tras un diálogo sobre bondades de los mariscos de Valparaíso, Galdós me responde si vale o no la pena consumir el tiempo en el Chapo: “El tiempo no está invertido en el Chapo -aclara, gesticulando-, sino en tratar de probar que la política antidrogas actual no funciona. Y lo que queremos probar con el documental era que sí se sabía dónde estaba el hombre más buscado del mundo”.
-Usted tuvo una postura crítica hacia la entrevista de Sean Penn al Chapo.
-Él es un excelente actor y cualquiera que quiera hacer periodismo puede hacerlo, si hace las preguntas correctas. La entrevista no me pareció porque no refleja la magnitud de asesino que es el Chapo, pues es uno de los criminales más grandes del mundo.
-A propósito de Sean Penn, ¿usted es de los que cree que Hollywood idealiza a los narcos?
-Sí. Hemos visto también que Netflix saca la serie “Narcos”, las narconovelas son un éxito en Chile y el continente. Hay una fascinación con el narcotráfico, pero creo que la idea del narco, de las mujeres tipo barbies, del tipo empistolado, ya pasó un poco de moda.
Narco bancos
-¿Cómo pasó de moda el narco armado?
-En México sí se puede ver gente armada, pero esos son los operadores. El narcotráfico en realidad está en los bancos, en las grandes empresas, en las grandes firmas de abogado que son quienes permiten que personas como el Chapo pueda llegar a donde llega. El Chapo tiene segundo año básico, ¿tú crees que alguien así puede llegar dónde está? Se puede, pero con la colaboración de la policía corrupta o de las autoridades. De ahí que el sistema financiero juegue un rol importante y eso es algo que me parece una hipocrecía completa del mundo con el tema. Estamos metiendo presos a gente con un gramo de cocaína o que fuma marihuana, sin embargo, a los grandes banqueros que lavan la plata y las grandes empresas no les sucede eso. Cuando suceda eso, yo voy a creer que se está luchando contra las drogas realmente.
Amaro mira el reloj. Galdós mira a Amaro. Hay una mirada cómplice entre ambos.
-¿Cuán ególatra es el Chapo?
-No. Él es una persona a quien no le gustan los medios, pero aquí el contacto es Kate del Castillo, quien es la actriz mexicana más conocida en Estados Unidos y el Chapo siente una fascinación hacia ella.
-
Las mujeres son su debilidad.
-(Galdós se toca la pera) Sí, las mujeres son su debilidad, pero el Chapo, en general, es callado. Es un campesino con poca educación y el lenguaje que utiliza es acotado.
A estas alturas, las respuestas de Guillermo  son más abreviadas y rápidas.
-¿Cree que el show mediático de ISIS con las decapaticaciones tapa hoy lo que sucede en México?
-Los mexicanos empezaron a cortar cabezas antes, pero una cosa: el cartel de Sinaloa no cortaba cabezas. Los Zetas eran sanguinarios y ellos comenzaron. Al final eso de las decapitaciones es la globalización del terror, entonces cuando vieron que eso tenía un impacto lo empezó a usar ISIS.
-¿Cómo ve el mapa actual narco en México?
-Hay doce carteles en México ahorita. México tiene la mala y buena suerte de tener la frontera con el país más rico del mundo y el país consumidor de droga más grande del mundo y eso ha hecho que México sea una plataforma para enviar drogas y eso no parará, aunque se pongan murallas. Lo que te puedo decir es que por el hecho que arrestaran al Chapo, Estados Unidos no dejará de recibir coca.
-¿Se ha sentido amenazado alguna vez?
-Me han amedrentando, no por la gente que he filmado, sino por los enemigos de la gente que entrevisté. Si alguien te quiere hacer daño, te lo van a hacer, no te van a amenazar. Yo le tengo más miedo a los delincuentes de cuello y corbata que a los delincuentes armados.
Galdós se mueve. Le digo al entrevistado que le haré un par de preguntitas más. Entiendo que tiene hambre. Mientras tanto Amaro toma sol.
-¿Le han ofrecido escribir un libro de su experiencia?
-Estoy escribiendo un libro.
-¿Qué piensa de Roberto Saviano, autor de “Gomorra”, a quien por escribir  lo amenazaron de muerte?
- Yo no acuso con  el dedo a las personas como Saviano, porque no soy policía. Yo soy periodista. Él dio nombres y apellidos. Yo no apunto con el dedo (repite). Trato de mostrarle a la gente la ridiculez e hipocresía en que vivimos, pues el costo de la droga no ha sido bajar la producción ni en subir el precio, sino que ha sido un costo humano tremendo para la región y ha recorrido de México hacia Chile. La droga es un problema de salud pública y no policial.
-¿Fuma de vez en cuando marihuana?
-He fumado. Me parece mucho menos dañina que el alcohol.
-¿Y la cocaína?
-Es una droga dura. Para mí la droga es una elección personal. Si te gusta meterte drogas al cuerpo es algo personal,  mientras no se le haga daño a nadie. ¿Quien es el Estado de un país para decirle a la persona qué se puede tomar y no? El problema es que el alcohol está permitido.  Si uno va a un bar de marihuana y otro de borrachos, seguro que tendrás menos problemas en el bar de los marihuaneros.
A nombre de La Estrella, le doy las gracias a Guillermo Galdós por sus minutos.
“¿Para dónde van?”, le pregunto a Amaro. Me responde con su clásico seseo que se dirigirán a comer mariscos  a un buen restorán de Valparaíso.

fragmentos de Ciudad Berraca

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A mi parecer el nombre de Niña Bala, por lo menos, era mejor que el de  Eyhi, que no tenía sentido. Mi madre le recriminaba a mi padre la ocurrencia de juntar una “y” separada por una “h” con otra “i”, al final el nombre sonaba como el llamado de alguien, algo así como ¡ey, i!. Pensé que mi padre, quien quería influenciar nuestros destinos desde un comienzo como ya lo dije más atrás, llamó así a mi hermana porque su vida sería insignificante como su nombre.
Pero Eyhi estaba destinada a otra cosa que no había previsto nuestro padre, al igual que yo.
Una vez escuché a mi padre excusarse que Eyhi era el sonido de un pájaro de la selva, y que se le ocurrió el nombre porque minutos antes de inscribir a mi hermana escuchó aquel sonido, pero a mí me parecía que era el de un insecto, un mosco, en vez de un pájaro; o una bala. Mi madre le creyó, pero yo no. A favor de mi padre estaba su obsesión por los sonidos y no era algo por gusto, sino por supervivencia. Mi padre creció en la humedad de la vegetación, en la periferia de Tumaco. Luego llegaron las Farc. Fueron muchas que descifrar antes un sonido le salvó la vida.
Aquí en Antofagasta se aburría, porque los sonidos no era más que tres o cuatro: motores de micros, ladridos de perros, el sonido de electricidad pasando por los cables de la alta tensión que emulaba a insectos y daba la sensación de estar inmersos en la selva y la música estridente porque todos teníamos que saber lo que escuchaba el vecino y los vecinos escuchaban reggaetón o salsa. 
El sonido de los balazos al aire se extinguió totalmente cuando se llevaron preso al Brayatán, pero fue una semana. Salió libre por ser menor de edad, pero a la semana estaba preso y al final, cuando cumplió la mayoría de edad se fue preso de manera definitiva. Recuerdo la fiesta del cumpleaños y el arribo, en media de la fiesta, de los autos de la PDI. Luego vino el show. La Lula golpeó a un rati y también se la llevaron presa con su hijo, pero al rato volvió y la fiesta de cumpleaños continuó sin el festejado. 

Después que salió el artículo en la prensa llamado La historia de Eyhi, la niña bala, pensé que Eyhi podría ser una trasformación de la palabra zoooouuum, la onomatopeya  del silbido de la bala y esa idea me pareció creíble a medida que la bala nos traía dinero para sobrevivir en aquellos primeros días en la ciudad.  
Mi madre, quien no estaba conforme con la visita de los reporteros pues no quería contar las miserias públicamente, nos dijo que esquiváramos al fotógrafo, un flaco chascón de nariz de garfio, pero el fotógrafo fue más astuto que nosotros y que mi madre. En cinco minutos nos dio una pequeña clase de fotografía, en especial de cómo aprovechar la luz en un lugar oscuro como el nuestro, y así luego de dos minutos estábamos nosotros con una cámara pequeña fotografiando los rincones del garaje, las arañas, las hoyas, los choclos dispuestos en el suelo, mi madre, mi padre y la pequeña Eyhi con su grano de choclo de 9 milímetros incrustado en la cabeza como el chip de los huevos de oro. Al otro día continúe con el celular de mi madre, pero me resultaba imposible lograr las mismas fotos de los detalles con la cámara del flaco. El lente del celular no captaba esos detalles que me obsesionan de la casa como las junturas de las cañerías, la hilera de hormigas que subía, bajaba y zigzagueaba siempre cargando algo diminuto que no captaba mi vista y eso ir y venir de las hormigas me hacían pensar en nosotros, los desplazados, los inmigrantes, que íbamos hacia alguna parte y que de pronto nos encontramos con esta Antofagasta.
En ese momento quise ser fotógrafo.
Y trabajar en el diario de la ciudad. 
Y ser el primer fotógrafo colombiano en un diario de Antofagasta.
 Y retratar la vida de mis paisas en la ciudad. 
Y retratar lo positivo, lo bueno. Cosas como el trabajo, el deporte y el estudio. Publicar muchas fotos de nosotros.

-Pero que estás guevón- me respondió mi madre. 






LOS FRAGMENTOS INICIALES AQUÍ: 
http://www.traslacoladelarata.com/2015/10/02/ciudad-berraca/


   

punteo presentación del libro playa panteón de juan podestá en la filzic

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-¿Que es Iquique? Zofri, chumbeques, unos gordos taxistas mal agestados pidiéndoles por favor que te lleven a tal calle, los mineros reggaetoneros y los mineros tomy hilfiger disfrutando el arte en la sala de la minera collahuasi,  la pandilla de los monwolker, de los monchiri, de los poison, la Jorge inostrosa , las ampliaciones con maderas acorchadas de la zofri, el loquito montaño pegándole a guata peleaa a su guitarra de palo, el ego de don Bernardo, la línea de ala de mosca y la pegada en la pera en los pubs, el dealer de fulvio, el sobaco danzante de la tirana, la diablada del goyo, los honda crx con volante cambiando, el director de diario de piel beterraga que como abejorro gordo se paseaba en la harley cromada por la ciudad; los caros sanguches de pescado del wagon versus los del chico pito; el tufo añejo del gol del chino Dávila a Colo Colo en la final de Copa Polla Gol, en un equipo con el cafiche Juan Ponce de Ferrari como wing; el barbón comunista que nunca fue de Iquique; los punk del colegio inglés; el pollotrón con su chongo y polera de Wanderers; los pantalones y camisas a dos por luca en el agro; la liebre a Alto Hospicio donde por la ventana ves como caen como pollos los platudos en sus parapentes; Julio Pérez Silva, el sicópata… (silencio); el choro Soria y sus parques temáticos y sus viajes a Bolivia y Paraguay para unir las fronteras; el hijo del choro Soria pegando una patada karateka al papa de Fulvio; los Buccioni y su disco de carretes romanos; el Le Privede y la salsoteca y el 31 mm y el democrático y el Chache Shop y los alfajores de pica; el guatón miranda pegándole al bombre con la cumbia chicha; los goles de jj. Ore antes que llegaran los restoranes peruanos y los peruanos eran discriminados; las cabezas de gato en el resumidero del chifa; el poeta Ross Murray leyendo el mismo poema de hace 20 años, los marcianos que queman los dedos, la calle Baquedano; el bomba, el laucha y el geisha, y el sushi con chela con mango, San Lorenzo de Tarapacá o el Lolo y Podestá.
 -¿Literatura en Iquique?
-Los estudiosos hacen referencia a una literatura a la que calificaremos como patrimonial de Iquique. Allí encontramos Tarapacá, de Juanito Zola.
Luego hallamos una serie de poetas en los años 80-90, con nombres como Jaime ceballos y Cecilia Castillo.
Hasta que encontramos a Patricio Riveros Olavarría, periodista y escritor, más conocido como papato por su tartamudez, que fue el narrador iquiqueño de los 90 y que falleció lamentablemente a los 49 años, en plena actividad.
Luego vino un desierto hasta que apareció Juan Malebrán, poesía, y Juan Podestá, literatura, entre otros.



Juan Podestá, 1979, periodista, escritor, magister en literatura. En el periodismo, una vez en Santiago,  me hablaron que en la estrella de Iquique, había un iquiqueño que escribía la raja, hacia crónicas, y que era bueno para el carrete. Fue en el mismo momento que había sacado un libro de poesía camuflada con narrativa, que se llamaba novela negra, donde hablaba de crónica roja y reporteo, entre otras cosas.
Le pedí una crónica para publicarla en la cadena a nivel nacional, era una de una iquiqueña que se había casado varias veces, y le decían la Elizabeth Taylor. Aclaro que no todos tienen la facilidad de escribir bien y entretenido de manera natural, y eso uno lo ve y lo lee en este oficio. Podestá era de aquellos. Estuvimos conectados por terceros, como Daniel Rojas Pachas, por la editorial cinosargo los dos habíamos publicado y luego por Marcela Kupfer, de la editorial Narrativa Punto Aparte donde también hemos publicado.
Luego Podestá se fue a Santiago, a terminar su magister en literatura. Un par de veces nos encontramos en Santiago.  Una en la Filsa, con un carrete aventura memorable que terminó con unas amigas de Juanito, frente a la penitenciaria de stgo, y que no vale la pena contar aquí.
He seguido con atención los trabajos de Podestá, que no tiene ni face ni Tuiter (se lo preguntaré más tarde),  pues en lo personal es el tipo de literatura que me interesa y a la vez me identifica en el norte, que es un realismo crudo y en algunos casos exacerbados que exhibe historias como un película negra historias, pues Podestá ha adoptado ese estilo, el cuento negro de criminales, de personajes que buscan vengarse o tienen cuentas pendientes con algo o alguien.
Como dijo Juan Malebrán, desde Cochabamba,

“el norte chileno -más allá del espejismo de progreso que se vende y compra a sí mismo- es un paisaje plagado de personajes grotescos, déspotas e infames. Un escenario extremadamente adverso y casi intratable en el que reina un chovinismo, por decir lo menos, penoso. Y, por otra, en que Juan José Podestá, tocopillano criado y crecido en Iquique, a pesar y/o por esto mismo, ha logrado desarrollar un potente imaginario que, no obstante, está forjado bajo la sombra del cerro Esmeralda, le da la espalda a la postal cavanchina, y decide mantenerse lejos de los aires de gloriosa campeona que, desde hace décadas, hacen agua en la ciudad.
Playa Panteón (Narrativa Punto Aparte, 2015) es un claro ejemplo de lo anterior. Un libro compuesto por nueve relatos en los que -si bien no todos transcurren en el norte chileno- se puede leer el desierto por donde se mire, en un desmarque frente a la nostalgia del puerto y del sacrificio pampino y en pro del tierral, las quebradas y los baldíos. Paisajes en los que sus personajes, figuras ruines e inadaptadas, transitan estrechos recovecos afectados por la soledad, el crimen, la traición y la sed de venganza. Es decir, un panorama que refleja el lado más trunco del norte y sus fronteras, ya sean estas, íntimas o territoriales. Y que logra hacernos pensar, por momentos, y no pocos, en la escritura como un ajuste de cuentas entre la geografía y uno mismo.



En ese contexto surgen estos cuentos.

Cito cuatro cuentos
-
Un pueblo
 donde el personaje, forajido, que regresa a su pueblo desértico, que podría ser Huara, y mezcla la ternura y delicadeza del cuidado de un abuela con un acto que lo enfrentará con otro que busca venganza por un hecho del pasado.

-Bajo Monte
el cuento que en lo personal más llegó, por la historia, cuántas veces hemos visto lo que somos del norte, una serie campamentos de algueros que aparecen y desaparecen en la costa de la región. Son pueblos itinerantes con sus propias leyes y costumbres, donde cabe la fantasía que son pueblos de delincuentes o prófugos de la justicia. En este cuento Podestá elucubra el concepto de la isla perdida, que bien desarrolla en la Isla Podestá.

-Isla Podestá en Díptico Rojo/Negro  (por qué se llama así el cuento)
Este el cuento donde un multiorgásmico pides mas, más y más. Isla Podestá se basa en el misterio de la isla del mismo nombre, un islote frente a Valparaíso, en mar chileno, cuyos avistamiento fue hace dos siglos por un marino italiano.  Luego la isla desapareció misteriosamente e incluso la Armada, alguna vez la buscó sin resultado. De buenas a primeras, se trataría de una elevación de alguna cordillera marina, lo que se conoce como bajo.
Podestá se sustenta en este mito, para armar la historia de un maléfico y pervertido centro tortura de la dictadura de Pinochet. El narrador es un músico del grupo Huara, quien es sobreviviente y por ese efecto se alcoholizó.

-Playa Panteón
Playa Panteón le da nombre al libro que hace referencia al paisaje contaminado de la playa del mismo nombre en Tocopilla. Playa Panteón puede ser la historia de la venganza contra un milico torturador de parte del protagonista o la acción de un delincuente que se deje llevar por su instinto y mata al vecino, es la dualidad de la lectura de la historia que propone este relato.


No conté los finales para que usted los lea.

Sinforosa, la anciana que decidió defender con cuchillos a su televisor

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Cuatro cuchillos de distintos tamaños clavados en un palo que sirve de viga para la frágil habitación. Al lado de los cuchillos, la estampita de un santo con una oración. A medio metro de los cuchillos está la televisión que chisporrotea imágenes del matinal de turno. Hay olor a madera húmeda por efecto de la garúa nocturna. Son las 11 horas y el cielo está nublado sobre el campamento Eulogio Gordo.
La señora se llama Sinforosa Contreras y sufre diabetes, hipertensión y problemas a las piernas que le impiden caminar con normalidad. La señora  representa más  de 60 años y camina apoyada de unas muletas. Su caminar es lento, sin embargo no sabe de dónde sacó fuerza para lanzarse sobre unos ladrones que le quisieron arrebatar el televisor. Eso fue hace unos meses.
Es un privilegio contar con un televisor en el campamento. El suyo es de pantalla plana, doble privilegio.  A la mujer la conocen por el televisor y porque es una de las fundadoras del campamento.
La visibilidad del campamento llega hasta la droga. La señora dice que nadie se ha hecho cargo del problema. Las miradas sin brillo de jóvenes se adhieren al recorrer la calle de tierra. La historia es la de existencias truncadas por la pasta base de cocaína y la violencia. En medio de ese mundo están los adultos mayores y niños. Es asunto de preguntar para hallar bajo las techumbres casos de abuelos enfermos con cáncer terminal. Hay situaciones de hacinamiento donde una persona enferma convive con hijos y nietos. El agua llega dos veces al mes y en consecuencias hay que recurrir a los grifos. La electricidad se consigue conectándose a los cables del alumbrado público.  Miseria en su estado puro.
La señora Sinforosa le da pudor hablar de cómo hace sus necesidades. Indica unos tarros.
La mujer vive con una pensión que no supera los 100 mil pesos. Se reconoce como “solita”. No quiere hablar de su descendencia. Tan sola está la señora que mantiene una cercanía irreal con los personajes de la televisión. Reconoce que lloró mucho cuando se fue Felipe Camiroaga. La televisión está encendida 20 horas del día, por lo menos.
 Sinforosa observa los cuchillos y dice que están ahí para defender su televisor. Confiesa que el miedo no es a utilizar los cuchillos y a defenderse, sino a desconocer a qué se enfrentará. Sinforosa mas bien ve televisor y espera.
La vez que se le metieron fue en la noche. Estaba acostada. Sintió el ruido en techo. Sintió un salto y se encontró de frente con un joven. Éste la lanzó hacia la cama y bajo amenazas, agarró el televisor. Sinforosa pudo levantarse a pesar de sus dolencias y salió detrás de él. En la puerta de la casa había un auto. Entre gritos, la mujer agarró al joven y éste, al parecer alterado por el escándalo que había armado Sinforsa, se subió al auto sin el botín. Fue un triunfo para la mujer a pesar que nadie la ayudó.
En adelante Sinforosa decidió armarse con cuchillos. Espera.

Foto: Sebastián Rojas Rojo.



EDÚCAME

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Edúcame. La palabra está escrita en la frente de dos chicos pintados en una pared de calle 21 de mayo (unas cuadras más arriba del estadio Sokol). Hay una frase de Kafka, que si en este caso se adapta al graffiti resulta acertada. “Un libro (reemplacemos por graffiti) debe ser el hacha que sirva para romper el mal helado que llevamos dentro”. 
Edúcame, el graffiti de ESEC, Francisco Tapia Cortés, cumple con la proposición kafkiana. La obra rompe el hielo. 
Hoy Francisco está radicado en España, por razones de estudios. Desde ese país nos contestó las siguientes preguntas. 
-¿Cómo fue el proceso de Edúcame? 
-Se pide el muro a los dueños y si ellos facilitan el muro, se pinta, obviamente hay dueños que son exigentes y quieren ver que se pintará en el muro, como fue el caso del muro de la calle 21 mayo.
Dice que es difícil cuando al vecino se le nombra la palabra graffiti pues hay  un prejuicio enorme y desconocimiento al tema.
Los niños son de un club deportivo de fútbol llamado “Impacto” que desarrolla una labor con chicos vulnerables. 
“En unos de los entrenamientos le pregunté a Jairo que es el niño que le hicimos el seguimiento en un video  que vive en condiciones muy precarias con sus abuelos, en los Arenales, que si podía escribirle en la frente una palabra”.
El chico aprobó la idea. Francisco le pidió a un amigo y  Jairo fue a buscar a Benjamín. “Tal cual aparece en graffiti fue como le pinté la frente a ambos y les saqué la fotografía y los inmortalicé en el muro”.
El proceso está en: https://vimeo.com/82249828

-En Edúcame se cumple el rol en que el graffitero nos encara y nos hace reflexionar. 
- El rol del graffiti no existe dentro de la ciudad. El graffiti es la sociedad, todo lo que vemos en las calles y podemos identificar como graffiti (incluyo los rayados ) es el reflejo de la sociedad, cada grafitero es una persona libre de influencias artísticas académicas y eso hace que su expresión y resultado sea auténtico, sin maquillajes, sin parámetros establecidos por gente que a todo le pone reglas, va más allá de la técnica. 
-Hay que ver el graffiti como el lugar donde llegan personas con la necesidad muy grande de expresarse a temprana edad.  Es el lugar que absorbe el nulo espacio y políticas públicas en la sociedad de la cultura y las artes. El espacio se busca cuando se quiere expresar y el espacio público es infinito para hacerlo.
-La mayoría de las personas critican el graffiti, mas bien los rayados, pero es algo mucho mas profundo, primero preguntarse del por qué a un joven le nació esa necesidad de expresarse en la calle ¿Será que no estamos satisfaciendo ese lado primitivo del ser humano? ¿ Por qué a un niño cuando tiene un lápiz en su mano, su reacción espontánea es rayar, dibujar y pintar?, la naturaleza humana se prolonga en el graffiti.
-Hay una temática común en tus graffitis que es la educación ¿Por qué te motiva? 
-Gran tema es la educación, para mi  el graffiti es educación, es educar y es el reflejo de la educación de nuestra sociedad. Creo que exponer e imponer el tema de la educación en las calles de forma explícita sensibiliza a las personas a la superación y también como demanda social. Es un tema transversal.  Nos identifica a todos por igual, independiente de la posición social de las personas.
o me considero el hombre mas educado del mundo, ni mucho menos con mas conocimientos que otros, solo que la educación y acceso al conocimiento es igualdad de oportunidades, existen muchos talentos que se pierden por no tener esa posibilidad y muchos que tienen la oportunidad sin tener talento pero que  tienen la oportunidad de educarse, mas bien acceso a la información. Claro que son muchos factores para lograr la igualdad de oportunidades, pero la educación es lo principal.

14 años
La vida de Francisco se dividió en los últimos 10 años entre su ciudad natal, Tocopilla y Antofagasta, donde estudia.  “En Tocopilla fue mi proceso de autoformación y madurez en el graffiti; en total llevó alrededor de 14 años. Considero que ya pertenezco a Antofagasta pues es dónde me he desarrollado en el ámbito de arquitectura (profesión), audiovisual ( animación 3D ) y las artes ( graffiti obviamente).

-¿Cómo surge tu interés por el arte urbano? 
-El arte urbano, específicamente el graffiti ( incluyo todo en el graffiti, desde rayados con aerosol hasta obras de arte con aerosol ), esta ligado a la cultura hip hop como parte de sus cuatro ramas fundamentales, que son graffiti, MC ( cantantes), DJ´s y Break Dance. El hip hop me cautivo por las letras y música de las canciones, siempre sociales, concientes, reflexivas, entre otros valores... El graffiti fue la parte que poco a poco comencé a explorar de forma autodidacta, ya que nadie de mi entorno hacia graffiti, ya que solo compartíamos la música. Las referencias por revistas o internet, rayados o caracteres creados con spray en las paredes de las calles pero nada tan elaborado, me llamaba la atención la técnica.
-El inicio era solo firmas ( tags ) o rayados por todos lados de la ciudad Tocopilla, entre mas estaba mi firma en las calles y distintos lugares mas conocido era, y asi mismo la tipografia evolucionaba esteticamente y cada vez con mas tècnica y dominio del aerosol. Asi comienzo a tener la necesidad de dibujar personajes, caracteres y letras con mucha mas complejidad. Con el tiempo se mejoró la técnica y también fui madurando como persona, y comprendi el potencial de la calle y el impacto del graffiti en la sociedad. Es todo un proceso espontáneo,auténtico, autodidacta, etc etc. sin influencias de parametros o límites, tendencias, escuelas de arte y épocas que lo hace una expresión muy pura, realmente moldeada por la sociedad.
 
-¿Por qué estás en España ahora?
-Mi viaje a España es por estudios. Estudio modelado 3D, animación3D & Techinal VFX. Es algo que también me apasiona, siempre en línea artística no me muevo de eso.
Dice que los planes al regreso son varios y están relacionadas con el arte. “Tengo proyectos con el graffiti a gran escala, como intervenciones urbanas. Desde a arquitectura también intervenciones o propuestas urbanas de escala más pequeña siempre como espacio público que es el articulador que permite que la ciudad de pueda vivir y transitar”.
Dice que el proyecto más ambicioso es mezclar la arquitectura, la calidad del espacio público con las  técnicas de animación 3D.
-¿Consideras que el financiamiento de la empresa privada, minera, para la concreción de proyectos quita independencia al artista? 
-Realmente todas mis obras en la calle han sido autofinanciadas y autogestionadas, desconozco como funciona el financiamiento de las empresa privadas en temas de arte o proyectos.
-Creo que la independencia artística depende del artista en cuanto a si el contenido cambia al momento de buscar financiamiento para adjudicárselo. 
 Engañarse uno mismo por dinero no es mi estilo espero que sean pocos los artistas que lleguen a esas instancias. 

Foto: Sebastián Rojas.

Primer campeonato de fútbol integrado

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Este Claudio Bravo mira el cielo despejado de invierno que a mediodía no filtra ningún rayo tibio de sol y lanza una arenga para sí mismo, algo así como:_ésta la atajo re(corcholis)... Vista al frente, flexiona las rodillas y el portero que viste con una camiseta negra cortada con franjas amarillas se apresta para atrapar el balón que vuela sobre la tierra dura, tierra tipo lija, esa que raspa rodillas.
El del zapato fluorescente que martilla el balón es Alexis,  quien está en un equipo donde sólo juega él. Se sabe crack, se siente crack  y pecho inflado, no da ningún pase, sólo avanza como una locomotora con la mente puesta en el arco del rival de turno. Este Alexis exhala e inhala con el ritmo de deportista profesional mientras avanza como un danzarín  lento  que cuida sus pasos entre los jugadores rivales.   Alexis amaga, se detiene y esquiva una patada y continúa su carrera. Y llega el  momento:  Claudio Bravo y Alexis están frente a frente; es aquel segundo eterno en que el delantero se apronta a disparar y la mirada del arquero se concentra en la bola, sin embargo por un costado aparece el Gary, sí, el mismo Gary con esa fiereza de barrio bravo y huevos de oro al igual que un superhéroe Marvel. Gary busca, com sea, arrebatarle la caprichosa a nuestro querido Alexis.
La brillante copa está en el medio, coqueta, dorada, esperando ser levantada por el campeón del Primer Campeonato de Fútbol Integrado de Viña del Mar. Es un sábado y las graderías están llena de animados hinchas que gritan y viven a su modo el fútbol. Hay pasión, alegría y breves rabietas por alguna jugada cobrada por el árbitro que no convence del todo. 
Dejemos en pausa la jugada entre Gary, Bravo y Alexis.
Las batallas -cuatro partidos- han sido a todo vapor en la cancha del Club Santa Inés de Viña del Mar. Las barras aumentan su euforia mientras corren los minutos. El torneo, tipo copa carranza, se acerca a dirimir al campeón; al primer campeón de esta historia que se escribe con letras doradas como diría el relator deportivo en una canchita de Viña, detrás del Sausalito cuyas líneas de caparazón de tortuga aparecen tímidas por la arboleda. Cuatro equipos compiten en el cuadrangular: Club Social y Deportes Santa Inés (los locales), Aparid de Viña, Las Dalias- Coanil y Renacer de Viña del Mar.
aquí todos juegan
Señoras y señores no importa la cantidad de jugadores en cancha, aquí todos juegan; equipos de 15 jugadores y jugadoras contra otros de 7 jugadores y jugadoras, a veces se producen fichajes instantáneos (unos pasan para otro equipo y luego para el otro) porque lo importante es competir como manda el código lindo del deporte. La pasión y vehemencia está en los chicos que corren a cada pelota como si fuera la última y una vez que se produce ese momento gozoso, el gol, celebran como si fuera una final de la Copa América, claro:_mucha tele. Uno de los chicos se saca la camiseta y exhibe la piel que tiene debajo:_ la camiseta de Wanderers de Valparaíso. Otro por ahí exhibe tímidamente la oro y cielo debajo de la camiseta. 
A un costado de la cancha, apegados a la tarima, justo donde hay un termo de café para todos, los organizadores Hernán Villavicencio y Rafael Astorga resaltan que este tipo de actividades unen a los padres y sus niños. Valoran el entusiasmo que ponen los apoderados, evidente en el color de las barras. 
El entusiasta Hernán Villavicencio dice que el próximo paso es desarrollar un nacional de fútbol integrado, donde participen equipos de todo el país, con Viña del Mar como sede.
Roda la pelotita
A alrededor de las 10  horas comienza el campeonato. Los chicos bien uniformados desfilan por los costados de la cancha ante la mirada cariñosa del público. El grupo se instala al medio, mano en el pecho, comienzan a cantar con energía el himno nacional. El “guelacilo” retumba. Parece la final de un campeonato. Los padres cantan de pie. Luego de los discursos, un arenga de equipo “Vamos, vamos.... ”, las manos en jarra de los jugadores y el pitazo inicial.
Balón en el suelo y los muchachos se dispersan. Las Dalias-Coanil le hace partido a los chicos de Santa Inés que son más y llegan a todo. La cancha está poblada y hay poco espacio. El trámite es apasionado. Dos goles de Las Dalias-Coanil, y luego un tercero, hasta que aparece un descuento de Santa Inés, un descuento que se celebra con todo.
 Tras media hora, con quince minutos por lado, el primer triunfo y clasificado para disputar la final es Las Dalias-Coanil. Los chicos de Santa Inés felicitan al rival pues si hay algo importante acá es la camaradería entre los jugadores, que a ratos contrasta con la actitud de algunos apoderados que le reclaman las decisiones el árbitro.
En el segundo partido Alexis, el mismo, de Renacer, deslumbra. Alexis, en realidad, se llama Cristian. Posee unas condiciones bárbaras para el fútbol y más de alguien se pregunta si este chico podría integrar algún equipo de fútbol profesional ¿Por qué no? ¿Qué lo impide?. El problema de Alexis es que no juega con el equipo, y de esa manera sus goles se van contrarrestando de inmediato con el buen juego de equipo de Aparid, quienes combinan, tocan y llegan. Pronto Alexis se cansa y Aparid toma la delantera. Pitazo final de la media hora de juego, y otra vez los abrazos, buena onda y amistad.
Apretado es el partido que protagonizan Santa Inés y Renacer por el tercer lugar; y esta vez Alexis algo más generoso, hace jugar a su equipo y se imponen.
Tras casi dos horas de fútbol y otras actividades recreativas, como un espontáneo baile, llega el esperado partido final. Las Dalias-Coanil se ve las caras con el equipo de Aparid. En Aparid resaltan algunos refuerzos, entre ellos el Gary Medel de Santa Inés. El primer tiempo se va 3 a 1 a favor de Las Dalias-Coanil.
 Sin embargo, los chicos de Aparid juegan como nunca, anulan al contrario y logran el empate, y es ahí donde llegamos a la jugada que inicia esta crónica y que dejamos en pausa. Gary, Claudio Bravo y Alexis, los mejores, disputan el balón. Nosotros vimos que ganó Bravo, otros que ganó Alexis y otros a Gary ¡Qué importa!

Por definición a penales y alguna polémica por los forofos apoderados, el primer lugar se lo llevó Las Dalias-Coanil, pero al final todos ganaron en este memorable campeonato de balompié.

fragmento de Ciudad Berraca (guorkinprogress)

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foto: Cristian Ochoa



...Después que regularizamos nuestros papeles en Chile, en los que quedamos certificados con la visa de inmigrantes y no como refugiados, como lo había deseado mi padre, y en consecuencia el Estado chileno no nos entregaría dinero para vivir, como había proyectado tan astutamente mi padre, no sucedió nada extraordinario por el lapso de unos meses, o sea sobrevivimos con las papas rellenas cuya demanda crecía como pan caliente por el sector y mi madre que ya no parecía tan triste amasaba una pequeña cantidad de dinero que guardaba en una caja debajo de su cama, y con la venta de fruta. Lo positivo era que se había acabado ese año, el 2011, el año de nuestra llegada, y nos encontraba este 2012 con la renovación de voltear la página y con las ganas de hacer cosas y así nos descubrieron las fiestas de fin de año con petardos, balazos al aire y reggaetón de Los Lulas, que cerraron su pasaje por dos días, pero no nos invitaron a la fiesta aunque nos chorrearon varias lucas por un encargo de 50 papas rellenas y donde sólo Eyhi tuvo algunos regalos – el de la Lula que fue un pokemón de peluche-. En las tardes de enero, ya en verano, con Alex, mi hermano, nos íbamos a bañar a la playa El Trocadero, donde hicimos  amigos colombianos, negros como nosotros, algunos de Buenaventura y otros del valle del Cauca. Jugábamos a la pelota y nos bañábamos, después ya casi de noche subíamos por las calles de los condominios como si fuéramos los dueños, los capos, los putos amos, y eso también nos hacían creer las eludidas de los vecinos cuando paseaban a sus perritos pequeños y bien peinados como guagüitas. Al ver el grupo de negros que se les venía encima por la calle tomaban a los animalitos en los brazos y cruzaban a paso rápido para el frente y ese acto acrecentaba nuestro ego de invencibilidad, de poderosos, y más de alguna vez uno de nosotros los insultó por maricas y hasta los correteó a las puertas del condominio sólo por diversión. Más arriba de la línea del tren nos dispersábamos hasta nuestras casas. Nosotros teníamos la suerte que estábamos cerca, pero el resto debía subir hasta las faldas del cerro y a veces ellos sorteaban los piedrazos de los chicos chilenos que le buscaban bronca y que les gustaba medirse con los colombianos. No era raro que por ese entonces los colombianos de arriba, los de los cerros, comenzaran a criar perros pitbull y con estos caminaban tranquilos por el sector; lo otro era comprarse un revólver, pero nadie quería irse preso porque si hay algo que no nos gusta a los colombianos es estar encerrados.
Y a veces los chicos llevaban los pitbull a la playa. Tomábamos el gusto a que nos temieran.
Cada vez éramos más chicos en nuestro grupo y nos protegíamos, a pesar que surgían rivalidades porque la mayoría eran hinchas del América de Cali y había otros, los menos, del Deportivo Cali. A mí me gustaba la U. de Chiley era raro para el resto que me gustara un equipo chileno de fútbol, pero me gustaba el azul, el mismo color de Millonarios, el club que le gustaba a mi madre. Al grupo lo fundamos siete chicos y luego, a finales de enero, terminamos como 30 chicos y 3 pitbulls–aunque no siempre iban todos a la playa-, todos entre 12 años y 15 años o un poco más, hasta que llegó febrero, y uno de los chicos que lo conocíamos como Parrada, ése era su apellido y que era de los que tenía 15 años, murió al lanzarse al mar para salvar a su hermana, una mujer de 25 años, bella, como toda colombiana, que después de varios pataleos en el agua logró ser rescatada por unos chilenos que si sabían nadar bien y mantenerse a flote en ese océano encrespado que aparecía por las tardes, no siempre, en las pozas que rodeaban al Trocadero y que tenían nombres tan raro como la poza de los curas y la poza de los gringos. A Parrada nadie lo rescató. Después de varios minutos u horas, en ese momento de urgencia no sabes cuánto avanza el reloj, el mar se lo tragó. Luego unos marinos rescataron el cuerpo y lo dejaron sobre unas rocas como un bulto en espera que alguien lo viniera a buscar.  
Los chicos chilenos siempre nos desafiaban a lanzarnos piqueros al mar, mejor si eran de más altura. A un chico chileno le escuché que los colombianos no sabíamos nadar en el mar porque éramos negros y no había visto nunca a un negro nadando, y lo dijo de picado porque siempre le ganábamos los partidos de fútbol, siempre y cuando jugara mi hermano Alex, sin mi hermano Alex éramos otra cosa y a veces nos empataban; esos chicos chilenos eran buena onda, pero tenía ese estúpido complejo de superioridad común en la gente de su edad en la ciudad.
Eran un poco más grande que nosotros y al parecer vivían cerca de ahí. Recuerdo que un chico chileno, mayor que nosotros, nos repitió que los negros no sabíamos nadar, y lo dijo pausadamente, ustedes no saben nadar ne-gri-tos y yo les daré las razones; lo dijo como un profe, como si tuviera la razón. Lo escuchamos atentos. Nos contó que si uno miraba cualquier documental sobre la historia de las olimpiadas no había ningún negro ganando una medalla de oro en natación. Nos explicó con afán de documentalista nazi, que cosas podíamos hacer bien los negros y que otra cosa no, y luego terminó su exposición diciendo que los blancos estaban hechos para pensar y nosotros, los negros, para trabajar y correr, y el absurdo terminaba diciendo que cuando dejáramos de delinquir podíamos llegar a ser un aporte al país y que nuestra salvación era el deporte y el mismo se imaginaba a un CDA (la sigla de Club de Deportes Antofagasta) lleno de negros bueno para la pelota, algo así como la selección de Francia, un equipo físico agregaba con pose de entrenador de fútbol. Ese chico siempre jugaba de arquero por el equipo de los chicos chilenos y siempre le hacíamos muchos goles. Una vez Alex lo reventó a pelotazos, creo que fue porque le dije que lo hiciera después de escuchar sus pésimas teorías.
Siempre me bañé en la orilla y nunca me adentré al mar, además que recordaba el cadáver de Parrada y el llanto de su hermana y luego el de su madre y su arrepentimiento por dejarlo partir. El cadáver estuvo por varias horas dispuesto sobre las rocas, cada vez más hinchado, babeando como perro envenenado, y con nosotros a su alrededor, esperando que se lo llevará el Servicio Médico Legal.  Vi otros cadáveres en Colombia, pero en Colombia era más normal ver cadáveres baleados en la calle y no nos sorprendía tanto ese tipo de muerte, pero aquí estaba un amigo, ahogado, con los ojos vidriosos de pescado colgado, que podía ser mi hermano, tirado en el suelo del que no era su país y lo que más me molestaba era el desprecio de los chilenos o sus susurros fáciles de descifrar diciendo que era un colombiano menos, y yo no quería acumular rabia, ni odio, contra estos chilenos berracos, pero igualmente esas miradas y palabras me sonsacaban una profunda rabia, una ira que me descontrolaba.
Mañana, yo podía ser Parrada.
En esos meses de verano, los alrededores de nuestra casa-bodega se fueron llenando de cachureos. Afuera se había armado un jardín de lavadoras redondas y cuadradas, y por el costado comenzaban a apilarse los televisores potones, grandes y pequeños, y entre medio jugaban los gatos y perros –no criábamos por pitbull-, estos último se habían vuelto expertos en cazar pequeño ratones. A veces el negro Buenaventura, con un cigarro en la mano, nos lanzaba neumáticos o trozos de los autos que desmantelaba en su taller. Mi madre se había provisto de una cocina con gas y ya no tenía la necesidad de hacer las papas rellenas en la calle y mi padre, cuando llegaba de la feria y tenía ánimo, salía a vender los televisores viejos y refrigeradores en su carretón a las personas que vivían en el basural, si no tenía ganas, porque le dolía la espalda -dolor que se le hacía crónico con el tiempo y que sólo se le pasaba, afirmaba, con la cerveza-, se sentaba entremedio de los refrigeradores bajo una sombra y en una suerte de hamaca a admirar su jardín, decía, sin embargo cerraba los ojos y como viejo caimán calentaba su cuerpo con la tibieza del sol. Mi padre era el de acumular cachureos porque veía dinero en aquellos plásticos y metales oxidados, sin embargo por mi madre que todo eso se fuera a la completa mierda y se lo hacía saber a mi padre, cuando bebía, y comenzaban a insultarse entre ellos. Para marzo, mientras más tiempo pasara mi padre afuera de la casa era mejor para todos. Mi madre con el dinero de las papas rellenas había comenzado a arreglarse un poco más y se veía más bella porque iba al salón de belleza de una paisa que había colocado más arriba, en las tomas, y eso indignaba a mi padre, que insistía con manejar todo él y que mi madre por supuesto no se arreglara, la prefería fea para sentirse más seguro, y él ya se salía de las casillas por la indiferencia de nosotros que ya no le dábamos mucha bola por borracho. A esas alturas él único que le hacía caso y creía cabalmente en él era Alex, y él era su apuesta final y en consecuencia cuando le sobraba dinero le compraba ropa de futbolista y zapatillas, incluso le consiguió una camiseta actual del América de Cali, con el nombre de Willington Ortizestampado, su gran ídolo. Alex le preguntó quién era Ortiz, y él le explicó los pergaminos del goleador ochentero. A mi hermano si le preguntabas por algún futbolista colombiano, y al igual que el resto de los chicos, te respondía con James Rodríguez o Falcao.  
Alex comenzó sus clases en una escuela cercana conocida como losArenales y no había que esperar mucho para que destacara como futbolista, para la alegría de mi padre quien veía en mi hermano como la salvación a todos sus dramas, pues pensaba que podía ser el nuevo James Rodríguez, pero negro, y jugar en el Real de Madrid, y de paso, llevar a la familia a disfrutar de Europa. Mi padre estaba ilusionado y cualquier asunto que interfiriera en su propósito podía provocarle una gran decepción, y mi hermano parecía ser su última esperanza aunque nunca se sabía bien con mi padre. Y Alex era un dotado para el fútbol, además de grande para su edad –tenía 13 años y medía un metro 75; superaba a los chicos chilenos de su edad- y suelto con los pies, corría bien con la pelota, giraba con ésta pegada al pie y hacía muchas piruetas, nunca le vi a nadie a su talento y hasta yo un día me sentí afortunado de ser su hermano y yo me vi también en algún lugar de Europa, esperándolo después del entrenamiento para jugar al Play, pero desistí de inmediato de esa idea pues debía continuar mi propio camino. Había decidido a forjarme solo, a pesar que esos días los pasaba entre la feria Vega y los de ida y regreso a casa, para luego irme a la playa. Ya en otoño me ganaba unos pesos extra como cargador en La Vega, en el tiempo que no estaba con mi padre, dinero que lo invertía en cajas de frutas o verduras que vendía afuera de los condominios, podía  alcanzar un buen dinero y así iba subiendo mis ahorros, lo bueno que ni mi padre ni mi madre me molestaban con mi dinero, porque estaban conscientes que no iría nunca más a la escuela, y que tarde o temprano, pensaban, en algún momento que sucediera algo a mi padre, yo debería heredar el carretón y continuar con el negocio.

Un domingo, el día donde los vecinos del condominio salían de compras, apareció Patty de Snoopy con la intención de comprar manzanas. No me reconoció, lo que era positivo para que no se asustara y tampoco no viene al caso explicar lo que representaba para ella, aunque también se podía redondear en que era un colombiano en serie como algún Lego temático y que hablaba como muñeco sobre las Farc, papas rellenas y el Valle del Cauca –siempre me preguntaba lo que significa para otros por las miradas que me daban; era divertido-, y con cuidado mi chica, porque podría ser patudo, o sea sobarle la manito cuando me pagara y usted gritaría y me trataría de depravado. Patty, la de Snoopy, se fue con dos manzanas y gratis –aunque insistió con pagarlas-, las mejores por supuesto y una sonrisa de este servidor. Patty de Snoopy, por esos días, era la mejor motivación que tenía para vender frutas, por algunos días dejé de ir a la playa sólo para darles unas manzanas a Patty, pero no salía todos los días. Nunca la vi en la playa. Sabía que al interior del condominio había una piscina, y adentro de esa agua estaba ella con su cuerpo blanco y pecoso al sol, pero Patty se me fue a la punta del cerro cuando un día, después que se había llevado media docena de manzanas gratis, llegó con un chico de 18 años o mayor con unas zapatillas Nike fluorescentes que tenía una suela de oruga, y éste, delante de Patty que se quedó unos metros más atrás haciéndose la tonta, sin mirarme, y golpeándose con los dedos en la pera, me preguntó si tenía una movida de paraguayo, y antes que le respondiera, me dijo que me daría cinco mil pesos si se los traía lo más rápido posible, porque él –y esto lo deduje- no se atrevía a ir donde los Lulas pues  -de vuelta vendría por lo menos sin sus zapatillas y unas patadas en la raja que hasta yo mismo, si fuera un Lula, le daría-, era bueno saber que uno era un embajador de los Lula, y podía sacarle provecho a eso; mal que mal tenía el pasaporte para salir y entrar de su cuadra. En esos días recibí varias propuestas desde el condominio, algunas sexuales como un señor de aspecto apergaminado, de cuarenta, con la piel adherida como telaraña a sus pómulos, moreno, pelo corto,  gafas, bajo de estatura y bien vestido  lo que lo hacía ver como un cadáver, quien me dijo con laxitud y voz media ahogada como quien tiene un resfrío que si quería ganarme unas lucas como modelo. Imaginé que quería fotografiarme, quizás como inmigrante, y que podía tratarse de un experto en fotografía, un artista, y así podía aprender. Le dije que me explicara. Fue directo: me dijo que era por tener sexo con él y qué cuánto le podía cobrar, y que cuando no estuviéramos dedicados al sexo, podríamos ver una buena película en su habitación, no porno, y comer pizzas. 
  

antología Nor Sud de Cinosargo

Ser cabeza negra en Europa. entrevista al escritor Neftalí Milfuegos.

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Pablo Palacios usa el seudónimo Neftalí Milfuegos en la literatura. La semana pasada  presentó en Filsa, su novela “Ráfaga y latidos”, a través de Ril Editores,  (que es la versión traducida de Tankar mellan hjärtslag, que cosechó positivas críticas en Sueca). Pablo Palacios es sueco chileno, con una fuerte conexión con Valparaíso, donde tiene familia pues su padre emigró de aquí al país europeo. Su madre es sueca.
-¿Por qué te interesó la literatura?
-Surgió cuando estuve en secundaria, cuando un profesor sueco me abrió un mundo diferente. Fue la primera vez que me interesó la literatura. Era un mundo que había estado cerrado porque vivía un mundo sueco. Ser cabeza negra en Suecia te marca profundamente. Te identificas como alguien que existe afuera del sistema. Si no eres de una familia muy educada porque hay inmigrantes que llegan a Suecia con padres académicos, pero yo no los tuve. Hay que encontrar el equilibrio pues no te sientes sueco y ni te miran como sueco, y así vas creando tu propia identidad. Hay barrios donde viven inmigrantes. La segregación es brígida. Yo no viví en eso, porque tuve mi mamá sueca, así fui criado en barrio sueco, con amigos blancos, donde no habían muchos inmigrantes. Al final uno se pregunta ¿Quién soy yo?. La literatura surge ahí.
-Al final sentí que había una pared que no se puede penetrar. Fui internalizando el racismo y así valoré mi propio ser a través de los ojos de los otros. Al final ser inmigrante en Europa determina a odiarse uno mismo, a tener complejos de inferioridad, pues todas las imágenes que te da la sociedad de belleza, desarrollo y alegría. Todas esas imágenes son de niños blancos. En la vida con mi madre que era sueca no había problemas, pero con mi padre, siempre hubo cesantía. Uno entiende porque estaba cesante. Tenía pega y lo echaban, y así sucesivamente. Tenía amigos inmigrantes y era lo mismo. Al final se crea un ellos y nosotros bien fuerte. El modismo es diferente, entre el sueco y el inmigrante. Ahora en Suecia y Europa, hay una cantidad importante de árabes, etíopes, chilenos y de todo el mundo; al final el idioma va cambiando. Al igual que el modismo flaite en Chile, el idioma de los inmigrantes es mal mirado, pero es el idioma de la calle que da la identidad. Al final era estar en dos mundos y los manejaba.
-El libro para mí fue una confrontación con todo esto; la idea nunca fue escribir un libro. A los 18 años me vine para acá la primera vez porque sentía que tenía que venir, pues pensé que estaban las respuestas a todas mis preguntas. Me vine a los 18 y se me generó una confrontación pues yo tenía una imagen romántica de Chile y entonces me di cuenta que no era chileno, y en Suecia no era sueco.
libro
-Como fue la acogida del libro en Suecia
-Sí, especialmente con las personas de mi generación. Los libros no venden hoy. Si no estás escribiendo las novelas de thriller, eso es lo que vende. Más que nada entretención como las películas de Hollywood y no lectura. Quienes han sentido lo mismo se acercaron y me hablaron.
-La novela la comencé a escribir en sueco, que es el idioma que manejo. El sueco a diferencia del español tiene su riqueza que no se puede comparar con el español que es un idioma grande. En Suecia somos 9 millones de habitantes, pero igual tiene su riqueza. El sueco es el idioma del opresor.
La historia sueca está llena de matanzas, de opresión y ocupación de territorio muy grande. Suecia fue un país guerrero por cuatrocientos años. En Suecia hay una idea de que es un país tolerante, anti racista que nunca fue racista, es muy difícil hablar de racismo; pero al otro lado Suecia fue el país que creó la ideología racista, fundó la ideología como ciencia. Fue el primer país que tuvo un instituto dedicado a la ciencia de razas. Suecia se proclamó el país más blanco del mundo.
-Y Suecia todavía no reconoce su historia racista y es muy difícil hablar de esas cosas. Suecia vive una imagen de un país organizado de trabajadores, que cambió de pobreza a hacer un país desarrollado, sin guerra, sin pobreza, con educación gratuita y lo fue por un tiempo por la lucha social, pero eso se perdió y hay una imagen de país solidario, pero no es. Hoy vivimos un tiempo de confrontación. Está el conflicto de nuestros padres que agradecen al primer ministro de Suecia Olof Palme. Suecia creó su imagen como país a través de él, y lo mataron. La generación de mis padres y los chilenos exiliados se siente con una deuda que pagar con Suecia. El problema con nuestra generación es que nacimos, no sentimos que estamos en deuda, sino que es nuestro derecho estar ahí y que Suecia.
Se está creando una ola de confrontación en Europa que será el nuevo capítulo, o sea Europa está pagando por lo que ha hecho en su historia. Se creó Europa con la riqueza de los otros mundos y ahora los otros mundos quieren parte de esa riqueza. Los que no pueden se van a Europa. Los inmigrantes llevan la discusión del cambio social y los países como Suecia, sienten una gran amenaza. Le tienen miedo a los inmigrantes, porque se está averiando una nación y estos países tiene la filosofía de sangre y tierra que es una vieja filosofía alemana y que ha sido exportada también a Latinoamérica, como a Chile.

foto: Alvaro Camacho. 

El inmigrante (relato)

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El inmigrante sube a la primera micro que se detiene en Errázuriz con Bellavista. Paga con un billete de cinco mil y no recibe vuelto. El chofer, de mala gana, le hace un gesto de que espere.  El chofer había clasificado al inmigrante como haitiano e ingenuo por añadidura. Lo más probable es que metros más adelante, el chofer olvide la deuda.
La edad del chofer es superior a los cincuenta años y parece hastiado de su trabajo. El inmigrante se imagina en el trabajo del chofer.
La micro se detiene y recoge pasajeros en la avenida Brasil. Estudiantes. El chofer purga de manera mecánica cada pase escolar buscando una alteración. Demora. El chofer responde con un cállate viejo de mierda a un anciano que pide que se apresure. El anciano viste con una polo de piqué marrón y unos pantalones bien planchados. Usa un niquelado reloj suizo que cascabelea en su huesuda muñeca.
El anciano  suelta un que se cree ese hijo de puta. 
El inmigrante proyecta un pasado de profesor o funcionario público con personas a su cargo, o algo parecido.
El inmigrante se coloca en el pellejo del anciano.
El inmigrante piensa que el apuro del viejo es para pedir perdón a algo o ante la figura de Dios, por algo terrible que hizo en la vida.  Quiere irse limpio, sin peso.  Si el inmigrante fuera visible para el anciano, proyectaría en este a otro triste negro proveniente de un miserable país como Haití, y no le daría dinero, porque el dinero se gana con trabajo, le diría el viejo recalcando la palabra trabajo.  
El chofer espera que se extingan tres luces verdes, algo así como cinco minutos de detención que desesperan al anciano. 
Hijo de la gran puta, suelta.
El inmigrante piensa que el chofer es uno más de la masa sometida a las deudas. Imagina al conductor subiendo a otra micro San Expedito/ Ositos/Concón, curco, como un pasajero más. El chofer se ubicaría en un asiento y esperaría el avance manso, como un borrego. Quizás viaje de pie y apretado. Quizás el chofer, como un pasajero, ni reclame por comprensión al otro colega. Solidaridades del gremio. Cosas del gremialismo. 
El anciano a cada rato martilla el piso con el pie. Está furioso con la nueva detención. Aprieta un envase de sopa Maruchan que saca desde una bolsa de papel. Se tranquiliza. Luego guarda la sopa con delicadeza.
Es mi trabajo viejo de mierda, responde con fuerza el chofer, al anciano. El anciano no tiene consenso entre los pasajeros y éstos son: el inmigrante, dos adolescentes estudiantes y tres universitarios. Los cinco concentrados en sus celulares.
Este conchesumadre, dice el anciano, como silbando música. 
El inmigrante piensa que adheriría con el conductor porque es el anciano quien provoca aunque si ese energúmeno llegaría a tocar al anciano, lo defendería por solidarizar con el más débil. 
El anciano otra vez extrae de la bolsa de papel la sopa Maruchan. Acerca la sopa a sus ojos y la observa por unos segundos como si leyera en chino. Lanza un garabato silencioso y guarda la sopa.
El anciano parece más tranquilo. 
Efecto Maruchan, entiende el inmigrante. 
Entre más circuitos realiza y más pasajeros lleva, más dinero logrará el chofer y en consecuencia, más deudas asumirá, entiende el inmigrante. El chofer sólo quiere aumentar las horas del día para seguir acumulando dinero. Y así funciona en ese país, comprende el inmigrante quien busca nuevas oportunidades, después de escapar de la guerra, en la selva.  
Diecisiete horas diarias de trabajo, de las seis de la mañana hasta las once de la noche.
En un momento el pobre conductor se quedará dormido y la micro colisionará. Habrá heridos y hasta muertos por efecto de la puta avaricia.
Para el chofer, el viejo es algo insignificante, algo; algo que se sube y baja. O un mueble viejo, un mueble sonoro. Al final, todos esos pasajeros son una masa deforme después de cancelar el pasaje. Carne hacia Concón, y carne hacia Valparaíso, ida y vuelta. Un frigorífico. 
En una de las extensas esperas frente al semáforo de Caleta Portales, al inmigrante lo deslumbra el mohicano amarillo de un chico punk y su polola. Ella, con rostro deslavado de despertar a mediodía, sonriente, camina abrigada en un paletó oscuro. Ambos cruzan lentamente, sueltos, sobre el paso de cebra. Parecen relajados como si hubieran hecho el amor y ahora él le deja a ella en su casa, después de fumar un grueso caño de marihuana como desayuno. Recorta la escena y la ubica en medio de la ciudad que había dejado en el norte de Chile, y de inmediato siente rechazo hacia el chico; siente la intolerancia;  siente al rechazo hacia el inmigrante.
El inmigrante lleva dos semanas en Valparaíso y cuando no tiene nada que hacer, parte a leer la ciudad a través de la ventana de una micro. Quiere acostumbrarse. No le interesa ir rápido o despacio. No le importa  la velocidad, cuando se asume que nadie lo espera al otro lado.
El chofer se detiene. Una mujer sube. La mujer tiene los ojos pequeños, piel del rostro apretada como cartón y su cabello está desparramado, sucio. Viste una desteñida chaqueta de polar con pasto seco adherido. No duerme bien y quizás no se alimente bien. Tiene la boca apretada. Su rostro le retrotrae al de una pariente quien nunca se recuperó de la muerte de su hijo, en la guerra. Antes de pagar su pasaje, la mujer mira con desgano al interior del bus. Luego le entrega las monedas al conductor, voltea el rostro y se siente justo detrás del chofer, donde caen los rayos del sol.
Ahora son seis en la micro. Todos en la sombra, menos la mujer que calienta su cuerpo como un reptil. 
Los chicos hablan de sus uñas de los pies encarnadas. Se los acabó la batería de celular. La caja de lata con ruedas avanza a toda velocidad por la avenida España. El viejo saca la sopa Maruchan, la pone sobre sus ojos y comienza a leer. Luego de unos minutos, sonríe. Guarda la sopa como si fuera un bien preciado.  
Viña del Mar con sus extensas avenidas de árboles que tapan la pobreza en los cerros se desvanece rápido como arena escurriendo en la mano.
La micro serpentea por la costanera rumbo a Reñaca. El conductor enciende un cigarro. Se pasa por el culo el prohibido fumar. Toma el volante con una mano como si fuera un equilibrista. El cigarro lo tiene en la otra mano. Fuma con desparpajo mientras conduce.  Se relaja. La nicotina le consume su tiempo. Sabe que ninguno de esos pasajeros le dirá nada por el cigarro pues los pasajeros son: los adolescentes, los universitarios, un viejo, una drogadicta y un inmigrante.
-Vaya más despacio -le grita el viejo, con rabia. 
El chofer detiene la micro y fuma lo que le queda del pucho.
El momento se hace eterno. 
Afuera, un trío de bellos y bronceados trotan despacio, como arrastrando los pies.   
El inmigrante imagina a los chicos abrazando a la mujer triste. Quizás algo mejor: los chicos compadeciéndose de la mujer, buscando una manera de ayudarla o quizás algo mucho mejor: los chicos compadeciéndose de él, un inmigrante sin trabajo que no conoce a nadie en ese país y que se gasta los últimos pesos en vueltas en micros, pero los chicos siguen hablando de uñas encarnadas. 
Y él también podría abrazar a la mujer. 
El anciano envalentonado le grita que siga.  
-Sigue grandísimo hijo de puta. Sigue enfermo de mierda. Sigue concheretumadre. Sigue.  Sigue reculiao de mierda.
Afuera, un hombre medio borracho vomita a un costado de la costanera. Una mujer lo espera. El rostro de la mujer le parece duro. Es la misma mirada de la mujer que va detrás del chofer. No hay ternura; no hay sueños. Ese momento es neutro para ambas. La mujer de afuera descansará cuando el borracho se duerma. La mujer despertará cuando se le acabe la borrachera a su pareja, recién ahí comenzaría su domingo.
-Sigue aguonado. Sigue hijo de la perra grande que te parió. Sigue.   
De pronto, el trío de bellos se cruza con la pareja decadente y se produce el contraste que era ese país.
El chofer lanza el cigarrillo por la ventana, avanza unos metros con la micro y queda frente al Santuario de San Expedito. Afuera, los devotos encienden velas a San Expedito. Llenan con dinero las alcancías del Santo, el que según sus devotos, cumple rápido si le pides algo. Un Santo Express. Un santo a la medida de los préstamos de dinero para decorar la vida. Un santo a la medida de ese país, piensa el inmigrante.
Cuando ve al viejo levantarse de su asiento para bajar de la micro, el chofer agarra el palo que tiene al costado. 
El inmigrante piensa en la pareja decadente. Ignora qué une a la mujer con el borracho. Una amenaza sustentaría todo a esas alturas. El chofer está amenazado por las deudas; la mujer que va detrás, amenazada por la droga; los chicos, por alguna infección en las uñas encarnadas; y él, por la guerra que está a cinco mil kilómetros,  en la selva de su país donde pasó la infancia y su adolescencia y eso era su país no éste, un país imaginario; y el viejo por un palo que viene en el aire a partirle la cabeza.

El viejo saca la sopa Maruchan, se la pone al frente de su cabeza como un escudo y chilla como karateca. El palo queda detenido en el milagroso envase  de la sopa. Luego el inmigrante se lanza sobre el chofer. Luego se lanza la drogadicta sobre el chofer. Luego se lanza la pareja de bellos. Cierran el montículo la mujer y el borracho. El botín del dinero del día del chofer se lo reparten, pero no alcanza al inmigrante pues nadie lo vio.

Cholets, la nueva arquitectura boliviana

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En las ciudades de El Alto y La Paz  no pasa desapercibida una nueva arquitectura, a quien la BBC denominó “barroco andino”. La ciudad de El Alto (arriba de  La Paz, en una relación de Alto Hospicio con Iquique) crece hacia los lados y hacia arriba, a pesar de las calles de tierra.
Lo extraordinario es que algunas casas parecen palacios de cuentos de hadas, otras viviendas pequeños mall con vidrios polarizados y otras, incluso, caben en la clasificaciones de mansiones. Todas destilan rasgos estéticos originales y hasta estrambóticos. De repente, en medio de dos esquinas del casco antiguo de La Paz, surge una iglesia evangélica que asemeja una nave especial. Es una construcción de líneas pronunciadas. El taxista, entre risas, dice que es la nave que los llevará al cielo; que esa fue la evidente inspiración.
Por estos días “el chiche” de La Paz es un teleférico que una a esa ciudad con El Alto, que concentra las últimas migraciones de población rural. En El Alto viven alrededor de un millón de personas. De buenas a primeras para el visitante resulta una zona inhóspita por el efecto de la altitud (4.070 msnm) y el clima (temperaturas bajo cero en la noche).
Los bolivianos lo califican a los alteños como decididos y unidos al momento de luchar por sus intereses.      No obstante también critican la delincuencia que crece en la ciudad.
 Quizás El Alto sea la versión más descarnada del país que dirige Evo Morales, y en consecuencia su lectura puede partir de los contrastes remarcados con la arquitectura.
Bolivia es un país de comerciantes y emprendedores. A algunos comerciantes, a simple vista, le ha ido bien en medio del caldo de cultivo antineoliberal que infunde Evo Morales. Sin embargo esta reivindicación de los aymaras puede explicarse en la mejor distribución de riqueza que hoy ostenta Bolivia. Nunca hubo mejores oportunidades para los indígenas que ahora. Muchos inmigrantes mejoraron su condición económica gracias al comercio. La evidencia del éxito son los denominados popularmente como “cholet” (chalet y cholo).

cholet
El ingeniero civil Freddy Mamani, 42 años, es dirección obligada al momento de hablar de los “cholet”. Es el responsable de la mayoría de estas creaciones. Aclara que no le gusta el término cholet.
Luego dice que es extraño que en Chile se interesen por este tipo de construcciones. Piensa un rato, y deduce que nuestra presencia responde a los reportajes que han aparecido últimamente en medios como la BBC.
Le digo que las mansiones sobrepasaron al Alto, en lo que cabe en la reivindicación de los indígenas.
-¿Por qué los indígenas no pueden vivir bien y con lujo?
-Algunos lograron éxito económico en los últimos años y decidieron vivir mejor.
Mamani habla con propiedad de esta tendencia. El hombre comenzó como ayudante de albañil, para luego estudiar y desarrollar la ingeniería. Hoy es dueño de una constructora que da empleo alrededor de 250 personas.  Suma algo así como 70 edificios y son varios “cholets” que están en construcción a su cargo.

La deuda de Jim Olmos

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El Jim Olmos de hace tres años trasladaba con orgullo sus libros en su carro de supermercado. En agradecimiento a una crónica que escribí sobre el para la Estrella de Antofagasta, me obsequió su libro Sueños y Palabras. Es un libro de crónicas hasta los años 90 y algunos poemas.  Hay textos para sus amigos en una suerte de agradecimiento y admiración. Jim escribió sobre el tabaco, los sismos, Roberto Bravo, al quillotazo, los periodistas, concursos literarios, del amor, la Plaza del Mercado y de las mujeres. Hay desconcertantes y violentas crónicas post golpe de Estado escritas en 1974. Luego se excusó. Dijo ignorar el drama de los desaparecidos. Puede parecer una prosa ingenua y maniquea, pero lo de Olmos era imponer su visión conservadora y hasta machista. Cuesta hallar una falta ortográfica en sus textos. Su obsesión por la gramática era tal, que en su última etapa le malhumoraban los descuidos ortográficos en la prensa local. El último Jim, por lo menos el que conocí hace tres años, era bravo cuando algo le parecía mal. Si no se lo tomaba con compasión o, a veces con humor, seguro que podía hacer pasar a cualquiera un mal rato.
Jim, el personaje medio chalado que creó sin buscarlo, se hizo entrañable. Paseaba con el carro de supermercado por las peatonales y la costanera, llevando su máquina de escribir. A veces vestía de negro. Parecía sacado de una película de Tim Burton. La noche lo encontraba en un servicentro.   Su casa, ubicada en un pasaje, en un condominio abajo del barrio industrial, estaba llena de cachivaches. Como el juego Tetris llenó toda la capacidad de la vivienda. Entre juguetes, fierros, libros y artefactos que recolectó cuyo desorden sólo él podía leer, no le quedó espacio para extender su cuerpo. Tuvo que soñar en la intemperie. Se transformó en un vecino insufrible.
Si a veces el propósito de la literatura es insultar, ofender, conmocionar, reprender y crear incomodidad, el personaje chalado de Jim Olmos lo logró. Le faltó llevar al papel su coprolalia contra el mundo y contra quienes no atendían su literatura; escribir, por ejemplo, que todas las ciudades eran la misma mierda –como decía- o sus raros diálogos con los cachivaches. Jim quedó en deuda.

Tres mujeres esenciales en la literatura del Norte de Chile

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Hay que remontarse a finales de 1800, para desmadejar esta historia. Antofagasta era un caserío. En este contexto surgieron tres mujeres hoy ignoradas "por la torpeza del machismo, situación que no comparto; por las pequeñas envidias y por ignorancia", afirmó Sergio Gaytán Marambio, ensayista e investigador. Gaytán presentó anoche en el Museo Regional, una ponencia denominada "Tres mujeres esenciales de nuestro norte", donde se refirió a Eloísa Zurita Arriagada vda. de Vergara, Zoila Esmeralda Marina Zenteno Urízar, quien literariamente usó el seudónimo de "Vera Zouroff" y la poeta Dinka Ilic. La primera es Eloísa Zurita, destacada cronista de diarios como el ABC, La Vanguardia o El Mercurio de Antofagasta, además de benefactora y hasta considerada como "socióloga". "Nació en Cobija. Si bien hay dudas en la fecha su nacimiento, yo postulo que fue en 1875. Ella está considerada como la primera feminista del Norte de Chile. La suya es una vida muy interesante pues es transversal a hechos y visitas en Antofagasta. En 1906 ella atraviesa la masacre del martes 6 de febrero -conocida como de la Plaza Colón-, pues defiende el punto de vista de los obreros. Por esas cosas del destino tres días después su marido Adolfo Vergara Quinteros es asesinado. Es ahí donde planteo la tesis de que fue asesinado por muerte selectiva, pues la ciudad mantenía toque de queda". "Paralelamente Eloísa Zurita organizó desfiles para los Veteranos del 79 (Guerra del Pacífico), como también fundó la primera sociedad de socorros mutuos y logró construir en el Cementerio, un mausoleo para que sus socias fueran dignamente enterradas. En ese momento la ciudad tenía una sola carroza, no obstante el empeño de Eloísa logró adquirir un carro mortuorio -esto provocó toda una polémica de parte de la sociedad de la época-". "También realizó una campaña para que la torre de la iglesia San Francisco tuviera un reloj". En 1909 ella ya formaba parte de la Logia Teosófica "Destellos" -Gabriela Mistral habla de este logia, pero con el nombre "Destelles"-. "Con estos antecedentes se construye una imagen enorme, sin embargo los hechos trágicos la persiguieron. A la muerte de su marido, se le sumó el fallecimiento de su hija Lindaura, violinista, a los 17 años". Para Gaytán, la literatura nortina nace con Zoila Esmeralda Marina Zenteno -hija del primer gobernador de Antofagasta, Nicanor Zenteno- Urízar, quien literariamente usó el seudónimo de "Vera Zouroff". Ella nació en 1880 y publicó su primer libro en 1916. "Esto me lleva a decir que la literatura en Antofagasta nace con voz de mujer y con rasgos feministas. Sabella y Bahamonde, los patriarcas, son contemporáneos a ella". Dijo que el tema en la literatura de "Vera Zouroff" es esencialmente la mujer, más allá del paisaje nortino -que no tiene preponderancia-. Dinka Ilic, en tanto, nació en Antofagasta en 1889. Ella desarrolló su primera etapa en Chuquicamata, donde publicó un libro. Luego se introdujo en la novela y la dramaturgia. "Indistintamente en su obra, muestra paisajes nortinos y de la costa, por ejemplo, tiene un canto al amor". "Dinka Ilic, incluso, ganó un premio cuando la municipalidad hacía concursos de literatura. Eran otros tiempos. Ella ganó con una obra de teatro denominada Campamento, que es de corte social. Dinka Ilic logró una temática más social que Vera Zouroff, aunque ambas fueron feministas", concluyó. Tres mujers cuyos nombres esperan ser reconocidos por la comunidad. Ojalá que el concejo municipal logre bautizar alguna calle como: Eloísa Zurita Arriagada vda. de Vergara, Zoila Esmeralda Marina Zenteno Urízar o Dinka Ilic. Ellas se la merecen.
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