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Vida y muerte de Juan Firula por Luis Carrasco Guala

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¿Qué es eso “La mierda”? El final de una tetralogía literaria. Tetra tetra, como las cajas de vino.  Sí.  Pero, no.  Son cuatro libros para una historia.  Tetralibros, digamos.  Más, el protagonista de estas novelas bebe poco.  Es adicto al baile, fanático del jazz.  Jazz neworleano, por cierto (Fernando Lecaros aparece nombrado a veces).
En el salón de baile “La Buenos Aires” conoce a la cálifa hampona, grupo humano conformado por ladrones, cafiches y otros personajes de la vida nocturna.  Están allí:  Muleta, lanza de tranvías, góndolas y busess; Gómina, ladrón de barrio alto; Carreta Vieja, embaucador y cafiche; Mario Corneta, vividor y borrachín; Pomarropia, pistolero y jugador, y otros.   Aaah y el famoso Cachetón Pelota, suductor y tratante de blancas.  Allí, en ese salón será seducido por la prostituta Olga, su primera experiencia sexual con una fémina.  Allí precisamente allí, comenzará el auge y caída de Chicoco Escudero, que acabará como cualquier vida de cualquier ente de la noche:  como “La mierda”, cuarto volumen y final.
¿Por qué empezar por Armando Méndez Carrasco?  A una pregunta como esta la respuesta natural es por qué no?  Por ahí, Silvio Rodríguez dice que va hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado.  Por aquí, hablaré de autores desconocidos (para el pop en general, se comprende), porque de los otros algo se sabe, los desconocidos a medias.  Algo se habrá leído de Manuel Rojas (“Hijo de ladrón”, tal vez;  “Un vaso de leche”, quizá.  Pero “La oscura vida radiante” o “Los costumbristas” …), mas no lo hace un conocido.  Bueno, por eso… y otras razones cuyo momento de esgrimir no es este.  Básteme decir que entre una Educación sin objetivos y un periodismo raquítico el pop navega a la deriva.
Y en el comienzo fue “Juan Firula” (1948), colección de cuentos que por su temática prefigura esa obra maestra dentro de lo que se denomina Literatura de la calle:  “Mundo herido” (1955), novela ambientada en los cerros de Valparaíso y cuyos personajes son niños de la calle.  Antes (1951) “El carretón de la viuda”, que es un exceso de cebolla, se le pasa la mano con el melodrama.  Otro conjunto de cuentos “La mala intención” (1958), para encontrar definitivamente en 1962 “Chicago Chico”, el comienzo.  La crítica de la época rasgó vestiduras ante la novedad:  descripciones descarnadas, palabras de grueso calibre, “culo”, por ejemplo (ja, ja), etc..  Sin embargo, la crítica literaria, musical, crítica en general siempre ha sido conservadora en su época ante lo novedoso:  siempre lo mismo bajo el sol.  En 1963 aparece “Dos cuentos de jazz”.  El primero “El trompetista de Harlem” es el relato de la leyenda urbana de los últimos días del trompetista de jazz, Bix Beiderbecke, desaparecido en 1931.  El segundo, un cuento que obtuvo mención honrosa en el concurso “Hernández Catá” de Cuba, en 1949 “El conventillo danza”.  Lleva un prólogo de Andrés Sabella y un estudio técnico acerca de la música a que alude el texto, por Francisco Deza.
Por fin, en 1965, llega la segunda parte de las cuatro que constituyen la odisea de Chicoco Escudero “Ordene, mi teniente”.  Abusa de la paciencia del lector describiendo las barrascas de carabineros.  Es posible que pensara que el título lo reclamaba, vaya uno a saber.  Una recopilación de las crónicas, que nuestro autor escribía para el diario Las últimas noticias se hizo libro en ese mismo año:  “Crónicas de Juan Firula”, que en conjunto es una suerte de fragmentaria autobiografía.  Ensenguida, la tercera entrega de la susodicha tetralogía “Cachetón Pelota” (1967).  Escrita en forma brillante, Chicoco se pregunta por la existencia, por el valor de la vida cotidiana, por la amistad.  En 1970 finaliza la aventura con “La mierda”.  Aparece “Chicago chico” como obra de teatro.
El cinco de septiembre de 1973 se edita “Reflexiones de Juan Firula” alter ego de Méndez Carrasco.  Es un librito con un manojo de aforismos a la Nietzsche, por así decir.  En la introducción se nos advierte que se dividen en dos secciones:  la que apunta a paladares siúticos, la que apunta al pop pícaro.  Los ejemplos:  “El sexo es un animal independiente”; “Las noticias no son tan desagradables cuando se leen cagando”.
Para 1979, Nascimento edita “Diccionario coa”.  A esta colección de voces lo acompaña un breve cuento “Coche sin número”.
El primero de febrero de 1982, Las últimas noticias publica la foto de una pintura en blanco y negro, bajo la cual se leen unas pocas palabras citadas de un folleto que escribe Luis Sánchez Latorre.
Se sostiene que Méndez Carrasco ahora pinta.  “Sus libros se vendían a media voz y a medianoche en las tabernas de Santiago (…) Fue best seller.  Vivía, como Balzac, de lo que le procuraba la pluma.
Ahora Juan Firula pinta.  “En esa nota le preguntan “—Cada cuánto tiempo va a salir un Cuaderno de cuentos?  --Una vez al año. --¿Y cuántos piensas publicar? –Unos cien …”

Armando Méndez Carrasco nació en Santiago de Chile en 1915 y murió en Los Angeles, Estados Unidos en 1983.

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