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Sergio Badilla, poeta: "En mis viajes me he dado cuenta de una cantidad notable de poetas y narradores de quienes no se sabe nada en Chile"

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El poeta Sergio Badilla Castro (1947, Valparaíso) es uno de los chilenos más famosos del mundo en una lista que la encabeza Pablo Neruda y lo sigue Augusto Pinochet, según el proyecto “Pantheon” del  Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que contiene un algoritmo que combina la cantidad de idiomas en que aparece un personaje en Wikipedia y el número de visitas que reciben estas páginas. Según el listado el desconocido para la mayoría, Badilla está en el top ten de los chilenos. Badilla, periodista y poeta, fue exiliado y desarrolló parte de su obra y contactos literarios en Suecia, donde hoy su obra se valora más que en Chile. 
-  ¿A su juicio, por qué cree que su obra literaria no es conocida en Chile, a diferencia de Europa? ¿Cree que es una deuda personal, o realmente falta interés de la academia en el país en cuanto reconocer a escritores que se forjaron fuera del país, en el período de la dictadura?
- Yo estimo que es parte de la falta de interés que existe por la lectura de poesía en la actualidad, es decir, hay miles que escriben, pero pocos que leen. A contrario sensu, en mi generación había una avidez lectora. Nos intercambiábamos libros o los poetas mayores nos hacían sugerencias sobre qué poeta era necesario leer. Recuerdo a Juan Luis, cuando yo tenía quince años, enseñándome textos de los simbolistas, de los acmeístas rusos o clásicos japoneses como Basho o los de  Ogura Hyakunin Isshu.Tal vez el haber tenido una pléyade poetas de gran notoriedad, en la primera mitad del siglo XX indujo a una distorsión quimérica en las generaciones posteriores, que ha dado paso a un gran número de narcisismos apurados y destructivos.
Por eso creo que no se trata de una deuda personal, porque hay varias decenas de excelentes poetas que siempre han estado en Chile y que siguen siendo desconocidos. Sumado a esos factores habría que agregar que fueron más de veinte años que viví fuera del país y todos los años posteriores he estado en permanente movimiento. Salgo al menos, tres a cuatro veces, al año, a diferentes países por motivos poéticos


 - ¿O sea, hay una literatura que no se conoce en Chile de manera popular (la que se hizo fuera del país, en el exilio)?
- Fíjese que eso, en gran medida, es cierto. En mis viajes me he dado cuenta de una cantidad notable de poetas y narradores que no se sabe de ellos en Chile. A veces, se tiene un exiguo registro de ellos en los recovecos académicos de alguna universidad, pero de allí no hay más; oscuridad y sosiego. Recuerde que Bolaño, lo señaló en varias oportunidades, que el chileno no lee y dejó clara además su delicada repugnancia por la elite cultural de este país, tan expectorante y endogámica que se sofoca entre la cordillera y el Pacífico; y eso se condice con los narcisismos famélicos y calamitosos de que le hablo.
     
- ¿Actualmente que idioma usa usted para escribir, o le es más cómodo y por qué (imagino que ha escrito en sueco) y en este sentido, una poesía es un sueco u otro idioma, no queda igual   al traducirla al español, sólo se tiene que leer en sueco u otro idioma?
 -    Yo, por supuesto escribo en castellano, aunque he escrito entambién en sueco y en inglés, sin embargo el idioma natal de uno es el que le permite manejar y articular los matices que entrega la lengua materna. Más aún cuando uno escribe poesía, que requiere del artificio de la síntesis y de la eufonía de la palabra, amén del ritmo alegórico. Yo salí de país en mis primeros veinte, así es que ya tenía formada la matriz conceptual y retórica del idioma, por eso que soy ponderativo y castellanizante.
 -  ¿Qué recuerdos tienes de Valparaíso? ¿Cómo fue tu niñez en Playa Ancha? ¿Tiene algo de poético la ciudad, como dicen, y qué es o qué detectas?-       
A pesar de su paulatina y esmerada destrucción; y digo esmerada, porque hay algunas tribus urbanas que se esfuerzan por arruinarlo, sigue siendo una maravillosa esquina del mundo, me deleito cada vez que visito mi tierra natal, porque sigue siendo un remanso de belleza y desconciertos. Tengo a mis padres y hermanos en el cementerio marino, el Playa Ancha, cerca del océano, con un faro y pitosporos.
 Mi niñez en el barrio el Parque de Playa Ancha, hoy sector universitario, fue un conjunto inolvidable de vivencias que se relacionan con elementos míticos para mí, porque en esa etapa de mi infancia, esa área estaba circundada por jll.
Mis recuerdos están engarzados con aquellos que fueron mis amigos de la tierna infancia: Nono Bravo. Coyoyo Lattapiat, Uli Morales; con el Liceo 2 de Playa Ancha, donde tuve mis maestros primigenios en literatura, tales como el poeta chillanejo Sergio Hernández, Claudio Solar o Luis Valle. En esa misma época, mis lazos afectivos también fueron con mis vecinos de barrio, el Gitano Rodríguez, y Payo Grondona y posteriormente, ya a los quince años, con los poetas, Juan Luis Martínez, Tito Valenzuela y Eduardo Embry.
Ya en la Escuela de Derecho, a los dieciocho, conocí a Juan Cameron y ahí surgirá además una estrecha relación posterior, con la entonces llamada, ACLIT, Academia literaria del Instituto Pedagógico y con los poetas Renato Cárdenas, Gregorio Paredes y Ana María Veas y con los asiduos del otrora Café Cinema de Viña, donde concurrían Zurita, Eduardo Parra, de los Jaivas y Fernando Rodríguez, entre otros.
- ¿Tienes contacto con poetas de acá, sé que eres de denominada Generación de los Ochenta?
-Sí, efectivamente. Tengo relación permanente con Juan Cameron y contactos esporádicos con otros poetas porteños, tales como Cristián Vila, Sergio Madrid, Virgilio Rodríguez, Enrique Moro o Carlos Henrickson.
 Sin embargo, también tengo nexos eventuales y a veces más seguidos, con poetas de Santiago y el sur, entre los que cuento a Andrés Morales, Omar Lara. Manuel Silva Acevedo, Teresa Calderón, José Ángel Cuevas, Soledad Fariña y con varios de la genealogía del noventa,   
 Ahora para mí es importante destacar la relación que tengo aún, a pesar de la distancia, con mi antiguo colectivo, en concreto, con el ex Grupo Taller de Estocolmo: Sergio Infante y Adrián Santini.
-   ¿Qué destacas de la literatura chilena actual?
-Tal vez que la narrativa haya logrado un espacio, aunque reducido, en la esfera internacional. Nuestras plumas siguen siendo volátiles y efímeras en la captación de lectores internacionales, con la excepción de nombres como Bolaño, Isabel Allende, Skarmeta y Dorfman.
-  ¿Qué piensas de la editoriales independientes?
-    Son los pulmones literarios que permiten que se diversifique la producción literaria nacional, porque las grandes corporaciones del libro no andan en busca de talentos nuevos, sino que de consolidar ganancias y propiciar algunos nombres extranjero, es decir, afianzar el principio de la “sandía calada” lo digo parafraseando al novelista, Jorge Calvo.
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- -¿Chile es uno de los países donde el 80% de los escritores no gana un peso por escribir, la plata se va la editoriales y distribuidoras de libros, pasa eso en otros países?
- Bueno, habría que recurrir al adagio que señala: “en todas partes de cuecen habas”, ahora hay que hacer diferencias, sobretodo en el trato que se le da a la cultura y a los productos culturales en otros países y hacer además la diferencia entre países competentes y los inhabilitados. En la mayoría de las naciones aptas hay recursos, que aporta el estado, para entregar subvenciones o becas a los escritores de manera sostenida, de modo tal que no necesiten, por largos períodos o para siempre, buscar formas de manutención. No obstante eso, habrá un grupo que no logra esas prebendas, pero hay definitivamente un marcado hálito de justicia, como señala mi amigo el escritor Omar Pérez Santiago, porque las decisiones no pasan por la criba de jurados sesgados ni enrevesados.

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