Al señor de las fotos lo conocen como “el carreta” en San Pedro de Atacama y es una enciclopedia viva de artesanía y del más extremo carret. Lo inimaginable es que alguna vez “carreta” fue un Carabinero.
-¿Es verdad que fuiste paco?-
-Si alguna vez dentro de mi historia (mira hacia el cielo, respira y continúa) Ahora ando tranquilo, pacificado conmigo mismo.
Estamos sentados en la plaza del pueblo; es pasado mediodía. Luego pregunta qué onda nosotros; qué queremos y qué buscamos. Elucubra respecto a mostrar lo que realmente uno es; nada de escondites -mira mi sombrero-, sólo lo que uno es, insiste. Pensará que somos ratis. Le da un mordisco a un sándwich del que cae palta y luego nos pregunta, con una sonrisa, qué queremos.
-Cuántos años en San Pedro, carreta-
Piensa y responde: -catorce años.
Personas que pasan por el lado lo saludan. Ése que viene ahí, dice apuntando, quiere hablar conmigo, es mi sobrino. El “carreta” echó raíces en el pueblo. A su señora le dicen “la señora carreta” y así sucesivamente. “Carreta” ya es como un apellido.
El joven lo llama y un “carreta” dócil va. Lo esperamos unos minutos, sin embargo la conversación tiene para largo. Hablan y gesticulan.
Si uno pregunta en San Pedro por “el carreta”, la mayoría con diferentes matices te cuentan la misma historia.
Un tipo de un hostal dice que nuestro protagonista dejó de pertenecer a Carabineros pues en Santiago, de puro loco, comenzó a disparar al aire. En consecuencia lo expulsaron de la institución por loco.
Buscando su destino, un “carreta” medio hippie, arribó al seco poblado. De inmediato le gustó la buena onda que se respira por las calles y decidió instalarse. Sobrevivió como artesano. El hombre, y eso lo dicen todos, es un maestro haciendo lámparas, sombreros y otros artefactos con una paja que abunda en los alrededores del pueblo. El hombre también es un respetado orfebre.
En tanto, al “carreta” le gustó el eterno discurso místico del pueblo y las posibilidades de experimentar.
El hombre probó todo lo que había que probar y experimentó con todo lo que había que experimentar. Sus hazañas son bastante conocidas.
La efervescencia acumulada es evidente en “carreta”: a simple vista le quedan pocos dientes; sin embargo el detalle no opaca su sonrisa. Su rostro, carcomido por sol, está cruzado por profundos surcos que evidencian muchas madrugadas; las marcas también pueden ser efectos del despiadado sol. Quienes lo conocen dicen que el señor no tiene más de 40 años. Otros; apuestan por una cifra mayor ¿Tal vez 50 años?
Al “carreta” no le interesa la edad. No es tema; para él la existencia pasa por respirar, crear con sus dedos e intentar ser feliz. Eso es todo dice y el resto mira; la cáscara no interesa demasiado.
Tanto es la popularidad del señor, que hasta hace poco mantenía un grupo de Facebook, que se denominaba “Yo carretié con el carreta”.
Tatuajes
El carreta tiene varios tatuajes, como por ejemplo: en la pierna derecha tiene marcado su número de carné de identidad; en la pierna izquierda, un mapa de Chile; en el hombro derecho, una fantasía sobre el cactus San Pedro y en el brazo izquierdo, un símbolo de la Universidad de Chile. Todos los trabajos se los ha realizando en el pueblo, donde es una celebridad.
Foto: Sebastián Rojas.