La mayor de pelo rojizo se hace llamar Operetta y la otra, su hermana, la de cabello celeste, prefiere que le digan Ghoulia. Esta última es la hija inteligente, remarca en un tono suave, de un zombie; es decir una chica zombie que es un rayo para los números y la astronomía. Operetta, en cambio, desciende del fantasma de la ópera y en consecuencia es poseedora de un talento especial, dice y luego pestañea, para la música.
Operetta canta. Operetta, en su fantasía, baila. Sin embargo ahora está quieta; algo cansada y con un poco de hambre después de la caminata Monster High.
Ghoulia no habla demasiado pues su personaje es tímido, más bien observador. Ambas chicas delgadas, rostro pálido y cabello liso, las hermanas Aguilera, permanecen sentadas en el patio de comida del mall, para explicar por qué llegaron a transformarse en las Monster High de carne y hueso; por lo menos, de esa manera quieren llamarse o que le digan.
Ambas alborotan el ambiente cuando pasean por las calles peatonales de Antofagasta; por esto las acompañamos en un paseo hasta el mall que puede resumirse como singular.
Para algunas niñas fue como encontrarse con el viejo pascuero.
-¿Qué son ustedes señoritas: un juguete, un juguete con sangre o simples fans?
Operetta, algo desconfiada, pregunta por el tono de la entrevista. Luego de las explicaciones del caso, Operetta buscando su reflejo en el vidrio aclara que ser una Monster High es un estilo de vida. Luego de la tajante respuesta hay un silencio.
Al parecer, señores, estamos en el surgimiento de una nueva tribu urbana: las Monster High. Ghoulia, la más rígida, asiente con su cabeza dando la razón a su hermana. Ghoulia en realidad es Rocío o viceversa, tiene 16 años y cursa la enseñanza media. Ghoulia juega a las muñecas desde que tiene uso de razón. Las Monster High llegaron a su vida hace un par de años.
La pregunta parece darle vuelta por la cabeza a Ghoulia. La chica responde en seco que la pasión por las muñecas también se puede vivir. Elucubramos sobre el dilema en que las muñecas pasen de moda; por ahora, las chicas disfrutan. El pesimismo es para los viejos, larga la menor.
Operetta, más relajada, redondea que decidieron cumplir un anhelo de cualquier niña o adolescente, transformarse en muñecas de verdad y llevar también alegría a las niñas que gustan del diseño de las Monster High.
Doctor Frankestein
El señor que llega con los sushis a la mesa es Johnny Johnn, a quien en este juego de muñecos con piel y uñas podemos denominarlo como el Doctor Frankestein. Nuestro amigo que se dedica al maquillaje de efectos especiales es una máquina de crear bichos raros. Se hizo conocido por armar el túnel más terrorífico de Chile en el Happy Land de Antofagasta. Cada dos meses hace una zombie walk. Sus especialidades van de las cabezas medias abolladas por efecto de algún martillazo y la sangre seca entremedio de los tajos; en definitiva el señor es un capo. Hay que decirlo: el hombre se proyecta en Hollywood; ahora está en Antofagasta.
Uno de los varios anhelos Johnny Johnn es sumar al lote de muñecas vivas a la hija de Freddy Krueger. La hija del villano de Pesadilla no está en la colección, pero el bueno Johnny dice, seguro, que la puede sacar. Jura que armará la muñeca de carne y hueso para una próxima zombie walk en Antofagasta.
-¿Y no te gustaría armar la Monster High hija de Frankestein, aunque Frankie asuste poco y nada?
Johnny responde serio: -Creo que la hija de Freddy daría más que hablar.
Operetta mira embelesada a Johnny.
En esta película de terror Operetta, sin dudas, tiene el rol principal. La chica de ojos almendrados se llama Marietta Aguilera, 19 años, diseñadora y es la novia del maquillador de efectos especiales. Antes de sacar conclusiones sobre el origen de la idea; Operetta aclara que transformarse en muñecas se hizo más fácil por su relación con Johnny. El joven delgado que parece Peter Pan, pero vestido de negro, es el responsable de todo.
Comen sushi.
¿Y Draculona?
La pregunta se repite mientras bajamos por una calle peatonal en dirección al mall. Las niñas, especialmente, se acercan tímidas a las muñecas. La escena tiene un tufo a los días de Baby Vamp, sin embargo esto es más tierno. Operetta y Ghoulia miran alrededor y a veces no tienen muy claro lo que provocan. Algunos señores le lanza piropos; otros creen que son parte de alguna de esas películas raras que se filman de vez en cuando en el desierto.
Draculona está en la casa, responde a cada tanto el maquillador, transformado en una especie de mánager de las chicas.
Operetta y Ghoulia descienden en un intercalado paso tranquilo y nervioso rumbo al mall. Saben lo necesario de asumir su nueva personalidad.
-¿Cómo es el día de una Monster High?
Operetta responde: nos levantamos tarde. Luego buscamos en Youtube la serie de las Monster High; allí pasamos varias horas hasta que nos da hambre. Después dormimos, comemos y salimos. Una vez a la semana, en promedio, nos maquillamos como Monster High, aunque tratamos que el maquillaje nos dure hasta el otro día.
Es fácil hallar la respuesta sobre qué piensan la familia de ellas. Hay apoyo, aclara Ghoulia.
El andar de las chicas no pasa desapercibido en ningún rato.
Las Monster High disfrutan el sushi y las bebidas aunque Operetta aclara que tiene la suerte de comer de todo y no engordar. La mayoría de quienes estamos en el patio de comida padece sobrepeso. Esta vez los adultos parecen concentrados en comer que mirar al trío de chicos estetas. Sin embargo, una chica de no más de 8 años se acerca y le pide a su mamá que le saque una fotografía al lado de Operetta.
La chica sonríe.
A estas alturas nuestra amiga es toda una estrella de rock. Mientras Operetta muele el wasabi en la salsa de soya, Johnny Johnn explica que demora cuatro horas en maquillar a las chicas. Usa un maquillaje llamado Kryolan, el mismo que se usa en las películas de terror.
-¿Quizás en 20 años más se avergüencen o rían de lo que hace ahora?
Ninguna de las chicas responde. Las Monster High tienen hambre y están agotadas.
Foto: Sebastián Rojas.