Danilo muestra la nariz, se pellizca el rostro y luego dice que todo ese cutis terso es efecto del aceite humano. Danilo retrocede en su historia para explicar lo de su nariz. Danilo mira al cielo y piensa. Fue cuando no tenía ni guata ni el cabello largo le caía en resortes sobre su frente como ahora. Fue cuando Danilo bordeaba los 20 años, en Santiago y no tenía idea de lo que haría con su vida.
El bus lo agarró de costado y lo salpicó hacia la cuneta. Un día después, en el hospital, Danilo entendió que el bus le había descocido el rostro entre la frente y la nariz. Ahora mantenía 10 puntos en su cara. Fue en el hospital cuando le hablaron del aceite humano para arreglarse el rostro. Buscó y probó.
Hoy Danilo que se hace llamar como “Danilo, el humano” o “Danilo, el aceitoso”, tiene 46 años y lleva 21 años vendiendo aceite humano entre Calama y Coquimbo. Quienes lo conocen pueden testimoniar que el señor es el más serio vendedor del ungüento por estas pampas. No tiene rivales.
Lo conocimos en la calle. Vocea que tiene aceite humano y de lobo marino. Reconoce que vender el asuntillo le ha traído algunos problemas; la mayoría por la ignorancia de las personas. En Calama, por ejemplo, surgió el rumor que vendía aceite humano con Sida; en consecuencia lo funaron y persiguieron.
Disparates como el anterior son habituales en el oficio. Ni hablar de las preguntas que le hacen por el origen del aceite. Lo único que Danilo puede decir es que el bálsamo es extraído de deshechos humanos tras operaciones.
secreto del aceite
El problema es que Danilo desconoce la fórmula. El secreto de la pomada lo cobija con recelo la señora Elena, de 80 años, quien reside en Iquique. Danilo, abriendo los ojos, dice que la mujer prometió llevarse la fórmula a la tumba; ni siquiera se la ha revelado a sus hijos.
El robusto y sonriente Danilo, dice que la crema se hace con más ingredientes que el aceite humano; algo así como seis ingredientes extras.
-¿Quizás debe echar a la juguera las grasas de las lipos con mentolato?
-No sé como lo hará, pero el resultado es bueno, según me dicen los clientes.
Además de curar cicatrices y dejar la piel como la de guagua, Danilo afirma que su producto también es bueno para la calvicie. Se toca el pelo. Danilo no parece de 46 años; hay que decirlo: se ve más joven. Con un sonrisa, afirma que le gusta la noche y pasarla bien; claro, el aceite humano le da para gastar en cervezas y otros placeres.
$5 mil
El señor vende el pequeño envase con aceite en $5 mil pesos. Para lograr resultados en cicatrices, dice como un médico, se debe hacer un tratamiento que involucra más envases. Es decir, es necesario hacerse un cliente del señor y los tiene.
El gran problema para nuestro amigo es no saber hasta cuando le va durar la señora Elena. Danilo levanta las manos, cuando le pregunto que hará con su vida cuando la mujer muera.
Por ahora, recibe la cuota semanal y hasta mensual de las pomadas. La fábrica de aceite humano de la señora Elena parece seguir adelante pues Danilo, el bello, es Og Mandino.