El radio patrulla se detiene frente a la casa. Luis Toledo Vilca, de 25 años en octubre de 1973, periodista y subdirector del cerrado diario de izquierda “El popular”, piensa que no regresará. El hombre que baja del vehículo policial, en vez de apresarlo lo saluda. El señor se presenta como el padre Zenteno, capellán de Carabineros. El cura le hace un gesto a los uniformados, como diciendo que éste no es el buscado. Al otro año, cuando la cacería es considerable, Toledo, parte a Perú.
La vida de este reconocido académico de ciencias de la comunicación y sociales, politólogo, nacido en María Elena cuenta con varios hechos fortuitos en contextos de crisis. Puede decirse que Toledo ha sobrevivido a dos golpes de estado y a la ciudad más peligrosa del mundo: Pinochet en Chile en 1973; Morales Bermúdez en Perú en 1975 y el conflicto entre contras y sandinistas en Nicaragua a mediados de los años ochenta, y que salpicó a San Pedro Sula, Honduras, donde él vivía.
Luis Toledo, con 67 años que no se le perciben por efecto, dice, a su vida sana (es semi vegetariano), separado y dos hijos que viven en Suiza, pretende a mediano plazo embarcarse primero a Santiago y después a Argentina, para estudiar un doctorado. Este hombre moreno que mantiene una foto del Che Guevara junto a Allende, adherida a la pared de su oficina, reconoce que desea investigar sobre la nueva postura de los mapuches dentro de la sociedad. El plan de Toledo es por efecto del cese de la Universidad del Mar, donde queda poco por hacer.
“u” casi muerta
La imagen que proyecta la ventana de la estrecha oficina de este académico es triste: no hay ningún alumno en los pasillos. La universidad parece muerta sino fuera por el sonido de alguna radio encendida de los funcionarios.
Hoy el profesor conocido como “messie” u “omar sharif” por sus alumnos (sonríe cuando nombro los apodos), además de leer a pensadores políticos, está enfrascado en el conflicto de la universidad. Toledo es presidente del sindicato. Resume que la tragedia de la casa de estudios les ha traído desprestigio académico y sufrimiento moral.
El académico reconoce que ha sido testigo de que el lucro mata dos veces. No se trata de la famosa serie del Agente 007 con licencia para matar, “Sólo se vive dos veces”, aclara, sino de la vida universitaria de Antofagasta. Aquí, el afán de lucro asesinó a dos universidades en tan sólo 10 años.
Dice que el afán de lucro, destruyó carreras académicas y un proyecto universitario que había iniciado el camino de construirse como la Universidad de las Ciencias Sociales del Norte Grande chileno: la Universidad José Santos Ossa (UJSO) comprada en 2003 por Sergio Vera, uno de los cuatro “dueños” de la Universidad del Mar por la suma de $800 millones pagados al contado, en partes iguales a los dos controladores de la UJSO, los hermanos Eduardo y Jaime Valenzuela Acuña.
“Hoy, 10 años después, el lucro vuelve a matar, esta vez, a la propia Universidad del Mar de Antofagasta”.
sorpresas da la vida
A pesar del desconcertante presente en la U del Mar, la vida de Toledo desde 1973 en adelante tiene ribetes de película.
La salvada que le hizo el capellán de Carabineros inició esta crónica. El padre jesuita Zenteno, que después ha sido cuestionado por su actuar en la época, dice que por lo menos a él lo ayudó. Recuerda que los padres jesuitas siempre estuvieron conectados con los jóvenes intelectuales. Toledo nombra a varios padres.
Antes del 11 de septiembre, Toledo, militante comunista, había terminado sus estudios de periodismo en la ex Universidad del Norte y era subdirector del diario “El Popular”. Tras el golpe, al diario se le prohíbe funcionar. Dice, con una mueca, que el Mercurio local tildó de “guarida de extremistas” a “El Popular”, tras el allanamiento por organismos de seguridad. Tras esto, Toledo vive casi en la clandestinidad entre Santiago y Antofagasta. Luego sale con un pase de periodista de la revista Ercilla a Tacna, Perú, donde se lleva a su familia, su mujer, sus hijas y su suegra.
En Perú, logra trabajar como académico y también estudia. El golpe de estado que destituye a Velasco, proclive a la izquierda, coincide con una fortuita visa para vivir en Suiza como refugiado político. Parte con la familia a ese país precaviendo una persecución. En Suiza llega a una casa donde conviven refugiados de todo el mundo como rusos que odian a los comunistas. Luego de esta singular experiencia, Toledo decide estudiar en Lausana, becado, donde logra un magister. Tras esto, parte a perfeccionarse a París. En el período de Francia, se separa de su esposa.
Después viaja a Honduras, aunque su intención era Nicaragua, para apoyar la lucha sandinista. Honduras no es lo mismo que Suiza, pero Toledo al fin y al cabo se acostumbra. Vive en la ciudad de San Pedro Sula, donde hay muertos y mutilados por machete todos los días. Toledo desarrolla actividades académicas, a veces a policías. Algunos policías lo conocen y eso lo ayuda. Bordea los 50 años cuando recrudece el conflicto en Honduras y Nicaragua. Aterriza en Chile a principio de los años 90, tiempo en que se consolida en la recordada UJSO y luego en la U. del Mar.
Toledo recuerda que no tuvo una buena relación por asuntos políticos con el ex director del Mercurio y ex decano de humanidades de la UCN, Mario Cortés Flores. Recuerda que Cortés le impidió el ingreso como académico a la UCN, a principio de la década del 90. Lo anterior por rencillas dentro del gobierno de la UP, cuando Toledo era subdirector del comunista “Popular” y Cortés del Mercurio. Toledo evoca que Cortés nunca estudió periodismo. Dice que Cortés quiso estudiar periodismo ya anciano en la ex UJSO. Como directivo académico, Toledo se opuso a recibirlo por la posibilidad de que el señor tuviera un accidente en el campus, “él tenía que acreditar seguros”, afirma.