El 20 de enero, Puyian de 479 kilos, 8 años, terminaba tercero en las arenas del hipódromo de Antofagasta. Fue el mejor resultado de este caballo en los cuatros meses que alcanzó a estar en el norte. Puyian había recalado aquí, después de un trayecto de altos y bajos en el hipódromo Chile, en Santiago. Ayer este corcel permanecía con las patas tiesas apuntando hacia un establo y bajo una nube de moscas que iba creciendo con el paso de las horas.
A medio metro del finasangre un niño se tapa la nariz. Puyian falleció a las 4 de la madrugada del domingo.
Ahora el preparador Hugo Vásquez, del Stud 7, hace desesperadas gestiones con un personaje de la administración del acabado Club Hípico, con el fin de solicitar ayuda para retirar al animal de casi media tonelada.
Luego de hablar por teléfono, Vásquez, visiblemente decepcionado, dice que ya nada le interesa a la administración. Con vehemencia afirma que estos tienen un tractor en desuso y que podrían haberlo prestado. Al hombre le urge retirar a Puyian por el proceso de descomposición en que se encuentra. En los Stud (retablos) aledaños, viven familias. Un niño de no más de 10 años, observa la conversación con el preparador del caballo. El niño dice que el caballo está hediondo.
Afuera del establo, en una franja de arena que separa los retablos tipo casas y las murallas, otros niños juegan con un perro galgo.
Hugo Vásquez dice que se quedará esperando a personal del SAG, con el propósito que puedan llevarse al equino.
-¿Y de qué murió el caballo?
-De un cólico; o sea un problema estomacal que venía arrastrando.
Dejamos al Stud 7 con el caballo muerto y seguimos por la franja de arena, en dirección al retablo donde se encuentra el vocero de los preparadores.
Recordemos que el recinto está en proceso de venta. La noticia provocó un litigio en favor de los trabajadores del hipódromo, la sensibilidad de políticos, ministros y entre otros aspectos, activó el drama social de las alrededor de 40 familias que habitan en el sector. Estas familias no tienen muy claro dónde irán a parar.
caballos tristes
Otra arista del problema es la situación de los caballos que puede considerarse como crítica, según el presidente de los preparadores, Víctor Gallardo.
Gallardo es propietario de Fantom, 12 años, 37 triunfos, uno de los finasangre más ganadores del Club Hípico. Fantom, como el resto, permanece encerrado en su retablo.
Actualmente son 166 caballos de carrera los que resguardan los establos. Gallardo, quien usa una cadena de oro con un símbolo hípico, dice sosegado que los animales al no estar en competencia ni mantener un entrenamiento constante, comienzan a padecer de estrés. “Ellos están acostumbrados a correr y hace alrededor de un mes que no compiten; esto los afecta. Los caballos son muy sensibles, captan todo lo que sucede y aquí el drama es de todos. Ellos también están sufriendo”.
Gallardo afirma que un efecto concreto del fin del hipódromo hacia los caballos, es la baja en la ración diaria de la alimentación. Dice que se les bajó a la mitad, pues ya no están compitiendo y en consecuencia queman menos calorías. Luego reconoce que también es una manera de ahorrar. La mala situación económica afecta a todos, dice el señor con rostro atribulado.
El cambio de dieta y la falta de movimiento están generando consecuencias en la salud de los caballos. Gallardo, bajando la mirada, reconoce el dilema y dice que en algunos casos los equinos puede enfrentar cólicos y otros problemas gástricos.
-¿Entonces no es raro pensar que la muerte de Puyian, es efecto de estos cambios bruscos de dieta y de actividades?
-El caballo pudo estar enfermo, no obstante su muerte puede estar relacionado con el trastorno de la rutina. Como le digo, aquí los caballos están sufriendo.
-¿Es decir, así como están las cosas se podrían morir otros caballos?
-Podría pasar.
drama de trabajadores
Gallardo sabe de buenos tiempos en el hipódromo. Recuerda que los mejores años fueron a mediados de la década de los 90; el año 95 cuando apareció el teletrack. El hipódromo bullía.
El señor se entusiasma; junto a él, está Pedro Cerón, otro hípico de la vieja escuela. Elucubran sobre los tiempos buenos, mientras escuchan una radio que transmiten noticias.
Saben, en todo caso, que desde ahora deberán vivir de los recuerdos. Ambos no tiene muy claro qué harán.
Gallardo dice que nadie se ha preocupado del tema sicológico de los trabajadores. El hombre cuenta que lleva 25 años ligado al hipódromo; toda una vida, afirma. Por consiguiente es duro lo que está viviendo. Dice que su caballo, Fantom, es su compañero. Fantom está encerrado.
Ahora que llegaron vacas flacas, afirma Cerón, esperan la intervención de la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei. “Ella está al tanto de nuestro problema y estudiará el caso. La idea es que en la suprema se declare la venta de ilegal”, afirma el señor en tono convincente.
Afuera de los retablos escuchan voces de niños jugando y ladridos de perros.
Gallardo afirma que de ningún organismo ha llegado una solución concreta para trasplantar a las familias.
Mientras enumera con sus dedos, dice que al sector han llegado políticos y el personal del municipio. Sin embargo ninguno hasta ahora ha entregado una propuesta concreta.
Entiende que las familias deberán empezar los trámites para conseguir casas desde un principio, y eso tarda años.
La agonía del Club Hípico de Antofagasta continúa, a ratos imperceptible. Ahora el drama es el destino de los caballos.