“Caminé hasta Ossa con Uribe y me enfrenté al desconcierto del centro. Me asomé por Plaza Sotomayor para ver que había: dos pacos hablando con tres tipos de forma incriminatoria. Los esposaron y se lo llevaron detenidos. Mucha gente con poleras de la U, nadie con las del CDA”.
El extracto es de la novela Bomboclat (97 páginas) de Marcelo Cheloi, 28 años, periodista y que se define como especialista en fútbol (es hincha del CDA) y boxeo (lo practica). Bomboclat es una palabra de una lengua nativa de Jamaica que según el contexto puede significar un insulto o una expresión de sorpresa. La novela, publicada por la editorial Emergencia Narrativa de Valparaíso, fue presentada hace una semana en Antofagasta.
La mayor parte del texto transcurre en Viña del Mar, sin embargo hay alrededor de 10 páginas dedicadas a esta urbe. La familia de Cheloi vive acá. Cheloi egresó en 2002 de cuarto medio del British School.
La novela continúa: “En Antofagasta la gente es tan extraña. No asombra que el reciclaje de personas esté tan estancado. A la hora de hacer amigos importa más el status que la afinidad, así que al final, uno conecta exclusivamente a través de la coincidencia socioeconómica”.
La mirada del protagonista de la novela de Cheloi, Baco, es crítica; puede ser la mirada de un joven que busca reconciliarse con el mismo. Baco se refugia en una vida de excesos que comparte con su generación. Desde un café, Cheloi explica que su generación es hedonista; que las amistades se deshacen en un abrir y cerrar de ojos; que los proyectos quedan truncados porque uno de los amigos optó ganar más dinero.
El mérito de Bomboclat es exhibir, desde adentro, a esa generación que opta por el placer. En la contraportada del libro se lee que Bomboclat, describe sin contemplaciones cómo es la noche en los ambientes más acomodados de la ciudad.
Baco cultiva marihuana “indoor” y vende; a veces traga pastillas; Baco escucha música electrónica y eso le permite estar conectado con su interior; a Baco no le cuesta encontrar pareja para tener relaciones sexuales, sin embargo hace el amor con Camila.
-¿Cuánto es autobiográfico del relato?
Cheloi reconoce que ante cualquier cosa es un observador analítico. Ha visto y vivido.
Dice que su método de trabajo fue absorber experiencias y luego llegar a la casa y escribirlas, “a veces utilizaba la grabadora”.
Marcelo hoy se encuentra en Antofagasta, luego de vivir varios años en la Quinta Región. Reconoce que este último viaje lo reconcilió con la ciudad. “Estoy en un etapa de mi vida más abierta; quiero ir para adelante”, afirma.
En esa percepción del antofagastino que regresa cada cierto tiempo, le llama la atención las rápidas mutaciones de la ciudad y la actividad cultural que se puede sintetizar en lo que será la nueva biblioteca; lugar que conoció.
Hoy le entusiasma desarrollar una serie de proyectos relacionados al periodismo, literatura (entrevista audiovisual con escritores) y música electrónica. En consecuencia ya tiene inscrito un sitio web, que pronto espera nutrir.