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Channel: En la frontera
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Las grandes olas que tapan el sol

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El Garuma, bote a motor de color blanco, parece navegar sobre una mesa de billar. Por ahora surcamos por esas aguas pasivas entre el continente y la Isla Santa María.
Raúl Riquelme, dueño del bote y quien emprendió el último verano la idea de circundar la isla en un tour pagado,  nos dice que la ola monumental que buscamos; la gran ola que surfistas como Ramón Navarro consideran  como la más grande de Chile, se encuentra al otro lado.
En un día de marejada como éste,  con cierta fortuna podríamos presenciar donde se forma una muralla de líquido de algo así como ocho metros. Por ahora, en el sector donde andamos, todo es tranquilidad.
La isla se presenta enigmática, desierta, como el lomo de un gran dinosaurio dormido. La cruzan aves como los fotogénicos Pimpineles de pico rojo. Raúl Riquelme, apunta hacia una lengua de arena, y dice que ahí, en cierta época del año, desova el gaviotín chico. Sentado en la arena descansa un hombre; a su lado hay un montículo de algas. Por este tiempo el sector vive una especie de fiebre del alga; esto por el alto precio que se está pagando.
Un señor con traje de rana nada de manera tranquila en dirección al continente. Son 800 metros de pataleo. El hombre va  apoyado en un flotador al que suma un chinguillo cargado de mariscos. Se tapa el rostro cuando lo saludamos. Raúl explica que el señor y su hermano llevan varios años haciendo la misma labor. Dice que ambos están sobre los 60 años, pero se mantienen intactos por el nado. En tierra lo espera un furgón, que los regresa a Antofagasta, donde viven. Nuestro capitán recuerda a una chica, de no más de 20 años, que en verano cruza a nado hasta la isla.
Un ave cae en picada al mar. Riquelme, quien ha buceado por el sector, confirma que bajo las heladas aguas hay un sinfín de especies. Por algo la zona es célebre entre los buceadores.
 El dueño del Garuma alardea que ha buceado todo el sector. Lo más impresionante, dice mientras avanzamos hacia el vértice sur de la isla, es nadar al lado de ballenas. El tema lo apasiona, abre los ojos cuando cuenta esto.  Las orcas llegan una vez al año al sector, en el mes de marzo. Las define como animales inteligentes, pues distinguen entre un humano y un lobo marino que es su alimento. Hay un riesgo, aclara el capitán, pero es algo extremadamente hermoso. 
Ya en la punta, justo al costado donde vemos  una pequeña formación de rocas como una portada atrofiada, nos agarra la energía de la marejada.
En medio de la ondulación, el bote sube y baja. Las marejadas se han extendido por toda la semana. Nos sentimos como el hindú y el tigre en la película “Una aventura extraordinaria”. Riquelme nos calma y afirma que ha navegado en situaciones peores, sin embargo no sabe cómo está al otro lado, donde se forman las grandes olas, cuya espuma es visible a varios kilómetros, desde Caleta Constitución.

Chungungos tímidos


El capitán que es de pocas palabras, gira la embarcación. Dejamos el sector de marejada y ya comenzando a circundar la zona oeste de la isla nos metemos entre grandes rocas que parece iceberg o semejan pequeños edificios.
El agua parece más tranquila. Entre las rocas aparecen lobos marinos, grandes y pequeños. No se inmutan al vernos. Bandadas de aves se esparcen mientras avanzamos. Los pelicanos nos vigilan desde las puntas. Nos detenemos para presenciar los sigilosos clavados de los chungungos o nutrias de mar. La tranquilidad del agua permite seguir su nado.
Riquelme nos dice que los chungungos son animales tímidos. No es fácil fotografiarlos, pues al ver alguna embarcación venir a las rocas donde descansan se introducen al agua.
 Dejamos la zona de las grandes rocas; ahora Riquelme conduce el bote en línea directa hacia mar adentro. El objetivo, explica el capitán, es llegar al punto donde se forman las grandes olas. Dice que si navegamos pegados a la isla, como lo hicimos por el otro lado, corremos el riesgo que nos agarra una.
Nubarrones de aves hacen vuelos zigzagueantes; parece que bailaran, afirma Riquelme con una sonrisa. Cerritos de alga se perciben en la costa y alguna que otra figura humana.
Regresa el vaivén de la marejada; esta vez más espeso, algo parecido a estar en medio de un caldo concentrado. El capitán nos explica que justo donde estamos, comienza una de las olas más grandes. Apunta. La muralla se forma detrás de nuestra embarcación; nos mueve y suelta. Luego va creciendo hasta llegar a la costa. Riquelme afirma que esta ola no es la favorita de los surfistas. Unos kilómetros más allá, yendo al sur se forma la otra; la gran ola que tapa el sol, afirma el capitán con soltura. La misma ola que se ve a varios kilómetros en tierra.
Navegamos más rápido. Riquelme amenaza con pasar por la ola cuando esté más crecida. Dice que sabe un camino. Calcula. Luego disiente por la marejada. Pasamos por un punto donde ésta nace. Otra vez el vaivén y los nervios. La muralla de agua pasa bajo el bote como un bebé; luego en unos segundos crece, madura en una criatura de más de seis metros hasta agonizar y morir frente la isla.
Riquelme dice que en este punto deja a los surfistas durante la mañana: por la tarde los recoge. No vienen siempre.  Luego elucubra en lo extremo que son esos chicos.
Seguimos. Volteamos por el vértice norte de la isla. El agua comienza a apaciguarse. Hay un par de cuevas y unas playas. Después de casi una hora de viaje regresamos. Pisar la tierra nos tranquiliza.
Circundar la isla en esta época del año es una experiencia extrema, pero  vale la pena para apreciar a la naturaleza en plena ebullición.

Fotos: Sebastián Rojas Rojo.

Evolución del narcotráfico en Colombia, según cónsul en Antofagasta

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El cónsul de Colombia en Antofagasta, el economista Julio Byron Viveros Chaves, se define como un desplazado más. Explica que un desplazado puede considerarse cualquier persona relegada por la fuerza del lugar donde vive. Julio Byron dice que cuando fue gobernador de Putumayo, provincia del suroeste de Colombia y que limita con la frontera con Ecuador, recibió amenazas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.
Según el cónsul, las FARC juegan un rol fundamental en el narcotráfico.
En consecuencia Julio Byron deja su empleo y se traslada junto a su familia a una zona más segura. Pronto es designado por el gobierno para asumir como cónsul en Antofagasta, cargo que ostenta en la actualidad.
El cónsul reconoce que la intimidación fue por efecto de su trabajo  para erradicar los cultivos de coca de la provincia de Putumayo; esto generó la presión de los grupos armados y de los narcotraficantes.
Desde su oficina al interior del moderno consulado que atiende un promedio de 50 personas al día,  Julio Byron Viveros, afirma que el territorio de Putumayo es dominado por la FARC, quienes ejercen control sobre los campesinos.
Así, la FARC obligan a los campesinos a cultivar la coca en una suerte de esclavitud, pues ni siquiera les pagan con dinero; por el contrario le cancelan con  la misma coca. Luego la cocaína es comercializada a grupos armados conocidos como bandas criminales emergentes (Bacrim), que están asociados a las FARC.
Las Bacrim son quienes distribuyen la droga a los carteles mexicanos, como el de Sinaloa y Los Zetas.
De esta manera el panorama general es de inseguridad; condición que lleva a las personas a buscar un territorio más fiable dónde vivir. El fenómeno del desplazamiento abarca todas las provincias, situación que se evidencia en el recambio constante de personas.
  Un porcentaje de estos desplazados es el que emigra al norte de Chile,  zona que según el cónsul, es vista como una meta por la alta demanda laboral, tranquilidad y clima. Sin embargo aquí el ímpetu de los inmigrantes por mejorar su vida colisiona con un sistema de extranjería lento y engorroso, pero es otra problemática.

Dinosaurio Pablo
Para Julio Byron hablar de Pablo Escobar, es como preguntarle por un animal prehistórico; una especie de dinosaurio.
Lo mismo piensa de los carteles de Bogotá, manejados por Gonzalo Rodríguez Gacha conocido por “el mexicano”  o el de Cali, de los hermanos Rodríguez Orejuela. Entiende que el tema está de moda en Chile por la serie “El Patrón del mal” y por el libro “La Parábola de Pablo”.
 Dicen que ya pasaron 20 años del “Patrón” y que el narcotráfico evolucionó. El gran problema actual es la atomización del problema, pues hasta hace un par daños se conocían los nombres y rostros. El cónsul se entusiasma; toma una hoja y comienza a dibujar un esquema.
En la punta está el cartel de Medellín y Pablo Escobar; luego el dibujo comienza a abrirse.
Sucede que quienes perseguían a Escobar llegan a la cúspide del narcotráfico bajo el amparo de las FARC. El grupo guerrillero es quien genera las condiciones para que el narcotráfico se expanda.
Aquí Julio Byron Viveros cita a la serie que está en boga en Colombia; se trata de “Tres Caínes”, que relata la historia de los fundadores de un grupo paramilitar posterior a la época de Escobar liderado por los hermanos Castaño (en el “Patrón del Mal” son los hermanos Moreno).
En “Tres Caínes” la historia de Fidel, Vicente y Carlos Castaño, que al fundar las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) crearon un paraguas que agrupó a escuadrones paramilitares y a quienes las autoridades señalan por cientos de masacres.
Julio Byron afirma que a diferencia de la época de Escobar; está vez es un ejército de 30 mil combatientes destinados al narcotráfico.
En el momento que la AUC alcanzaban la cúspide del narcotráfico, Estados Unidos interviene. Tras tiras y aflojas, en  2003 se  produce la desmovilización bajo el gobierno de Alvaro Uribe.
Actualmente los hermanos Castaño están muertos o fueron dados por desaparecidos.  Por debajo la FARC continuaron con su trabajo.
Los herederos de las AUC son la Bacrim, que recogieron a todos los paramilitares narcos.
A diferencias de las AUC, las Bacrim mantuvieron disputas entre ellas hasta consolidarse bajo el amparo de la FARC.
El cónsul dice que están divididas en grupos que controlan diversos territorios.
Su accionar es violento y operan como mafias, con todo lo que esto implica.
Dice que son el nuevo enemigo del país y la mayor amenaza a la seguridad. Las Bacrim están fuertemente armadas y mantienen capacidad para planear ataques.
En consecuencia el cónsul dice que la realidad de Colombia es muy distinta a la de Pablo Escobar, dónde se sabía el rostro que estaba detrás de los crímenes.            

El costo de la minería lo paga la pesca

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La casa de madera ubicada al costado norte de la Caleta Constitución siempre está con la puerta abierta. La Lucha, insigne homosexual y que ahora hace de relacionador público, nos dice que esperemos. El viento mantiene crispado al mar; las calaminas suenan.
La Lucha, cimbreante, entra a la morada de Humberto Mella. Adentro hay gente y gatos. Se escucha el cuchicheo. Luego unos minutos de brisa, la Lucha nos hace pasar. Don Humberto está sentado en la cabecera de una mesa larga y gruesa, de palo rústico. Un señor lava los platos; mientras dos gatos observan la escena. Hay detalles en lugar que dan cuenta que la casa se ocupa como sede social. 
Al vernos entrar, un señor de bigotes, moreno, ancho de espalada, se para y se ubica en otro punto de la mesa. La Lucha se sienta al lado del patrón, enciende un cigarrillo y nos presenta al hombre más respetado de la caleta. A un costado de los brazos de Mella, hay boletas, facturas y uno de esos nuevos testamentos que obsequian los Gedeones.
La Lucha, minutos antes, aclaró tapándose la boca con la mano simulando un ronquido, que al hombre no le gusta la bulla.
Humberto Mella es el responsable de la bifurcación de asfalto que se desprende del camino a Juan López, y en especial, del muelle. Su presencia en el lugar data de principio de los años 80. Mella arribó a la caleta como si fuera el chango López. Estacionó su bote y armó un ruco. Junto a nuestro protagonista arribaron otros pescadores. Luego trajeron a su familia y la caleta comenzó a crecer.
Entretanto, el hombre ha recorrido el país pescando. Su tatuaje en el brazo derecho se lo hizo en el Golfo de Arauco. Con propiedad dice que el marisco del sur es más rico que el del norte; esto puede comprobarse en el caso del loco.
El patrón que va por los 70 años, con hijos, nietos y bisnietos pescadores, cinco libros publicados sobre anécdotas de pescadores, dice en voz silente que en este momento ostenta el cargo de tesorero de la caleta y está bien con eso, pues decidió alejarse del protagonismo; aunque, clarifica, es quien cuenta con mayor adhesión de los vecinos y en consecuencia se declara como el líder natural de la caleta. La Lucha, con mirada sumisa, asiente con la cabeza esto último.
Don Humberto, que usa varios anillos de oro en sus dedos, recuerda que fue presidente nacional y mundial de los pescadores. El hombre de ojos verdes y piel mordida por el sol, dice haber estado en 40 países; discurseado en Francia, Asia y en Africa.
Nombra a los ex presidentes Ricardo Lagos y Eduardo Frei, como quien nombrara a los vecinos. Mella es un entendido de las reivindicaciones del sector. Habla de los pescadores como si fueran una tribu, con costumbres propias comparables a los aymaras o mapuches. Por consiguiente le preocupa el futuro de sus nietos y bisnietos, todos pescadores, con la nueva Ley de Pesca. “Lo nuestro es un trabajo hereditario que se trastoca al privatizar el mar”, afirma ante la mirada de los presentes. “No puede ser que siete familias se repartan los recursos”, alega.

contaminación
Manteniendo la voz tranquila, dice que ésta región (Antofagasta) es la más contaminada del mundo. “El costo de la minería deben pagarlo otros sectores, como nosotros,  la pesca (piensa) Aquí hay desarrollo económico a costo de la naturaleza”.
El señor nombra tres casos donde la contaminación es evidente; al igual que la vista gorda de las autoridades.
En la bahía San Jorge en Antofagasta, recuerda, había una especie de piure única en Chile y muy comestible hasta antes de los años 90. Sin embargo la mayoría de este tipo de piure desapareció de las rocas. Dice con vehemencia que Playa Amarilla, ya no se llama como tal, sino que Playa Negra (La Lucha ríe). Se optó por el puerto que por la naturaleza y el turismo.
La Lucha enciende otro cigarro.
Tocopilla y Mejillones, en tanto, padecen por las termoeléctricas. Mella cita un estudio y concluye que en Mejillones están contaminados 70 kilómetros, 4 de ancho y  10 de fondo. Explica, ahora ante la mirada de sus bisnietos, que el cambio en la temperatura de las aguas (más 2 grados) por efecto de las termoeléctricas, provocó la muerte de las larvas y la alteración de la flora y fauna marina. “En 20 años los recursos desaparecieron”.
 El resultado es que los pescadores artesanales de Mejillones deben pescar en la zona que le corresponde a ellos, es decir a los de la Caleta Constitución.
La conversación se interrumpe por la curiosidad de los niños. El patrón dice que se vayan, mientras la Lucha, como tía de jardín, les pide que se porten bien.  Un señor que entra imprevisto, le dice a Mella que afuera los están esperando los universitarios. “Estoy muy solicitado hoy”, dice el patrón.

Danielonko: el poeta que se rehabilitó con ayahuasca

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Danielonko o Daniel Montaño, 39, periodista, poeta y músico, dice que su próximo libro, el que tengo en las manos,  es impublicable.  Su primer libro (poemario) es de 2011, se llama “Señales de humo”, editorial Palimpsesto de Alto Hospicio, y lo presentó en el marco de la Filzic.
Kanatrán Padilla, músico, malabarista, iquiqueño y quien con Danielonko conforman el multifacético dúo el “Imperio del dragón”, califica a la poesía de éste último como subversiva. Puede decirse que Kanatrán, que tiene mil historias por efecto de muchos viajes circenses por la panamericana, es quien regula  el desvarío juguetón de Montaño, cuando ambos se presentan en la calle o algún escenario.
A Danielonko le gusta provocar.
 Respecto al libro impublicable e insultante que lleva por nombre “Feliz día del p…”, Danielonko dice que está buscando un manera legal de sacarlo. En el sugerente poemario, el señor no deja títere iquiqueño con cabeza. Despotrica contra apellidos célebres de esa ciudad y el establishment (medios de comunicación, entre otros).  Le preocupa alguna demanda; en consecuencia pretende consultar a un abogado amigo antes de arrojar el asunto.
Danielonko nació en Antofagasta, pero ha vivido toda su vida en Iquique. Estudió periodismo en la Universidad Católica del Norte durante los años 90; en ese tiempo se destacó como un excéntrico cantautor. Se le recuerda también por sus excesos.  
Kanatrán dice que Danielonko, que usa una pluma sobre un gorro parecido al de un aviador de la Primera Guerra Mundial y una nariz de payaso, hoy experimenta un vértigo creativo.
Ambos se complementan y expelen un trabajo con buenos dividendos. Más allá de sus vestimentas, concitan atención por lo música y poesía. “Hay que aprovechar el momento creativo de Danielonko; hoy él hombre está lúcido y bien”, afirma Kanatrán, con voz silenciosa, desde la mesa de una café, en la Filzic.
Hace más de un año el protagonista de esta crónica suspendió un período oscuro, abisal.
Las drogas químicas mantuvieron a Danielonko en el borde. El poeta recuerda hasta quitadas de droga y actos delictuales. Historias sobran de ese período, pero no son el quid de ésta crónica.
a la selva peruana
El asunto es que Montaño llega a la selva peruana medio engañado por familiares y amigos.
Es otro ambiente; otro aire.
Le cambia la vida una vez dentro de Takiwasi ( http://www.takiwasi.com/) un centro de rehabilitación de toxicómanos ubicado en la periferia de la ciudad de Tarapoto, en la alta amazonía peruana. En ese lugar experimenta  purgas vomitivas con plantas. Hasta contra el dengue luego de ser infectado por un mosquito, pero vamos por parte.
Dice que en el período de un año y medio, bebe 37 vasos de ayahuasca que son parte del tratamiento. Dice que medio vaso del ayahuasca pura que bebió, es una cantidad suficiente.
De inmediato, Danielonko aclara que “los payasos de la secta que mataron una guagua”, hacían un uso irresponsable del ayahuasca.
Dice que en general, en Chile no se conoce bien el efecto ni la manera de administrar esta infusión de plantas a la que no considera como una droga pues no hay chamanes; más bien se usa con fines de esparcimiento y de manera irresponsable por gurúes chantas.
Reconoce que por lo anterior ha rechazado invitaciones a beber el brebaje en Iquique, donde se puede conseguir en polvo, dice. “Algunos creen que yo soy un chamán y por eso me invitan. No soy nada de eso”, dice Montaño, mientras una mujer recita en el escenario de la Filzic.
El poeta explica que el ayahuasca es una infusión de cortezas y lianas de la selva. Hay un curandero, guía o chamán quien orienta el viaje; también hay un sicólogo. Las visiones comienzan al cabo de unos minutos. Luego vienen alrededor de cinco horas de efecto. El objetivo es ir al espíritu de la planta, alcanzarlo. En medio de esto, hay vómitos.
Una vez hecho el viaje expresamos lo que vimos, a través de dibujos o lenguaje.

espíritu de la planta
Danielonko dice que la reacción de la ayahuasca es distinta en cada persona. En su caso, la infusión le ayudó a reconocer el problema y luego enfrentarlo. Hay mucha soledad, en esto, dice.  
Montaño cuenta eso como si el ayahuasca fuera una persona, con la cual se puede dialogar. La lucha con el espíritu de la planta fue gigante, extrema, dice. Al final me ayudó.
Entretanto, Danielonko fue picado en la selva por un mosquito con dengue. Dice que de un millón de mosquitos, uno porta el mal. La enfermedad se le evidenció con fiebres altas e imposibilidad para caminar. Fueron 10 días. Afirma que la picadura pudo ser mortal.
 Sin embargo, reconoce que una nueva picadura puede ser mortal.
Danielonko debe regresar a la selva, para continuar una segunda etapa del tratamiento. Admite que la idea le complica por la actividad artística que está llevando a cabo.
Kanatrán cuenta que en Iquique su amigo se las arregla con lo que gana en la calle cantando o recitando, para ayudar a vagabundos que viven en la playa. Es una actividad solidaria que desarrollan con lo que ganan, pues ambos, dicen, no les interesa el dinero.
“Podemos sobrevivir con lo justo, dice Kanatrán, pues ambos tenemos calle”.    

Crítica a prólogo de Norte Poesía, por Daniela Rojas

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Apenas accedí a la antología salté inmediatamente hasta la página donde estaba yo. Me encontré con una sensación inefable, bastante linda y emotiva. Para una novata en las letras, ver su nombre por primera vez impreso al lado de tres poemas propios es una gran hazaña. Lamentablemente, me di cuenta de que mis poemas fueron sometidos a una minúscula edición que no deja de ser molesta, en especial porque te esfuerzas por poner signos de puntuación con una clara intencionalidad, pero que al final, al parecer la intención no fue tan clara y pasó desapercibida. No importa, me dije, ¡salgo en la antología!
El proceso de selección lo desconozco, mas uno se encuentra con mucha página curiosa sólo con ojear Norte Poesía. Hallamos fanatismos con figuras, con dramas amorosos, metáforas sexuales, excursiones filosóficas, desquites con el sistema, entre otros. Sin embargo, lo más curioso de toda la antología es, lejos, su prólogo de fatales errores sintácticos y que consta de cinco planas incapaces de situarse en el siglo XXI. Y eso no lo es todo. Cuando uno lo lee con verdadero detenimiento, se entiende que es algo de severa gravedad.
En el prólogo de Norte Poesía hay párrafos muy notables. Algunos -la mayoría- son de referencias arcaicas; hay uno de lástima hacia los “retrasados” provincianos, pobres seres alejados del centro; una página entera hablando sobre el rol de la mujer en la poesía nortina, para concluir que el sexo no es un dato significativo; el párrafo de cortesía que alude pobremente a los fondos utilizados para la antología, etc. ¿Lo realmente interesante? No menciona en ningún momento a la antología de la que, se supone, estuvo escribiendo.
A rasgos generales hay una importante separación entre los párrafos que, llegado a cierto punto, da a pensar que en realidad son varios textos en uno. La bizarra mezcla de referentes y el desorden en la composición dejan bastante que desear. El punto de mayor unidad en redacción lo encontramos cuando cita al rol femenino en la poesía, pero es a la vez el punto más alejado a la temática ideal del prólogo. El resto es vagamente un montón de párrafos dispuestos bajo un patrón desconocido.
Primeramente nos encontramos con el título: Palabras iniciales. La creatividad utilizada en esta frase no tiene precedentes. Un encabezado de gran atractivo, significación, de estética envidiable. Inmediatamente después nos topamos con el texto, que parte con una nueva, nueva poética; que es parte, parte de nuestras letras; de poetas con su propio celo, con su propio amor, por sus propios textos. La concatenación aquí es imperceptible.
En el siguiente, sorpresivamente habla sobre la antología, aunque sólo son cuatro líneas copadas de nombres obligatorios y descompuestos, un dato estadístico escrito con número, y a la redundante doble mención de los poetas-participantes-invitados al principio y al final del párrafo.
Más tarde, menciona a los cánones disímiles casi como un estornudo, a los “consagrados”, que, al parecer, son un sinónimo de “los más publicados”, finalizando con un hipérbaton grotesco, de mal gusto, y la “reaparición” de la temática sobre Juan López, también conocido como “el infaltable”.
Un poco más abajo, aparece una frase llamativa: “antologías anteriores” (¿no era esta la primera?), junto a la escasísima participación femenina en ellas. Aquí, Sabella, “el infaltable 2”, hace su aparición. Siempre enfatizando la poca participación de la mujer, salta de la cita sabeliana (1929) a la antología de Bahamonde (1966) para aclarar que aquí participaron diez mujeres, y que eran de varias partes del norte. Y, después de un párrafo sólo de nombres, en donde volvió Raquel (¿a dónde te habías ido, Raquel, que nunca te vi?), Sergio Gaytán hace su aparición como un personaje de importancia, hablando en tercera persona y con extremada modestia de su Selección de Autores y Temas de la II Región, utilizando los nombres que aparecieron en el párrafo anterior para rellenar un poco, y terminando con el consejo de “mantenerse en el tiempo” dedicado a los participantes en esa cosa a la que le estaba escribiendo.
Después de ese punto aparte se va por la rama étnica, cuyo mundo aún está por descubrir e incorporar, que merece ser narrado, y que, por supuesto, tiene ofrecida la palabra.
El párrafo más divertido es el que viene ahora. Luego de hablar una página entera, y quizás un poco más, sobre el rol femenino, de antologías antiquísimas, y llenar media página con solamente nombres de mujeres poetas, aparece lo siguiente: “El rango etéreo también es disímil, dado que la participación no tenía restricciones, el verdadero poeta no tiene edad ni sexo, son sólo categorías para la estadística y puede que sean o no, datos significativos”. Una volátil página, de cinco, que puede o no ser significativa.
El párrafo siguiente también merece un juicio riguroso:“Vemos, desgraciadamente, que los más alejados de un determinado centro, continúan en un distinto estadio de evolución […] Pese a los atractivos que pueda deparar Internet, respecto del conocimiento intelectual, algunos permanecen en los márgenes. Aún no se puede determinar si es mejor o peor aquello…” Y, para rematar, concluye con que “la vida a cada ser humano le otorga opciones distintas”. ¿Un retraso poético, limitado conocimiento intelectual? ¿Cómo se mide eso? ¿Hay bases estadísticas, siquiera? Me parece una falacia muy grave, una generalización peligrosa y llena de prejuicios. Además, ese “desgraciadamente” usado al principio apesta a lástima, a pena, y también discriminación.
Para relajar el ambiente lastimero del párrafo anterior, propone nuevamente una introducción que muy bien pudiera haber ido entre las primeras líneas y que termina con la repentina iluminación de “ya estamos en otro siglo”. Después, continúa con sus referencias arcaicas sobre el salitre (el infaltable 3), el cobre (el infaltable 4), el litio, y el…  ¿azufre?
Finalmente, alude a que el lector siempre tiene la última palabra. Que felicitaciones, que estas iniciativas deben continuar, y que ojala estas palabras no se las lleve el viento.
Ojala se las llevase el viento.
En resumen, son cinco páginas que muy bien puede arrancar de la antología, archivarlas a algún diario o revista, y llevarlas al baño para reírse un rato. Pero no con la preciosa antología que tendrá en sus manos al leer por primera vez el prólogo, por favor. Norte Poesía y su prólogo son cosas distintas, muy distintas. 


Norte poesía es una antología de poesía financiada por el CORE. 

Romaní

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Yaniza, una gitana de ojos café claro, finas facciones y cabello castaño tomado por un moño tipo tomate, dice con voz brusca que seguro nos mandaron a hablar con ella, pues es la que mejor maneja el castellano. Todo en su carpa está ordenado y limpio. A un costado una olla descansa sobre un cocinilla; frente a la bella mujer hay un televisor tipo Led. Ahora no tiene electricidad pues el motor se lo robaron.
El campamento gitano está ubicado en una superficie bajo la costanera, en el sector de la Villa Azul. Viven alrededor de 100 personas, la mayoría gitanos provenientes de la zona central. Vienen a pasar el invierno al norte; luego regresan a la zona de Lampa, Santiago, donde pasan el resto del año. Otro grupo de gitanos está afincado de manera permanente en el sector. No todos se conocen ni tienen las mismas raíces familiares; sin embargo están coordinados.
 No se autodenominan como gitanos de dinero, a pesar de unas robustas camionetas; por el contrario nuestra entrevistada afirma que les alcanza sólo para sobrevivir.
Yaniza, 36 años, tres hijos, dos mujeres y un varón, dice con tono más suave que son varios los problemas que ahora mantienen.
El principal dilema dice la mujer que en sus brazos porta un lactante varón de intensos ojos azules,  es una plaga de guarenes. Ratones grandes del tamaño de un gato, gesticula.
Luego indica un desagüe de aguas servidas que va a dar al océano como el nido de las ratas. Dos personas permanecen sentadas sobre la construcción que soporta el desagüe.  Hay casi 10 metros entre el refugio y el desagüe. Eso es el otro problema, dice Yaniza que viste un vestido oscuro que le deja los hombros al descubierto. Denuncia que al sector llega gente desconocida a beber o fumar drogas. El fin de semana las visitas aumentan; el sector es un punto de carrete y excesos.
En consecuencia hay una atmósfera de inseguridad que se traduce en robos, como el que le afectó a su familia, con el motor eléctrico. 
Un grupo de niños llega a la carpa de Yaniza, detrás de estos vienen unos perros pequeños. Los chicos juguetean entre ellos. Quieren fotografiarse. La mujer les dice algo en romaní. Los chicos se calman y observan tranquilos la entrevista.
Al grupo de suma Lulla, una gitana rubia, delgada, de ojos claros que parece gringa. Lulla que no parece tener más de 30 años, es la madre de Jacabo, el pequeño de ojos azules que Yaniza tiene en sus brazos. Yaniza le explica quienes somos. Luego hablan en romaní. Lulla hace una afirmación con la cabeza y dice que no saben qué hacer con los guarenes. Los describe. Finalmente Lulla no tiene muy claro a qué organismos pedir ayuda para hacer una fumigación.
Los niños juegan a pillarse; detrás algunos perros. Las gitanas recuerdan que en La Chimba no podían controlar a los perros vagos. Muchos antofagastinos los arrojan en ese lugar. Los perros de aquí, dicen, tienen dueños. El dilema es que cruzan y los atropellan.
Yaniza que vive en carpa desde que tiene memoria, reconoce que por ella viviera en un departamento como los gitanos ricos; “pero debo conformarme con esto”, dice resignada. Lulla también preferiría una casa.  Ambas se quejan del frío.
No se atreven a pedir un subsidio por la tramitación. 
Una joven madre se acerca a nosotros para que le leamos la receta que le dio un médico para su hijo. El chico, un gordo varón de meses de vida, estuvo resfriado. A ratos al chico lo cuida su bisabuela, una mujer de 80 años; la más antigua del campamento. A la mujer le cuesta pararse y caminar. El marido de la octagenaria debe dializarse a diario en el hospital. La joven madre nos pide unas monedas.

Schuffeneger el candidato alternativo

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Es raro que un grupo de musulmanes esté dispuesto a votar por el señor Anthoine Hermosilla Schuffeneger, 35 años, soltero, descendiente de judíos. Los musulmanes consideran que el señor de corbata y sonrisa explosiva, respalda el libre pensamiento.
Lo de judío, dice Hermosilla abriendo los ojos, es una anécdota; una raíz familiar que no interfiere en su manera de pensar. Él se autodefine como un indignado contra el sistema, aclara abriendo los brazos como un ave.
Los hijos de Alá  son mis amigos, dice el hombre peinado como el cantante pop ochentero, Rick Astley. “Yo soy libre, mi candidatura es totalmente transversal. Aquí no hay partido político, no hay racismo ni clasismo. Ellos creen que podemos hacer justicia y que los beneficios del cobre sean para todos”.
La predicación del delgado Shuffeneger, tiene como punto de fuga la reivindicación. El hombre sueña con recuperar el dinero del cobre para la región, pues dice con vehemencia: históricamente el centro, el maléfico centro, el terrible centro, se lleva el metal color tomate.
Esta entrevista parte en calle Prat, donde el candidato cuyo apellido se pronuncia parecido al del actor de Terminator mantiene su campaña.
-¿Lo han confundido con Schwarzenegger?
-Él es mi tío (ríe).
El color de campaña de este señor, que por tamaño y peso no es ni la cuarta parte de Arnold, es el verde y su aspiración es transformarse en senador.  El hombre de apellido raro recolecta firmas, al lado de sus amigos mahometanos y el joven Max Poblete, un infaltable en cualquier marcha anti sistema.
Luego, la interviú sigue en un café.
-¿Hay que estar medio loco, para presentarse a senador sin ser conocido por nadie, o casi nadie?
Shuffeneger carraspea y responde:
-Yo soy un indignado (ríe). Soy indignado porque veo un desgaste de las voces políticas actuales. Creo en el movimiento estudiantil que cristalizó en un movimiento social que se ha posicionado.
 -¿En lo concreto, qué quiere cambiar señor?
-Quiero justicia. Que las empresas mineras tributen en la región.
El candidato pide un café express. Respira.
-¿Cuál será su segunda misión como legislador?
(Piensa). Cobre hay para 20 años. Hablando desde el punto de vista económico, como metal podemos sacarle una serie de provechos. Debemos levantar ahora la industria del cobre como país; hacer industria, si no qué vamos hacer en 20 años. Cómo es posible tener las mayores reservas de litio y no seamos capaces de fabricar una pila, eso hay que cambiar; eso.
-¿Y está dispuesto a quitarle el cobre a las grandes mineras?
-No es justo sacar antes a una persona que pagó el arriendo. No es justo tampoco que el cobre se vaya como concentrado, pues además de cobre hay otros minerales, como el molibdeno o el oro que no son facturados.  Hay que cobrarles eso.
Anthoine llegó a la ciudad a los 17 años, proveniente de Los Ángeles. Dice que su mamá es pinochetista y su papá de izquierda; mezcla rara, afirma. Su familia se vino porque en el sur eran pobres; aquí cambió la suerte. El candidato estudió en el Liceo de Hombres, en la nocturna. No llegó a la universidad por falta de dinero; sin embargo hizo unos cursos en Inacap. Ahora estudia economía online.
Está soltero, aclara tocándose el pelo.  “Ojalá tuviera hijos”, se sincera. Luego bebe café.
 -¿Qué piensa del síndrome de asperger, se lo pregunto pues su amigo, Max, tiene este tipo de trastorno?
-Yo no tengo asperger (aclara). Max es un avanzado, un superdotado. Él es mi amigo. Hay que escucharlo. Yo hablo siempre con él. Con Max siempre vamos a ver a los chicos, a los secundarios. Un joven dirigente vale por mil políticos; los dirigentes estudian las leyes y saben las fallas del sistema. A ellos nadie puede meterle el dedo en la boca. Ellos me apoyan (se entusiasma).
-¿Y apoya al matrimonio homosexual?
-El nombre lo dice todo; el matrimonio es una matriz. Desde el punto de vista biológico no se puede hacer. Unión conyugal es distinto, pues Dios nos hizo libre, que ellos se junten.
-¿O sea, no está de acuerdo que personas del mismo sexo críen?
Va contra la naturaleza.
-¿Y qué piensa de la marihuana, la legaliza?
-Es más natural que la coca (ríe). La gente no sabe que muchos fármacos que venden en las farmacias producen cáncer.
-¿Verdad?
-Hay un estudio que leí al final de los años 80, donde algunos fármacos provocan infertilidad y cáncer.
pasados de moda
-¿Cree que hacen bien su pega los actuales parlamentarios?
Bebe café y responde: Ellos son parte de un sistema que pasó de moda. El país cambió.
¿Y usted no se considera un candidato raro, freak? (silencio)
-¿Por qué me pregunta eso?
-Por que sale del molde. Es raro lo suyo pues su sonrisa parece sincera...
-Como dije, estamos en una nueva era. Como servidor público debemos estar abajo sabiendo las necesidades de la gente y no arriba de la gente, como hoy.
-¿De izquierda o derecha señor?
-Soy un nacionalista republicano, hay que nacionalizar algunas empresas.
 - ...Señor, la palabra nacionalista suena a trasnoche nazi.
-No (en seco) ¿Qué habría dicho Carrera si lo habrían tratado de nazi?
-¿A ver y qué piensa de la inmigración?
-Chile es país de inmigrantes, pero todo tiene que tener un control. Hoy el tema está descontrolado.
-¿Le daría mar a Bolivia?
-Lo que se gana con sangre, no se tranza.
Prostitución es mala
-¿Y qué piensa de la prostitución señor?
-Es malo eso.
-¿Cómo?
-¿Malo?
¿Y entonces que se debe hacer con ellas, llevárselas a una isla?
-Deben tener otra oportunidad; generar otras oportunidades para ellas.
-¿Entonces, la prostitución es por falta de oportunidades?
-Son mujeres sufridas, desechadas. Ellas se pueden rescatar.
-¿Algún superhéroe: Supermam, Batman o el hombre araña?
-Jesús, el único.
-¿Y qué tal era para los combos señor, tan bueno como Terminator?
(Ríe) Me agarré unas veces. El candidato pone mirada de senador, se levanta, paga el café y estrecha la mano al garzón como si fuera un senador.        

Pez Luna, todo un extraterrestre

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Hay marejadas. La pequeña embarcación sube y baja como balancín. Luego el mar se tranquiliza. La familia que nos acompaña en esta aventura, respira más relajada. Después de media hora de movido viaje hacia el sur, tras zarpar frente a la Isla Santa María, comenzamos a ver los primeros lobos marinos.
Los mamíferos mantienen sus rollizos cuerpos esparcidos sobre las rocas; algunos se asustan con nuestra presencia y se introducen al océano.
Una vez al año llegan las orcas, y la población de lobos marinos del sector se reduce. Es el ciclo de la naturaleza, dice Raúl Riquelme, el pequeño empresario turístico y dueño del “Garuma” , el bote en el que navegamos frente a las loberas de Punta de Tetas, el  punto donde concluye en el mar lo que conocemos como el Cerro Moreno.
Si  contáramos los lobos, dice Riquelme, fácil se llegaría a 800. Hay lobos de dos pelos (de un tono café) y los comunes.  Los lobos de dos pelos parecen más flojos.
Avanzamos lento. Los lobos ganan confianza. Algunos nos observan; mientras los más pequeños se meten al agua y comienzan a nadar junto al bote. Le provocamos curiosidad.  El niño de 7 años, que mantenía apretada la mano de su madre cuando surcábamos el mar, ahora se ríe. Los lobos parecen fotogénicos; juegan entre ellos, y algunos saltan, dando la sensación que pueden volar por algunos segundos sobre el océano.
Raúl Riquelme explica que estos animales no acostumbran a interactuar con el ser humano. Por tierra el acceso a las loberas es casi imposible. El hombre dice con elocuencia que mientras los animales estén más lejos del ser humano son más felices.
En consecuencia, dice el señor, para los lobos marinos esto es una experiencia extraña. Nos ven como bichos raros.
Cerca vemos a pingüinos de Humboldt. Esta ave es más asustadiza que los lobos marinos. Se esconden en el mar a medida que el Garuma avanza.
pez luna
Riquelme indica que una aleta sobresale del agua. Pensamos en un tiburón o algo parecido. La aleta blancuzca avanza lento. Los lobos marinos llegan primero al lugar y rodean la aleta.
La figura que exhibe el agua parece la de un enorme y extraño pez.  Es una gran cabeza de pescado con aletas; un animal con atmósfera extraterrestre.
Al ponernos cerca, comprobamos que es un pez luna.
Nuestro guía dice que estos animales pueden llegar a pesar una tonelada y se mueven lento. No son agresivos, característica que tranquiliza a uno de los niños.
Riquelme aclara que no es común ver a estos peces.  Lo mira nuevamente y dice que está sano.
La señora pregunta si se comen. Riquelme hace una negación con la cabeza.
Los lobos marinos lo rodean y empiezan a nadar al lado del pez.
Riquelme recuerda algunas anécdotas de buceo con el pez óseo más pesado del mundo. “Mientras estaba sumergido, miré a un costado y me apareció un ojo gigante que me observaba; pensé que era un pulpo o algo similar, sin embargo cuando me eché para atrás observé que era un pez luna gigante. Son animales pasivos”, afirma.
Dejamos al pez luna. Seguimos navegando al lado de nuestros amigos lobos. Ya ha pasado más de un hora y media desde el zarpe. La marejada se acrecienta y regresamos.  
  


Dejó Playboy para acompañar a su novio rider

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Hace cuatro años que la modelo portuguesa Rute Penedo (30 años) acompaña a su pareja, el ex campeón del mundo de Bodyboard, el francés Pierre-Louis Costes (23).
En consecuencia ambos llegaron a Antofagasta, en el marco de la fecha del mundial de surf que se desarrolla en el lado sur de la ciudad. El joven de 23 años no ha pasado desapercibido. Muchos se acercan a pedirle autógrafos; otros prefieren fotografiarse con éste. Sin embargo pocos conocen la historia de Rute, quien llama la atención por su belleza y porque está siempre mirando al mar a través de su cámara de video.
El dato brota de un grupo de jóvenes, que incluye al futbolista de la Universidad de Chile, el antofagastino Paulo Magalhaes. La chica rubia, delgada, de cuerpo contorneado que filma a los riders es una playmate, es decir modelo que aparece en la célebre revista Playboy, en su versión de Portugal.
Antes de presentarnos a Rute, Pierre-Louis reconoce que se siente bien en Antofagasta, y que el mar ha sido generoso por la sucesión de buenas olas. Al lado de Pierre-Louis está Alexandra Rinder, una chica rubia de 15 años. Alexandra  proveniente de las Islas Canarias, España, es considerada una de las mejores rider del mundo. Pierre-Louis, que habla poco español, dice que la española es mejor que varios competidores.
Alexandra inspiró un documental de Rute. La portuguesa sigue desde algún tiempo el trabajo de la española. Son amigas. Alexandra cuenta que desde los 9 años está practicando bodyboard. Esta vez viajó directamente desde Islas Canarias, hasta Santiago, y luego a Antofagasta. Todo aquí le ha parecido bien. Hoy competirá. La chica es de pocas palabras.
Rute, quien no despega el ojo de la cámara, agrega que pronto la española se transformará en la mejor del mundo; tiene todas las condiciones, dice.
Mientras unos chicos fotografían a Alexandra, Rute afirma que siempre está desarrollando registros audiovisuales de Pierre-Louis.
La playmate dice, con tono suave, que acompaña a su pareja por todo el mundo  y que por esta razón, no sabe muy bien en qué lugar vive.
La mayor parte del tiempo la pasan en Australia, sin embargo también destinan tiempo a Portugal, donde se produce una de las olas más grandes del mundo. “Hay mucho surf en Portugal, es el lugar de Europa dónde más se practica este deporte”, afirma Rute.
playmate 2011
Hace dos años que Rute no es parte de Playboy. Dice que fue una experiencia que la hizo conocida en Portugal y en el mundo. Rute fue la primera playmate portuguesa en posar para la revista de las conejas de su país. Asimismo la rubia tiene una sesión más osada en la revista Penthouse de Portugal, en octubre de 2011.
En la entrevista para Penthouse confiesa que tiene varias fantasías sexuales, pero que le gusta hacer el amor con la persona que ama. En la misma interviú afirma que en la cama es muy cariñosa y extremadamente activa.
Pierre-Louis, sonriente, reconoce que se siente orgulloso del trabajo como modelo de Rute. Dice que la apoya en todo. 
 El francés agrega que la relación de pareja con Rute es muy buena; hay mucha compañía y complicidad. “Somos compañeros de viaje, nos entendemos”.
Un chico que le saca fotos y que se declara fanático de la pareja, revela que tuvo la posibilidad de compartir con ellos.
La pareja aloja con una familia chilena; que es una de las particularidades de esta competencia en Antofagasta.
Respecto a la experiencia, Rute Penedo dice que todo ha sido  agradable y que la familia ha sido muy amable con ellos. “La gente de Antofagasta es muy amigable, muy buena onda”, afirma sonriente.
Sin que le preguntemos, Rute confiesa que le gusta el vino chileno; uno de los mejores del mundo y a buen precio. Hasta el momento ha degustado mariscos y pescados. “Me encantaron los locos, su textura; son my ricos”.

Rute,Pierre-Louis y Alexandra estarán hasta el domingo en la ciudad

Crónica de un tatuaje: Guernica de Picasso en la piel

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Dentro de unos minutos me haré un tatuaje. El tatuador me pasa una prestobarba y luego calza el bosquejo en el cuero humedecido por un antiséptico. Es un fragmento de Guernica, el cuadro de Picasso, pintado en blanco y negro. El dibujo es de un caballo herido.
Estamos en una convención de tatuadores; es viernes y son las 14 horas. Milton Alvarez, el tatuador,  con la vista fija en el dibujo explica que se tomará su tiempo para que el resultado sea óptimo; por lo menos tres horas. Cancelo algunos compromisos.
El señor marcará con agujas alrededor de 15 centímetros en un trozo de carne entre el hombro y el brazo; y luego sombreará. Milton, con casi 20 años de experiencia rotulando la dermis, inserta las agujas en las maquinitas. Son tres artefactos con distinto alcance y todos emiten el mismo zumbido de abeja con alas metálicas. Basta decir que es la primera vez que me tatúo.  Espero un pequeño dolor.
Una bocanada de aire helado entra por una ventana abierta. Suena una mezcla de sonidos punk y ska por una radio que parece robot enano. En el salón caben 12 tatuadores; en su mayoría tipos silenciosos y observadores de lo que ejecutan sus colegas.
Al lado de Milton, hay un artista peruano que dialoga con un cliente. Más allá un tatuador boliviano experto en rostros. El único que ha iniciado su trabajo es un grueso argentino de vientre puntudo, que marca con devoción la espalda a un chico que no expele ninguna mueca. Milton dice que el chico es valiente y que el argentino parece embelesado.
Luego Milton estornuda, se para de la silla y cierra la ventana. Esto dolerá un poco, dice entre risas. Ahora un concentrado Milton inicia su trabajo.

el tatuador
Milton Alvarez, diseñador gráfico de profesión  y egresado  de la desaparecida Universidad José Santos Ossa, comenzó a tatuar el año 1994. “De a poco me fui suministrando de equipos. Algunos los importé u otros los armé de diversas piezas”.
 El señor es reconocido como uno de los precursores de este tipo de arte corporal en Antofagasta. A estas alturas lleva más de mil tatuajes. En lo que va corrido del año suma alrededor de 60 tatuajes; el fragmento de Guernica sería algo así como su dibujo número 61.
Milton Alvarez desarrolla un trabajo formal en el Surgam. Sin embargo dedica los fines de semana a los tatuajes, en una habitación que acondicionó como estudio en la casa que comparte con su señora, frente a la playa Llacolén. Se reconoce cuidadoso con la higiene y detallista.
El pulso es clave. En consecuencia dice es necesario estar concentrado en el proceso.
Su clientela es variada. Llega todo tipo de personas, dice, mientras con la aguja machaca la piel. En un par de minutos el dolor se asimila; sin embargo es el principio. Vienen horas de pequeñas perforaciones. El suplicio tendrá momentos altos.
Milton me afirma el brazo y pide que hable sin mover el cuerpo. Explica que las zonas erógenas o con terminaciones nerviosas son las que provocan más dolor. Sin dolor no vale la pena, dice. Los tatuajes en el pecho son los que duelen más. El vecino peruano ya tiene trabajo. Un chico de gorro oscuro y barba pelirroja se tatúa un duende en el muslo. El chico está impertérrito. A pesar de todo, nadie de los presentes se queja.
Milton aparta la máquina del brazo y cambia agujas. Siento la piel palpitar; los contornos del brazo  permanecen enrojecidos. El caballo atormentado que inmortalizó Picasso, para narrar los horrores de la guerra civil española,  está grabado en mi extremidad. Ahora vienen los detalles.

vieja escuela
Entiendo que este trozo de Guernica no es un tatuaje común. Uno de los organizadores observa la figura y acto seguido pregunta si se trata de un dibujo de Milton, quien me mira de manera cómplice. Milton le explica sobre Picasso. El organizador mueve la cabeza en señal de afirmación y le pide a Milton que participe con éste, en la competición “old school” o vieja escuela.
Milton me cuenta que su tesis en la carrera de diseño la hizo sobre las interpretaciones de la pintura “Las señoritas de Avignon” de Picasso. En el caso del equino de Guernica, los trazos no son complicados.  Son cerca las 17 horas. La obra comienza a tomar forma. Milton dice que no es común un tatuaje de un pintura famosa. Comenta que el tatuaje más raro que hizo es una cabeza de dragón; el diseño era de la persona.
-¿Y si alguien te pide tatuarse el rostro de Pinochet?
(Silencio) -Lo hago; soy profesional.
Milton, sin perder la vista en la composición, dice que ha tapado esvásticas con tatuajes.
Una mujer le pregunta por el valor de un dibujo maori para su marido. Milton, en su sector, expone un par de revistas. La mujer dice que le pagará el tatuaje a su pareja con tal que se borre el nombre de una pareja anterior escrito en su pecho. Milton detiene la máquina, mira a la mujer y le dice 90 mil pesos. Es un tatuaje grande que por lo menos le ocupará 6 horas. Seguimos.
Tengo la piel irritada.  Arde. Cada 15 minutos me lava el sector. Me dice que queda poco. Las últimas marcas son las más dolorosas. Suelto alguna mueca. A las 18 horas el trabajo queda terminado. Milton Alvarez le saca fotos al tatuaje y las sube a su Facebook. Ahora viene el cuidado del rocín de Picasso. Por 10 días un tratamiento con agua caliente, jabón hipoalergénico y una crema. A mediados de junio estará listo.

Juan López murió en Quillota, según historiador

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Esta historia comienza cuando al señor  Juan López, se le pierde el rastro. Antes, el sindicado como fundador de Antofagasta se retira cabizbajo de la región por una serie de infortunios.
Según una investigación boliviana, dada a conocer por el ensayista Sergio Gaytán, antes que estallara la Guerra del Pacífico, López ya estaba radicado en la zona central, dedicado al  negocio inmobiliario. Esa misma investigación indica que Juan López habría fallecido en Quillota o Santiago.
Juan López nació en Copiapó en 1823 y se instaló en 1845 en el terreno donde hoy se emplaza Antofagasta; esta condición lo transforma en el primer habitante.   Sin embargo con el tiempo, el hombre logra levantarse como empresario en Mejillones.
Gaytán dice que una “estafa” de José Santos Ossa, precursor de la minería, provoca que Juan López pierda su negocio.   El historiador Héctor Ardiles, dice que se retira de la ciudad en febrero de 1863, para radicarse en Copiapó, su ciudad natal.
 Sin embargo en vista de la mejora de las relaciones chileno bolivianas, López regresa en 1966. Gaytán y Ardiles coinciden que López  recuperó de manera legal parte del dinero que perdió anteriormente.
Ardiles dice que la última pista concreta que se tiene de López, es en el funeral de José Santos Ossa, en 1977. El hijo de Ossa da cuenta de la presencia de un tal Don Juan López. Gaytán no es partícipe de esta idea por el rencor que había entre ambos precursores.
Ardiles dice que López pudo haberse quedado un tiempo en Mejillones. “Hay certeza que él quería morir  ahí, la que fue su ciudad”, afirma.
El ensayista dice que la historia de López continúa sin mayores sobresaltos en la zona central, como cuentan los bolivianos.
Restos en Quillota
Quillota, ciudad de la Quinta Región, es donde López dejó de existir. Así lo confirma el reconocido historiador de esa ciudad, Herman Arellano Villarroel, quien trabaja actualmente en el museo de La Cruz y que anteriormente laboró en el museo de Quillota.
Arellano afirma que la información sobre el deceso de López está en los archivos del museo de Quillota,  a través de un documento de dos páginas.
Enviamos un mail al museo y no contestaron. Llamamos  y pidieron especificaciones para buscar. No obstante dijeron que  Arellano estaba al tanto del tema.
Arellano dice al teléfono que es fácil encontrar el documento de López. Al parecer el asunto pasa por un tema de voluntad.
Pero vayamos por parte. La posibilidad de saber el fin de los días de López, surgió en una conversación informal con Sergio Gaytán, en la librería de la Casa de la Cultura. En la oportunidad Gaytán, contó que un investigador boliviano buscaba publicar un libro sobre López y que había información específica del lugar donde falleció. El boliviano había recabado antecedentes en los archivos del museo de la ciudad de la Quinta Región.
En adelante seguimos trabajando esta posibilidad vía teléfono y correo electrónico. Así llegamos al municipio de esa ciudad.
El periodista de la municipalidad, Carlos Carmona, hizo las respectivas averiguaciones en el cementerio.
En el libro de registro del camposanto durante los años 1874 a 1878, sólo aparecen: 30 junio de 1877 Juan López, pero tenía sólo 8 años y 5 diciembre 1878 Juana López tenía horas.
Por su parte Arellano asegura que el fundador de Antofagasta fue sepultado en Quillota, aunque dicha tumba no existe.
El problema que el antiguo cementerio de Quillota, que  data de mediados de 1800, fue destruido por un terremoto  y quedan muy pocos vestigios de éste, afirma Carmona. “No hay tumbas de fines del siglo XIX ni registros de las mismas”.
 Bajo estas circunstancias es imposible hallar la tumba de López. Sin embargo el registro está en el archivo histórico del museo, asegura Arellano.
Sergio Gaytán dice que es interesante saber donde murió el precursor de Antofagasta y Mejillones, para cerrar el círculo en torno a su vida.
Gaytán revela que López mantenía una cercanía con Quillota, pues algunos de sus colaboradores en sus expe
diciones por el norte eran de la actual Quinta Región.
Incrédulo ante la posibilidad se muestra el historiador y ex alcalde, Floreal Recabarren. Primero dice que pudieron existir muchos Juan López en la época, pues el nombre es muy común. Luego el historiador consulta por los antecedentes de su colega quillotano. Piensa. Duda. Pregunta si existe una investigación formal al respecto; un libro que asegure la tesis.
Recabarren finalmente dice que los documentos que pueda entregar el archivo de Quillota, resolverán el misterio sobre la muerte de López.
De esta manera las dudas quedarán resueltas, una vez que el famoso documento  sea exhibido a los antofagastinos; de esta manera se podrá sellar la vida de uno de los más fascinantes personajes del Norte Grande.

¿El plagio de Nicanor Parra?

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Un poema de Nicanor Parra sigue generando dudas. El poeta Héctor Cordero Vitaglic, 67 años, 3 hijos, 5 nietos y cuatro libros, afirma que su prominente colega, Nicanor Parra, mantiene un poema similar al del señor Esteban Manuel de Villegas, poeta español quien vivió entre los años 1596 y 1669.
Cordero, de mirada brillante por el entusiasmo, afirma que el jueves halló el supuesto plagio mientras revisaba unos apuntes sobre métrica que le enviaron de Osorno.
El poeta Cordero abre los ojos cuando en las hojas de oficio lee los primeros versos del poema “Oda al Céfiro” del lírico Estaban Manuel de Villegas.
El poema del español abre con el siguiente verso: “Dulce vecino de la verde selva, huésped eterno del abril florido”.  Cordero, quien se autodenomina como un conocedor de la obra de Parra, de inmediato se le activa el disco duro. Dice que los dedos se le encogieron cuando en el libro Obra Gruesa, de Nicanor Parra, lee el clásico poema “Defensa de Violeta Parra”, que comienza de esta manera: “Dulce vecina de la verde selva Huésped eterno del abril florido”.
Parra sólo cambia vecino por vecina.
Sentado en una banca de la Casa de la Cultura de Antofagasta, donde desarrollamos la entrevista, un inquieto Cordero confiesa que se le vino una tormenta después de releer ambos textos, y convencerse una y otra vez que estaba ante un plagio.
Dice, más tranquilo, que esto no quita su admiración por la obra de Parra. Luego recita de memoria unos poemas del poeta que vive en Las Cruces.
El poeta Cordero elucubra que quizás alguno de sus hermanos mayores, influenció en Nicanor la lectura de aquel poeta español del Siglo de Oro. “Pudo ser un homenaje o venir de la tradición de la antigua poesía griega; quién sabe”, dice con cara de duda.
“Oda al Céfiro” de Estaban Manuel de Villegas tiene sus méritos.
El poema está entre las cien mejores poesías de la lengua castellana, bajo la selección del señor  Marcelino Menéndez y Pelayo (1856–1912). Si usted quiere consultarlo en internet, hay que poner en Google los siguiente: esteban manuel de villegas oda al cefiro.
 Por su parte, el poema de Nicanor también puede encontrarse en Google, escribiendo esto: defensa de violeta perra.
Cordero pregunta si esto no le ha significado a Parra quedar descalificado para el Nobel. El poeta se pellizca la pera y adopta una actitud pensante. Cordero, quien es oriundo de Taltal, dice que ya los estudiosos, los investigadores, los académicos debieron haber descubierto tamaño error. Nombra algunos estudiosos de literatura de la ciudad. Tocándose su pelo cano, el poeta reconoce que este acierto le podría dar un renombre que no busca. “Esto fue un hecho fortuito”, aclara abriendo las manos.
Dice que el “descubrimiento” se lo comentó al escritor Hernán Rivera Letelier, cuando éste tomaba un café en el centro de Antofagasta. El autor de “El Fantasista”, afirma Cordero, le reconoció que era la primera vez que escuchaba algo así. “Me pidió que le llevara ambos textos para revisar el plagio; quedó muy sorprendido”.
Sin embargo hay estudios sobre este caso y un debate todavía encerrado entre las cuatro paredes académicas.

defensa de violeta
Como antecedente puede decirse que el poema Defensa de Violeta Parra, lo escribió Nicanor poco después de la muerte de su hermana en febrero de 1967, a los 49 años. Son 31 estrofas y 160 versos del también conocido como antipoeta.
 Un artículo de la bachiller en literatura hispana, Elvira Santana Dubreuil, denominado “Entre la tradición y la antipoesía: Defensa de Violeta Parra”, aparecido en la revista Atenea de Concepción, confronta lo dos primeros versos.   “Por menor pecado se acusó de plagio a otros poetas -dice Elvira-. pero creemos que aquí no corresponde este recurso descalificatorio, pues estamos ciertos que sin la intertextualidad (relación entre dos o más textos) anotada carecería del ritmo y la armonía que se aprecia en todos los niveles estructurales del poema parriano: estrófico, métrico y fónico, lo que permite que, independiente de la citada identidad, su valor estético sea indiscutible; realmente los dos versos iniciales parecen sólo anunciar la métrica clásica que tendrá el antipoema”.
“Defensa de Violeta Parra” es el único poema del escritor que ha sido cuestionado. El poema  ha sido musicalizado en varias ocasiones y permanece dentro del acervo cultural del país.

Documento confirma segundo apellido del primer habitante de Antofagasta; desde ahora: Juan López Alfaro

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Desconocidos e  importantes antecedentes de Juan López, denominado popularmente como el Chango, fueron hallados en el Museo y Archivo Histórico de Quillota.
Tal como fue dado a conocer por este medio hace una semana, aspectos de la vida del primer habitante de Antofagasta pueden investigarse en la ciudad de la Quinta Región; instancia que abre una veta en la reconstrucción de la historia de este apasionante personaje.
La posibilidad de rearmar el rompecabezas histórico de Juan López, la abrió el ensayista Sergio Gaytán, citando una investigación boliviana. Luego La Estrella se comunicó con el historiador de Quillota,  Herman Arellano Villarroel, quien corroboró que López pasó parte de su vida en esa localidad, e incluso murió por esos rumbos después de dejar la actual Región de Antofagasta. El historiador afirmó que el museo de Quillota atesora valiosos antecedentes sobre el caminante del desierto.
La curadora del patrimonio de Andrés Sabella, María Canihuante, completó esta parte de la historia yendo a Quillota. Así, el museo de la mencionada ciudad entregó a la señora Canihuante una copia del certificado de matrimonio de Juan López. El documento que  pertenece a la diócesis de Copiapó, mantiene un copia en el archivo del museo de Quillota.
En el siglo XIX en Chile, las parroquias oficiaban como registro civil.
Se trata del tomo 26 de matrimonios, página 18, donde aparece la referencia que encaja en la cimentación de la identidad antofagastina.

apellido materno
La importancia del certificado (expuesto a  la izquierda) según Sergio Gaytán, es que confirma a Alfaro como el segundo apellido de López; hasta el momento ninguna investigación histórica había corroborado el apellido de la madre del aventurero.
Según el documento de matrimonio, que data del 24 de mayo de 1851, la madre de López se llama Rosario Alfaro y su padre, José López.
De esta manera, continúa el escrito, Juan López Alfaro, soltero; natural de Quillota y domiciliado en Copiapó...  “Este último dato sobre las ciudades -afirma Gaytán- es trascendente pues transforma a Quillota como el lugar donde nació López; en contraposición a Copiapó, como se creía hasta ahora en la historia”.
En resumen, lo nuevo es que el primer habitante de Antofagasta, se llama Juan López Alfaro y es quillotano.
Luego el documento hace referencia a la esposa de López, Carmen Zabala; quien puede decirse es la primera mujer que arribó a Antofagasta. Lmujer era viuda del señor Manuel Caballero e hija de Ventura Zabala y Antonia Díaz.
Carmen Zabala, según el acta, nació en Santiago y estaba domiciliada en Copiapó.
El historiador Héctor Ardiles, quien con atención revisó el documento, dice que cuando  Juan López llega a Antofagasta en 1866,  lo hace con su hijastro. Así, el documento confirmaría este hijastro como consecuencia de la viudez de Carmen  Zabala.
Los testigos del matrimonio de López fueron: Tomas Ermosilla, Hilario Corrotea y Paulino Astudillo; el padrino fue Hilario Corrotea y la madrina, Valentina Gómez.
más antecedentes
Fue la curadora del patrimonio Andrés Sabella, María Canihuante, quien se entusiasmó con la posibilidad de reconstruir la existencia del “Chango López” y partió a Quillota.
Bajo un cuadro realista de Luis Núñez que exhibe a la antigua aduana, y en la tranquilidad de su hogar en la Gran Vía -plagado de referencias hacia Antofagasta-, María Canihuante dice que la misión le fue delegada por Sergio Gaytán. “Acepté con gusto”, dice.
De esta manera la señora Canihuante llegó al museo. Tras momentos de preguntas y esperas por antecedentes sobre el primer habitante de Antofagasta, la severa encargada de la sala le entregó el documento sobre Antofagasta. “Son dos páginas y es lo que tenemos sobre Juan López”, le dijeron a la discípula de Andrés Sabella.
 María Canihuante, quien es la encargada de las linternas de papel del Mercurio de Antofagasta, reconoce que se emocionó al saber que en sus manos mantenía desconocidos antecedentes históricos. “Es apasionante reconstruir la vida de este gran personaje”, dice.
La señora afirma que hizo los contactos para continuar la investigación en Quillota. “Mi interés fue bien atendido por una investigadora que posee antecedentes familiares sobre los inicios de la minería en Antofagasta”.
Dice que muchos de los primeros habitantes de Antofagasta fueron de la Quinta Región. “Por esto la existencia de registros  en esa zona pueden ayudarnos a entender nuestro pasado”, dice.
 El otro paso para armar el árbol genealógico de López Alfaro, es a través de las Diócesis de Copiapó y Quillota; María Canihuante afirma que será el próximo progreso en la tarea de reconstruir la historia de nuestro protagonista.  “Chango” López seguirá dando que hablar.

La niña que llegó con una bala en la cabeza a Chile

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Esta historia comienza en la ciudad de Buenaventura, Colombia, después de unas ráfagas de balas hacia una casa.  El pánico perturba a la familia; son dos adultos y siete niños.  Uno de los proyectiles entra en la cabeza de una niña de cuatro años. Minutos después, la mujer abre con sigilo la puerta de la casa. El riesgo es latente.  A pesar de todo, llevan a la niña al hospital. La niña es atendida de manera precaria. La bala continuará adentro.
Esta vez tuvieron fortuna, sin embargo persiste la amenaza de muerte en su contra. Este acto le confirma a la familia la idea de huir de Colombia.
Parten al sur con poco dinero. Chile les parece un lugar seguro y donde hay trabajo.  Traspasan Ecuador y Perú de manera engorrosa. Llegan a Tacna. En este caso la entrada a Chile, como refugiados, depende del criterio del personal de la PDI en Chacalluta. No entran. La familia busca una alternativa.
En Tacna, contactan a coyotes, personajes que trafican con humanos en la frontera. En condiciones mínimas de seguridad, la familia pasa por Bolivia y cae a Chile por uno de los alrededor de 66 pasos fronterizos ilegales.
Hace casi un año el grupo familiar se encuentra en la ciudad viviendo en limitadas condiciones. Ocupan un lugar donde pronto serán desalojados. Aquí nació la octava hija de la pareja que está en condición de transeúnte; es decir no está inscrita en el registro civil. El problema es que el bebé que ya tiene alrededor de 10 meses de vida no ha recibido ninguna vacuna ni mantiene alguna supervisión de  salud.
Después de gestiones con el ministerio de Educación los niños están yendo al colegio de manera normal.  La niña, que ahora tiene cinco años, continúa viviendo con la bala en la cabeza. El caso de ésta debería ser tratado por médicos una vez que se regule su situación en el país.

atención a refugiados
Los miembros de la familia colombiana integran la lista de 12 personas de Antofagasta solicitantes de refugio en Chile; todos colombianos víctimas de la guerrilla interna que vive ese país, según la oficina del refugiado del Instituto Católico Chileno de Migración (INCAM). La condición de refugiado define a personas en riesgo de vida.
La oficina que depende del Arzobispado de Antofagasta es atendida por la hermana Carmen Abello y el asistente social, Hugo Altamirano; ambos con un fuerte compromiso por su labor.
Hugo Altamirano afirma que el caso de la familia colombiana ejemplifica el drama del refugiado. Aclara que se reserva los nombres con el propósito de protegerlos.
La tramitación de las 12 personas puede extenderse por alrededor de un mes. Si sus casos son aceptados por el ministerio de Relaciones Exteriores, los refugiados tendrán un período de 8 meses de asistencia.
 Luego de ese tiempo deberán trabajar y desarrollar una vida con normalidad. Un obstáculo es que sólo el 20% de las solicitudes en Chile son aceptadas.
Es decir, la familia colombiana mantiene un futuro incierto.
Altamirano dice que el refugiado, en general, es una persona muy dañada y que transporta una fuerte carga emocional. “En algunos casos han sufrido la pérdida de algún miembro familiar o de la familia completa”.
En la oficina, ubicada al interior de la calle Sucre 631, se asesora a estas personas y apoya con el propósito de legalizar su situación. 
La hermana Carmen afirma que se le entrega un acompañamiento espiritual; asunto que califica de fundamental dentro del proceso que experimentan los asilados

Un coleccionista de camisetas de fútbol

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La única manera de estar cerca de Diego Maradona, era alojándose en el mismo hotel. David Osorio, 31 años, casado y una hija, no lo dudó y partió al Radisson de Antofagasta. En esa ocasión el hombre que metió un gol con la mano a los ingleses en el mundial de México 1986, al que David llama como “El Diego”, disputaría un partido de futsal contra los amigos de Iván Zamorano.
Maradona arribó y luego se encerró en la habitación del hotel. Pasaron las horas. David pensó que no conseguiría saludar a su ídolo. Sin embargo el joven animado por un grupo de periodistas, golpeó la habitación del ex campeón del mundo. Un Maradona medio soñoliento le abrió. El resto fue un diálogo de media hora y la firma de un par de camisetas; así se cerró lo que David denomina como “un encuentro con Dios”.
David recuerda la anécdota desde el confortable patio de su casa. A un paso hay una pequeña piscina que borbota agua; más allá, pegado a la pared está el quincho. Mirando alrededor en 360°, este joven que es dueño de un almacén de barrio responde que los partidos de “la roja”, son con asado y cervezas.
Apunta a una de las habitaciones del segundo piso; dice que ahí, donde es posible ver unos afiches de la selección chilena, arma su museo con camisetas y recuerdos de fútbol de estos jugadores: Diego Maradona, Roberto “Cóndor” Rojas y Elías Figueroa Brander; sumará su colección de camisetas de la selección chilena. La última que le llegó es una de Arturo Vidal, del partido de 2012 con Bolivia en La Paz.
El joven que es arquero de baby fútbol aclara que  sólo colecciona  prendas usadas en cancha, “eso le da un plus  a lo que tengo. No quiero cantidad sino que calidad”, afirma, mientras abre las bolsas y cajas con el propósito de mostrarnos la colección.
Duda, mira al cielo y luego responde que hay varios millones de pesos invertidos. Reconoce que ya es conocido en el ambiente “camisetero” y en consecuencia le llegan ofertas. Sin embargo su opción fue por los jugadores mencionados.  “Las redes sociales  me ayudan y en mi caso aún más por ser de región. Hay un esfuerzo económico que uno pone en el coleccionismo”, dice mostrando certificados de autenticidad de las prendas de Maradona.
La primera camiseta que exhibe es una de Maradona en Argentinos Juniors. Es roja, de manga larga y data de finales de la década del 70; luego  como mago extrae unos zapatos con los cuales Maradona jugó en el Mundial Juvenil de 1979 . Son marca Adidas, del número 38, pequeños, compactos, de cuero y con franjas salmones. Revela unos shorts del argentino; y luego con orgullo nos presenta una extraña tenida de salida de la selección argentina juvenil de 1979. La mayoría de esto lo consiguió en Buenos Aires.

pasión por el cóndor
A David le brillan los ojos cuando habla del cóndor Rojas. Hace poco junto a un músico local, Cristian Díaz, le compuso una canción de apoyo al arquero  de las atajadas sobrenaturales.
 David revuelve las bolsas y comienza la exhibición sobre el arquero.
Confiesa que mantiene un cariño especial por todo, sin embargo lo más preciado son los guantes y la camiseta que usó Rojas en la despedida de Zamorano.
Mira al cielo y nos entrega los zapatos que usó el cóndor en la fatídica tarde del Maracaná; “son sus últimos zapatos como profesional”, dice. Está la camiseta usada en la final de la Copa América en 1987 donde Chile salió 2° y él fue elegido el mejor arquero.
Con Rojas la relación es tan cercana que hace un par de años, el arquero lo invitó a su cumpleaños en Brasil. David viajó de inmediato con su pareja, Silvia Castañeda. “Viajamos a Sao Paulo a celebrar mi cumpleaños con el gran cóndor. Ambos nacimos el 8 de Agosto; fue grato”.
Sin embargo el gasto de dinero provocó que la pareja postergara proyectos; lo mismo sucedió con el alojamiento en el hotel para estar cerca de Maradona. “Esa vez con Silvia nos gastamos la plata de las vacaciones; pero la sensación fue indescriptible”, dice.

El Museo
David mientras saca y guarda camisetas, dice que el objetivo de su colección es preservar éstas para que su familia y futuras generaciones las puedan apreciar y saber un poco más “de forma ilustrativa a quienes pertenecieron”. Exhibe una camiseta de Patricio Yañez, número 16, de la clasificatoria a España 1982; una 10 de Carlos Reinoso del Mundial de 1974 y la negra de Misael Escuti, el arquero de Chile en 1962.
Dice que para muchos son “trapos”; sin embargo para él son pedazos de historia del deporte más lindo del mundo. “Mi sueño sería que los actores principales de esto que son los futbolistas de ayer y hoy, se motivaran al saber mi pasión por el fútbol y me colaboraran con camisetas”.
Dice que su museo es sin fines de lucro; de hecho es una colección personal de la cual no existe algo a la venta y menos para el cambio. “Algunas prendas están con dedicatoria: Para David Osorio o El Rondor, como me conocen mis amigos”.
Las dedicatorias de sus amigos famosos pueden apreciarse en el Facebook de David Osorio. Primero  hay un saludo de cumpleaños y de aniversario de matrimonio del Cóndor Rojas y donde lo bautiza como su ahijado futbolero. El segundo es un saludo que le envía el arquero Paulo Garcés y el tercero muy corto, es de Johnny Herrera; quien le obsequió unos guantes.

Don Elías
Al único que no conoce en persona de sus ídolos es a Elías Figueroa. David dice que una de las joyas de su colección es una camiseta de Elías  que usó en el Mundial de 1974, en el partido de Chile frente a la República Democrática Alemana. Otra de Figueroa es la que empleó el mejor jugador chileno de todos los tiempos en Palestino; es una prende de lanilla, de finales de los años 70; bastante extraña.
Otra joya, dice, es la 10 que llevó el ex azul,  Roberto Hodge en el Mundial de 1966, marca Umbro. Hay camisetas más contemporáneas de la roja.  David nos enseña las prendas de Alexis, Medel y una de Marcelo “Matador” Salas camino a Francia 1998. Archiva una de Salas de su época de River Plate, firmada por éste.
En tanto, David aclara que los camiseteros son pocos en Chile, pero apasionados. “Aprovecho de hacer una mención honrosa a quienes hasta el día de hoy colaboran: Sebastián Garrido Schultz (Camiseta Retro), Mauricio Marchant, Axel Boilet, Francisco Soto  y Juan Solar Munizaga.
David me pregunta por la camiseta más valiosa. No lo dudo; le respondo que la de Elías Figueroa en el Mundial de 1974; lejos.                          

El “choro rusio” filosofa: “Fue un tsunami pues antes hubo un temblor ”

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11.15 horas de ayer. Manuel, conocido como el rusio, que habita hace 8 años sobre las rocas ubicadas bajo el cemento del paseo del mar, mantiene la mitad del cuerpo empapado.
El revoltijo del mar ha llegado hasta la costanera. Los barcos asimilan un movimiento parecido al del yo-yo. El asunto es complicado para quienes se atreven a permanecer en el paseo. Mojarse es lo mínimo dice el rusio; el problema son las olas que aparecen como chicotazos del diablo, a veces con piedras grandes.
Unas chicas que saltan los charcos con movilidad anfibia, se detienen a sacar fotos al oleaje. El rusio, curtido con tanto chapoteo, hace una negación con la testa, como diciendo que las chicas la están puro embarrando.
El hombre de ojos enrojecidos por una enfermedad responde -medio molesto por nuestra presencia- que lo perdió todo con las marejadas. Mire. Apunta a un carro de supermercado volteado que agarra movilidad con las duchas de agua salada que a cada rato caen sobre el encharcado paseo. “Eso fue lo último que tengo”, afirma el rusio con las manos en jarra y en actitud desafiante.
¿Y su perro señor, la rottweiler llamada Ana Gabriel?
El hombre al que los limpia autos denominan rusio, por su asoleado cabello color ceniza, indica hacia la entrada de un edificio frente a la costanera. La perra Ana Gabriel mantiene su cuerpo fofo sobre las baldosas. “Está tranquila”, dice el hombre; “a salvo”, agrega remarcando las sílabas.
-Sabe –dice abriendo sus estropeados ojos- ustedes los periodistas lucran con la historias de nosotros, los vagabundos. Me han venido a preguntar de todos lados; ahora se acuerdan de nosotros, cuando estamos todos jodidos por las marejadas.
 El rusio hace un alto, respira y sigue su descarga poco amistosa: “me hacen notas para el diario y no gano un peso por éstas; venden con nosotros”. El hombre da unos pasos hacia atrás, duda y luego regresa. Ahora intenta entender que a través de los medios, sus dramas logran visibilidad para la comunidad.
Luego dice que a través de las notas se ha hecho conocido; en consecuencia ha recibido ayuda.
Más tranquilo, Manuel   como si fuera un periodista de televisión hace un recuento de los sucesos. Todo comenzó anoche -dice con voz segura- cuando las olas comenzaron a reventar más y más cerca; hasta que me toco a mí. “Nunca pensé que fuera para tanto”, dice observando a las chicas anfibias.
Entonces las olas subieron como enredaderas y alcanzaron la casa con vista al cielo del rusio. Eran cerca de las 20.30 horas del miércoles, cuando sólo atinó a arrancar; primero había salido su perra.  Desconoce los destinos de su colchón, el viejo pascuero de trapo o sus artesanías de hojalata hechas con tarros de cerveza. La casucha de palo de Ana Gabriel, encaramada en las rocas, también cedió al músculo del océano. Sólo salvó el carro de supermercado que usa como transporte y un par de artefactos.
La noche la pasó cerca del pub Southpacific; no durmió bien. El machaqueo del mar fue constante.
-¿Y seguirá acá después de esto?
La mirada de arriba hacia abajo que propina, responde la pregunta. Luego observa al oceáno como Rodrigo de Triana, el vigía de la carabela “La Pinta”, y dice que por supuesto, se quedará en aquel lugar. Luego repite las bondades de vivir de esa manera. La astronomía es un de estas.

Esto es un tsunami


-¿Señor, y cuál es su tesis sobre las marejadas?
El rusio piensa, y luego rascándose la cabeza afirma que el temblor del miércoles removió el fondo marino, y eso provocó las marejadas.
-¿Es decir, estamos ante un tsunami?-
-Para mí esto es un tsunami o lo más parecido.
Después el rusio recuerda la alharaca por el terremoto en Japón, hace un tiempo atrás, y el posible tsunami que venía. Esa vez tuve que evacuar, pero no pasó nada. “Creo que estas olas han sido las peor que he visto en mi vida frente al mar”.
 -¿Y vio las ratas señor, hacia dónde se fueron estas?
El rusio con la vista fija en el carro de supermercado afirma que estas deben haberse ido por las cuevas subterráneas que hay bajo del paseo del mar. Dice que las ratas deben estar abrigadas y a salvo, pues son animales muy  inteligentes.
-¿Es decir estamos pisando las madrigueras de las ratas?
El señor afirma con la cabeza y después regresa a donde está el carro  de supermercado. El mar no da  tiempo para despedidas.

fotos: Sebastián Rojas.

La familia colombiana que cruzó la frontera a pie escapando de la violencia

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Lo más fácil era que mataran al frutero Willy Landazuri Castillo, 39 años. Habría sido un asesinado más en el puerto colombiano de Tumaco, sumergido en la violencia. Los sicarios no fallarían dos veces. En consecuencia, el hombre, su esposa, Liliana Montaño, 35 años, y sus 7 hijos  escaparon. Primero a un barrio periférico de Cali, Colombia.
Una noche, como una de las tantas donde el ruido ensordecedor de metralletas no da para pensar, una de las balas dirigidas a la casa de Willy traspasó el techo de zinc y se alojó en la cabeza de Eyhi, de 3 años. La chica fue llevada al hospital, sin embargo los especialistas no pudieron extraerle el metal.
Ante la premura por sobrevivir, la familia no pudo esperar más en tiempo en Colombia y en consecuencia postergó la operación de la niña.  
Una hermana de Willy,  quien vive en Antofagasta, le recomendó esa ciudad chilena por su tranquilidad y trabajo. No dudaron. Willy y Liliana primero se vinieron solos, sin casi nada de dinero. Estuvieron dos meses de manera ilegal. Juntaron recursos y después trajeron a sus hijos.
Cruzaron la frontera boliviana-chilena a través de las localidades de Pisiga y Colchane, de noche, a pie por el altiplano y a una temperatura bajo cero. Repitieron la historia con sus siete hijos, incluidos Eyhi.
Hace casi dos años que la familia Landazuri-Montaño habita en una casa facilitada por caridad en la periferia de Antofagasta. Son ilegales; pero en proceso de refugiados. Su destino depende del ministerio de Relaciones Exteriores. Desean quedarse en Chile, pues en este país se siente seguros, sin embargo la tendrán difícil. La familia mantiene una orden de expulsión pendiente pues en uno de los intentos por entrar a Chile de manera ilegal, fueron echados por la PDI.
Retrocedamos.

Caldera del diablo
El cementerio crece más que la ciudad Tumaco, 110 mil habitantes, departamento de Nariño, Colombia. Desde hace un tiempo el lugar es azotado por una ola de violencia.  En la “caldera del diablo”, como le llaman, se conjugan: el narcotráfico, la extorsión y la guerrilla; esto último pues el lugar es boscoso. De los alrededores del puerto, los narcos exportan droga.
Así define Willy el lugardonde nació y del que luego huyó. Dos de sus hermanos, dice Lanzaduri desde el living de la casa, ambos dedicados al comercio de la fruta fueron asesinados. Actualmente Willy sigue con el negocio, pero en Chile. Reconoce que no sabe hacer otra cosa. Las cajas de fruta están adosadas a las paredes de la vivienda como cubos del juego Tetris. Willy vende frutas en un carretón; cuando escasea el dinero su mujer cocina papas rellenas. Sobreviven. Al hombre le brillan los ojos cuando habla de su hijo futbolista, Jhon; dice que es el único que los puede salvar. “Es buenísimo”, dice el hombre que es hincha del América de Cali.  
En Tumaco, el frutero correría la misma suerte de sus parientes al no pagar la cuota a uno de los grupos mafiosos. No lo hizo y los tipos le fueron a tirotear la casa. Una bala dio a una persona cercana que tuvo el infortunio de estar cerca de él en ese momento. El otro proyectil lo rozó.
Los pistoleros regresarían.
Willy permaneció oculto en una parroquia hasta que lo sacaron de la ciudad.
Dos días más tarde el hombre estaba alojado en la casa de una tía de su mujer en un barrio periférico de Cali. Luego arribaría su familia.

La bala perdida
Liliana Montaño, que en sus brazos sostiene a Elisabel, de un año, la hija que nació en Chile, dice que el barrio donde alojaban en Cali, eran habituales las balaceras entre delincuentes.
“También era una caldera del diablo” afirma sonriente la mujer mirando una olla que hierve. Prepara el pino de las papas rellenas. La otra olla sobre leña donde se cuecen las papas está afuera de la vivienda. Sobre la olla, en los cables de electricidad cuelgan zapatillas como murciélagos.  Las marañas de zapatillas en los cables son algo así como trofeos de asaltos; es decir, cada zapatilla representa un asalto. No es el mejor barrio de Antofagasta, pero a juicio de Willy, que pone rostro alegre, el sector es como una iglesia en comparación al barrio de Cali o Tumaco.
Mientras revuelve el relleno de las papas, Liliana recuerda el sábado en la noche en Cali, cuando cambió la vida de Eyhi.
Escucharon balazos afuera. Luego siguió un golpeteó en el techo de zinc de la casa. Vinieron los gritos de la niña y sus hermanos. A Eyhi le corría un hilillo de sangre detrás de una de sus orejas. Pensaron lo peor.
“En Colombia, en general, no hay un respeto por la vida. Llega cualquiera y te mete balazos por nada”, dice la mujer.
Liliana llama a Eyhi. La chica juega en una habitación contigua. Toda la familia duerme en la misma habitación.
La madre le dice a la chica que ladee su cabeza. Indica que la bala le avanzó desde el costado al oído, y que se puede ver. Liliana dice que por efecto del frío la bala se hiela, y genera dolor.
Cuando la familia cruzó el altiplano Eyhi fue la más dolorida.
Cruce de los Andes
El primer viaje hacia Chile lo hicieron Willy con Liliana. No tenía mucho dinero. Cruzaron Ecuador y Perú, siendo transportados en camiones y a veces hasta a pie. Tardaron un par de semanas en arribar a Tacna. La PDI en Chacalluta, nos los dejó entrar.
De esta manera optaron por la frontera de Bolivia a Chile. Un coyote peruano los dejó en Pisiga, con el riesgo de que la mujer fuera violada. Por suerte, no sucedió. El pueblo boliviano de Pisiga es destino de los desplazados colombianos que buscan cruzar a Chile a cómo de lugar. La pareja lo intentó una vez sin éxito; de ahí que quedaran con orden de expulsión. La segunda vez lo lograron, pero sin dinero. Permanecieron en medio del altiplano; casi congelados. Willy recuerda que un lugareño de buena voluntad los trasladó hasta Iquique.
En Antofagasta alojaron en casa de un pariente. El colombiano trabajó en La Vega local, como frutero. La mujer, en tanto, cocinaba sus papas rellenas. A los dos meses estaban en condiciones de traer a sus hijos.
El viaje con sus hijos lo hicieron en bus hasta Pisiga. Esta vez pasaron Ecuador, Perú y Bolivia, dejando a su paso la admiración de quienes los veían por el sacrificio que hacía esta familia, por tratar de estar junta. A sabiendas de las limitaciones en la frontera, cruzaron a pie por un paso no habilitado. Caminaron casi un día. Liliana menea la cabeza, “fue un tormento”, dice la mujer. “Estamos habituados al clima tropical; aquí con nuestros hijos pasamos bajo cero. Pensé que no llegaríamos todos, que alguna se nos moría”, afirma.
Dicen que las familias numerosas son habituales en Colombia pues muchos se quedan en el camino por la violencia.
Ochenta mil pesos les cobró el dueño de un furgón en Colchane, por bajarlos antes del retén de Huara. Ahí se quedaron en medio del desierto, a esperar de la buena voluntad. Llegaron por parte a Antofagasta. Primero la mujer con sus tres hijos y luego el padre con el resto de la familia.

Futuro incierto
En Chile nació su última hija, Elisabel Landazuri Montaño. Tiene un año y no existe en el país. Toda la familia no está numerada en Chile.
Elisabel no tiene ninguna vacuna ni puede ser atendida en los centros de salud por los controles sanos. La familia no puede optar a ningún beneficio social.
Los niños están estudiando gracias a una gestión del arzobispado, gobernación y seremi de Educación.
Willy ruega con vehemencia y pide “por favor que nos den una oportunidad a nuestra familia, que no nos expulsen, que por favor levanten la orden de la expulsión; sabemos que cometimos u grave error, pero se hizo por temor a perder sus vidas”.
Desean quedarse en Chile pues en este país se siente seguros y acogidos.
Minutos después la familia sale a vender las papas rellenas a los vecinos del sector.


Fotos: Sebastián Rojas Rojo.      

El debut de la actriz de 1,30 cms.

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“Tú eres enana; se burlarán toda la vida de ti”. Eso le dijo su padre cuando despuntaba los cinco años y comenzaba a agrupar miradas.
Aunque la frase suene despiadada, Claudia Soto Honores, 26 años, egresada de trabajo social en la Universidad de Antofagasta (UA), soltera, la agradece.  Ella debía curtirse para convivir en una sociedad que apunta lo anormal.
“Nunca me escondí”, afirma con tono seguro. Acepta que hubo etapas más difíciles que otras; algunas henchidas de rebeldía.
Claudia es la menor. Tiene un hermano con el que se lleva muy bien, reconoce. Ningún miembro de su familia detenta la anomalía del enanismo; tampoco hay antecedentes anteriores.
Levanta los hombros y dice que nació de esa manera.
Claudia declara que no anda con miedo por la vida y por esto aceptó el desafío de actuar.
La mujer de 1 metro 30 centímetros de estatura ensaya por estos días para su debut en el teatro.  Claudia encarnará a Nabora, en la obra “Los Trenes se van al Purgatorio”, de la Compañía de Teatro de la UA y basada en la novela de Hernán Rivera Letelier.
El montaje -financiado por el Fondart- se estrenará a mediados del próximo mes en la sala Pedro de la Barra y marcará el debut como actriz de Claudia. La novela hace referencia a un enano, sin embargo aquí se adaptó el personaje para ella, explica el director Alberto Olguín Durán.
El enano original de la novela se llama Nabor, que es un payaso brotado de algún circo del desierto. Hernán Rivera Letelier, se rascó la pera y con su voz pegajosa dijo como Moisés en el desierto que Claudia, debería ser Nabora. Dicho y hecho.
El personaje de Claudia, dice Olguín, en la obra padece el escarnio por su condición. Claudia, sonriente, dice que suena gracioso que ofendan a Nabora. Le dicen enana y una suma de palabrotas. Así es el guión fundamentado en la novela.
Con el rostro ladeado la mujer con similar estatura a un niño de 8 años, admite que saborea el show. Bajo una de fotografía de Pedro de la Barra, dice que le gustaría aprender más teatro.

Llegó a pesar 70 kilos
Claudia se sube a una silla y comienza a revisar el vestuario en la vetusta sala de Condell esquina Baquedano. Por lo menos aquí tengo silla, habla con un tono suave.
La estatura le juega en contra cuando, por ejemplo, cobra un cheque en el banco. Los mesones superan el metro y 50 centímetros; de esa manera ella depende de la buena voluntad de la cajera. A veces la ayuda el guardia.
Ha firmado cheques hasta en el suelo.
En contrapunto está la buena intención de los conductores de la locomoción colectiva. Muchas veces  la llevan gratis en los autobuses. “Me pueden confundir con escolar”, afirma tocando su rostro sonriente.
Se reconoce como crédula, a veces demasiado. Entiende que su condición genera interés. Ella lo asume hoy con simpatía; aunque hubo momentos difíciles cuando llegó a pesar alrededor de 70 kilos. Actualmente pesa 30 kilos.
Dice que no se preocupó y engordó. No se podía mover; incluso tenía problemas para ir al baño. Su familia fue fundamental en este proceso. Puede decirse que para alcanzar tal punto de obesidad influyó una baja autoestima. El problema derivó en una cirugía, o sea un bypass gástrico.
Luego recuperó su peso normal que mantiene. Reconoce que hoy no come mucho, sin embargo no se le quita su delirio por los chocolates. Saca un bombón y se lo come. Me ofrece uno.
El actor Jorge González pasa por el lugar y la saluda con pasión. Claudia dice que nunca se imaginó en el teatro. Confiesa que desconocía los pergaminos de la compañía de teatro. Hoy se siente querida.
Otro actor, Omar Awad, pasa y bromea en doble sentido con Claudia. Ella se ríe.

Bohemia y amor
Claudia habla rápido cuando le interesa el tema. Le gusta platicar de su trabajo como garzona en la peña Café del Sol. “Conozco la bohemia antofagastina”, dice mirando hacia arriba.
Sin preámbulos afirma que una noche normal puede recibir de propina alrededor de 50 mil pesos. Y eso es poco:  en una noche buena puede alcanzar el doble. Ha salido hasta con un poco más de 100 mil pesos de propina.
Al negocio va mucha gente con plata, aunque no parezca, deduce.
Parece cómoda hablando del local nocturno. Mantiene buenas amistades. Puede decirse que también ha sido una ventanilla para conocer gente, y también para el amor.
Claudia se toma su tiempo para hablar del amor. Mira las paredes roídas, y reconoce que es apasionada; le gusta tomar la iniciativa. Acepta que se ha enamorado. Admite que han sido amores ocultos, pues sus parejas no se atreven a difundir la relación. “Tengo claro que se preguntan: ¿Qué pensarán mis amigos? o cosas de ese tipo”.
En consecuencia dice que no le gustan las personas superficiales ni quienes buscan el amor por la vista. “Me gusta que conozcan mi mundo interior, sin embargo la experiencia me ha aleccionado de no ser tan confiada”.
Hay otros personajes que sí se atreven. Claudia, sonriente, dice que algunos le insinúan algún favor sexual. A estas alturas ella ha entendido que despierta ciertas fantasías sexuales.
-¿Recibe muchas invitaciones?
Pone cara de duda. Piensa y luego responde: en general, aunque no parezco, hay muchos a quien le gustaría intimar con una enana.
-¿Y se proyecta como madre?
Claudia arruga el rostro en un gesto de ternura y dice que le encantaría. Luego agrega que le queda tiempo para conocer al padre de su descendencia.
La escenografía toma forma al interior del teatro. La idea es semejar a un vagón de tren. Nabora cruzará el carro varios veces. Se burlarán de ella.
 Claudia, dice que al igual que el personaje, los enanos deben tener la piel dura. “Es la vida que nos tocó”, dice la mujer con un gesto de resignación. Luego se maquilla y comienza un nuevo ensayo.



Foto: Sebastián Rojas Rojo.

Calama, la ciudad de la tetosterona

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Con una jarra de cerveza en la mano, el hombre observa a sus amigos y luego responde a este reportero con voz áspera: “¡Te estamos esperando, Yerko de la con…!”. Después de unas gesticulaciones obscenas, con risas entre medio, dedicadas al personaje de televisión, el festivo trío brinda. El shop se acaba. Con el revoloteo de una mano, llaman a la chica que atiende. Le hacen un gesto para que traiga más cerveza. La chica delgada, de pelo lacio y oscuro y que mantiene al descubierto las piernas, contesta con un señal de espera. De cada hombre pueden brotar dos y hasta tres chicas: hay un evidente contraste de peso y tamaño. Son pasadas las 21.00 horas del lunes, finales de julio, y en la shopería “Planet”, ubicada entre las calles Latorre y Antofagasta, se celebra algo.
“Siempre se celebra algo”, dice con voz fina una chica que nos trae un plato con restos de una chorrillana o algo parecido.
Por estos días en Calama, Yerko Puchento,  el juglar farandulero, es una persona non grata para autoridades o para algún político busquilla. La opinión es divida en la calle. Algunos se lo toman con humor y otros, con gravedad. Lo habitual es que el  nombre del personaje provoque una instantánea deformación en los rostros;  algo similar como cuando alguien absorbe un limón. Yerko no interesa mucho en la ciudad de alrededor de 140 mil habitantes, donde a cada rato los aviones bajan y suben como un yoyo.
Yerko dijo que era un horrible pueblo de mierda.
Luego pidió disculpas.
La chica que nos atiende en la shopería, con la vista en otro lado, dice que la ciudad es como cualquier otra; la diferencia es que hay más hombres que mujeres.
El último censo reveló una cantidad similar de hombres y mujeres. Hay 69 mil 547 calameñas y 69 mil 175 varones.
Otra chica con un bikini celeste captura miradas. Ella se dirige a una mesa donde hay un moreno rudo de bigote mexicano parecido al actor Danny Trejo. Las miradas se cortan cuando la chica llega donde Danny. Nadie quiere pellizcarle la uva a Danny. Calama, a ratos, parece ciudad fronteriza mexicana. En la calle, el termómetro debe marcar menos de 10 grados; adentro, en la shopería, hay un calor húmedo parecido al hálito.
Puede decirse que parte de Calama vive sumergida en el trópico.
Pelo tieso
El parque El Loa es uno de los principales atractivos de la ciudad. Bordea el enjuto río más extenso del país. El agua está detenida en una suerte de embalses pequeños. A los costado hay una zona de camping. El lugar es idílico, básicamente al ocaso. En la tarde del lunes hay chicos bebiendo cerveza a un costado del río. Al otro lado, una familia toma té y come panecillos. Unos niños con uniforme de colegio se mojan los pies, bajo la mirada del papá.
Cuatro chicas caminan por el paseo; una porta una bolsa con cervezas. Dicen que a nadie le gusta vivir en Calama. La ciudad es sucia; hay basura en la calle. Coinciden en que es una ciudad hecha para suplir las necesidades de los trabajadores. De los hombres.
-¿Pero tiene su encanto escondido?
Las chicas se miran entre ellas y levantan los hombros.
Nathalies, la más locuaz, se toca el pelo y dice que por vivir ahí tiene el pelo chuzo y la piel se reseca, afirma mirando hacia un árbol.
Juan Fuentes, quien riega el pasto, reconoce que la afirmación de Yerko no es tan falsa.
-¿Cómo es eso?
El señor de rostro acentuado por las arrugas afirma sonriente que el opinólogo dice la verdad:
-La ciudad es fea, en comparación a la plata que hay.
La plata -dice el hombre- se ve en los autos que circulan.
-Véalos.
El problema de bañarse en el río, dice Juan Fuentes mirando al papá y sus hijas, es que está contaminado.
Un cartel verde dispuesto a un costado confirma las palabras del jardinero.
Calama de lujo
Las 18.00 horas es la hora del taco. Taxis colectivos, camionetas de mineras con banderines y voluminosos vehículos 4x4 coexisten en las estrechas calles. De repente se perciben cromadas motocicletas y autos de lujo.
Hay restoranes extraídos de Vitacura. Calama responde al turismo de negocios con una gastronomía de buen nivel. En la calle Granaderos, sobresale el restorán “Patagonia”, con cortes de carne de calidad, algunos exóticos, y una rebuscada cava de vinos. Para comer sushi, el “Osumi”, en la Plaza del Sol, es bastante conocido, zona que también alberga al restorán “Manhattan”, que entre otras especialidades propone un congrio a la tailandesa.
En la avenida Balmaceda, permanecen estacionadas, como naves espaciales en algún planeta seco de Star Wars, las edificaciones modernas como el mall, el edificio corporativo de Codelco, hoteles, supermercados, la Plaza del Sol y el casino.
Es poco, afirma convencido Alejandro, geólogo, para una ciudad que dice “le da de comer a todo Chile”. Alejandro vive en Santiago, pero viaja de manera semanal a Calama. Integra la insondable población flotante de la ciudad.


Ciudad de hombres
En la periferia de Calama, hay zonas de encanto natural, como las arboledas en las cercanías del cementerio o el sector Ojo de Apache, cuyos alrededores lamentablemente mantienen basura, según Osvaldo Rojas, investigador y director del museo. Las parcelas de avenida La Paz son otro sitio para ver en este city tour.
La historia de la ciudad está concentrada en el museo que armó Rojas, por iniciativa propia. El museo se encuentra a un costado del Parque El Loa y exhibe desde dinosaurios hasta cajetillas de cigarros, pasando por objetos de la Guerra del Pacífico.
-¿Y qué piensa de lo que dijo Yerko?
-Es una opinión personal, no hay que darle más crédito. Seguir hablando de él es agrandar su imagen.
Rojas, de hablar pausado, dice que Calama es una ciudad donde confluyen identidades de la pampa salitrera, del minero del cobre y de la inmigración andina.
-¿Cree que Calama tiene una deuda con las mujeres?
Rojas piensa, se toma la barbilla y declara que las críticas a la ciudad pasan en ese sentido, pues es un área de trabajo. “Somos una ciudad minera de importante presencia masculina y eso incide en la forma de vida de la ciudad, especialmente en lo que respecta a la bohemia que es muy visible”, dice.

Shopería tropical
En general la ciudad es chata, pero tiene su encanto, dice convencido Juan Fuentes, el jardinero.
Yendo de norte a sur hacia el centro, la ciudad cambia de piel. La dentadura urbana se compone de shoperías, restoranes y comercio diverso. Todo llega a la peatonal Ramírez, que es el centro nervioso. En el medio de la peatonal hay dos estatuas, ambas de cobre. La más llamativa es la de un perforador que está sobre una fuente de forma singular, que muchos comparan al formato fálico.
Un señor se ríe cuando pregunto por su opinión de la fuente. Dice que en todo Calama piensan lo mismo.
La noche aparece en las puertas luminosas. Chicas se pasean ligeras de ropa, por las calles Latorre y Vivar. Grupos de hombres buscan donde beber. Alguien recomienda el local Caruso.
Decidimos por la shopería “Planet”.
Entramos.
El DJ habla por el micrófono y pone música al interior. Lucy, la regente, observa como capitana desde la barra. El DJ es el alma de la fiesta. A ratos, salta. Baila. Repite que es una noche de fiesta en “Planet”. Su energía contrasta con el relajo de la mayoría de los parroquianos, que parecen concentrados en el diálogo. Por ahora nadie baila. Hay chicas que dialogan con los clientes.  
Suena un tema de               Romeo Santos.
Sergio, el DJ, baja de su aposento luminoso y nos saluda. Le preguntamos qué piensa de los dichos de Yerko.
El chico, que no supera los 30 años, dice que no conoce a Yerko. “Esto es otro mundo”, afirma seguro, y regresa a la caseta eléctrica.
La noche continúa.  

Foto: Sebastián Rojas Rojo.

El guagua: el loco que dirige el tránsito en Antofagasta

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El hombre de mejillas infladas, pelo chuzo y chaqueta  reflectante dice con la vista fija en la tierra, que le habría gustado ser un carabinero.  Reconoce su encanto  por el uniforme verde, botas bien lustradas y el cabello corto; luego piensa y  con la lengua traposa afirma que no entiende cómo alcanzó su actual estado, pero que no se arrepiente de nada.
-Estoy sano-, dice pegándose unos golpecitos en la guata.
Confiesa que ha pasado por todas y que lo conocen todos. Ha sido malo y bueno, a la vez.
-¿Cómo es eso?
-La vida en la calle a veces te enseña a ser malo, pero también bueno.
 Lentamente levanta su cabeza; parece que ésta le pesara demasiado. Mirando unos vehículos que transitan por la calle, dice que a veces no entiende porqué está vivo.
Es fácil leer su vida; los surcos en el rostro arman una historia sobre marginalidad. Nuestro olfato descubre el resto.
Francisco Armando Bustamante Martínez de una edad indescifrable entre 40 y 50 años, declara que en promedio bebe cuatro cajas de vino de un litro al día; no recuerda desde cuando sigue la dieta del caldo, pero es desde hace tiempo. El dinero para suplir su necesidad de beber lo hace dirigiendo el tránsito.
Y verlo es un show.  
Come lo que le dan. Como todo alcohólico prefiere beber, antes que alimentarse.
Para aprovisionarse de su vicio se inventó el trabajo de Carabineros.
Francisco, quien es conocido como el “Guagua”, emula a un policía sobre el asfalto de las calles Sucre con Andrés Sabella.
Es posible hallarlo durante la tarde, aunque también trabaja a mediodía. Puede decirse que labora cuando no tiene más que beber.
Las monedas le caen rápido. Provoca más simpatía que compasión.
El hombre se ubica en el medio de la pista; pone un cono que corona con una caja de vino tinto.  Luego con un pito en la boca y una cacerola en la mano comienza su espectáculo sin medir los riesgos.
 Tocándose la piel de lija de su rostro, confiesa que no recuerda haber estado en peligro de ser atropellado. “Un día un carabinero pasó cerca mío y me dijo quédate ahí, porque lo haces bien”.
 Ese detalle lo hace pensar que su trabajo está acreditado por Carabineros. Elucubra que es amigo de un capitán y que ha estado en la comisaría.
-¿Y dirige el tránsito curado?
El guagua hace una leve afirmación con la cabeza. Admite que con alcohol funciona mejor; es el secreto de dirigir el tránsito.
La única amenaza, dice el hombre es cuando aparece en escena la mujer con quien vive. El encuentro es una comedia hilarante con matices de tristeza.
La mujer le quita las monedas a la fuerza a un costado de la calle. Algunos autos se detienen a presenciar el drama.  Llueven los insultos. Golpes van y vienen contra el pobre “Guagua”; el hombre pierde.
Reconoce que él no le pega a las mujeres; y que las mujeres le pagan a él.
-¿Usted es un hombre maltratado señor?
Tocándose un mechón tieso, afirma que no le importa lo que digan de él.



En la quebrada del ají
“El guagua” es conocido en el sector de la Miramar Central. El  hombre se ha ganado la simpatía de los vecinos. Lo califican como un borrachito simpático. No es agresivo, aclaran desde un negocio.
Hay vecinos que lo alimentan; que se compadecen de su estado. Concuerdan que es maltratado, como también que nadie hace nada por él.
Francisco revela que no tiene hijos y que su único vínculo lo tiene con la mujer. Dice que ella lo protege.
Lo acompañamos a su casa. Los interiores de la Miramar Central están llenos de pasajes estrechos, recovecos y onduladas quebradas. “El guagua” camina rápido entre paredes timbradas con anuncios de la barra de Colo Colo.
Los vecinos lo saludan. “El guagua” se introduce a su casa entre los restos de una reja de palo y latas. Llegamos. Al costado hay un jardín descuidado; sobre un fierro que despunta de la reja hay una caja de vino. A estas alturas las cajas de tetrabrick son algo así como la bandera del “guagua”; su símbolo.
Nos dice que esperemos afuera.
La vivienda es pequeña; parecida a la de Condorito. A los costados hay chatarra; antes de su éxito dirigiendo el tránsito, el hombre fue chatarrero.
Los gritos aparecen cuando “El guagua” pone el pie en la casa. La peculiar forma de comunicación se escucha por toda la quebrada; es como si viviera un monstruo adentro. La casa parlante se desvanece una vez que el hombre sale.
“El guagua” viene hacia nosotros. Dice que no podemos pasar a conocer su feudo; que lisa y llanamente no tiene permiso.
La mujer ni se asoma.  El guagua excusa a su dama y dice que está celosa.
“El guagua” ahora regresa a Sucre con Sabella. Camina con cierto bamboleo.  Necesita hacer las monedas para seguir viviendo. Cada día tiene su afán, dice el hombre que camina cabizbajo.
-¿Guagua y  cuándo nació?
El hombre dice que eso no es importante, pero sin embargo se detiene a pensar. Mira al cielo, se rasca la barba y luego de unos minutos, dice que no tiene claro si fue en 1968 o 1969, pero en Antofagasta. “Debo tener algo así como 49 años”.
Sin que le preguntemos, dice que el caldo de pollo es su comida favorita.
¿Y por qué te dicen Guagua?
-Una vez cuando chico un niño más grande me estaba pegando. Alguien gritó no le “peguí” a la guagua, y así quedé como el guagua.
Luego sigue su andar.
-¿Guagua, y en qué año estamos?
-No sé; perdí la cuenta.
Es mediodía y “El guagua” todavía no hace ninguna caja de vino. Lo normal es que ya tenga uno o dos en el cuerpo; en consecuencia apura sus pasos para dirigir el tránsito.




Foto: Sebastián Rojas rojo.
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