Un encendido Belisario Salinas, presidente de la Liga Patriótica de Antofagasta, dice que es necesario volver a los antiguos valores, a la época en que Chile se imponía el talento, el carácter, la honradez y el trabajo. Los presentes, entre ellos algunos veteranos de la Guerra del Pacífico, aplauden con efusividad. Luego cantan el himno nacional; vitorean. Los recuerdos de la guerra están frescos. Es una tarde de verano de 1919, y muchos de los presentes se aprestan a examinar las calles. Luego Salinas llama a la acción.
El acoso es contra los peruanos, en el marco del intenso proceso de chilenización que vive el norte de Chile. Las ligas patrióticas son pandillas que usan armas y funcionan al amparo del Estado como una suerte de milicia urbana, explica el historiador Damir Galaz-Mandakovic.
“Eran generalmente de clase alta y se camuflaban formando clubes. Eran tolerados por las autoridades y por gran parte de la ciudadanía que legitimaba las acciones.”
Son tiempos en que la liga de Antofagasta organiza boicots contra casas comerciales que emplean a peruanos e impiden el desembarco de estos que llegan a la ciudad. A veces los peruanos son golpeados y maltratados; y luego expulsados. Los excesos son frecuentes. “Marcan las casas con cruces y con el hostigamiento, golpizas y asesinatos buscan expulsar a los bolivianos y peruanos. Familias completas deben huir”, agrega Galaz-Mandakovic.
La imagen puede parecerse a las purgas contra los judíos de la Alemania Nazi, guardando las proporciones.
integración
Esta ojeriza hacia peruanos y bolivianos por efecto de este exaltado nacionalismo se inserta dentro de lo que muchos estudiosos conceptualizan como “nacionalismos oficiales”, entendiéndose como aquellos que son parte de una política de Estado, los cuales acontecen con frecuencia en situaciones como una post guerra.
Sin embargo llama la atención el nivel de integración de las ligas con inmigrantes europeos y asiáticos.
El historiador iquiqueño, Juan Vásquez, cita un episodio en que la colonia China de Antofagasta, desde 1912, cuando se constituye como república, efectúa en cada celebración de su fiesta nacional donaciones a la beneficencia pública como: el comité municipal pro cesantes, asilo de ancianos, hospital El Salvador, asilo de infancia y a la Liga Patriótica de la ciudad (En “Cuando Oriente Llegó a América” (BID, 2003).
En síntesis, dice Vásquez, la Liga Patriótica de Antofagasta actuó y fue parte de la vida pública antofagastina, tanto de la ciudad como de la provincia. Es más, la idea se extiende hasta Santiago y Valparaíso y se replica en Argentina; siempre mediando la violencia y acusando de los problemas socio económicos o políticos a los países con los que se estuvo en guerra, especialmente a Perú.
-¿Considera que estos antecedentes históricos pueden explicar el rechazo de un sector de antofagastinos hacia inmigrantes latinoamericanos?
-Los recambios poblacionales, con tanta inmigración interna y externa hacen que territorios como Antofagasta tengan una población heterogénea, enel cual no deberían quedar resabios de estas viejas y obsoletas formas como las “ligas patrióticas”.
Vásquez redondea el concepto y dice que en regiones como la nuestra la educación debe preparar a las nuevas generaciones para tener miradas más amplias, menos etnocentristas y más tolerantes. Y en ésto, un rol no menos relevante de los medios de comunicación.
Colombianos
Respecto a la aversión contra los colombianos que desembocó en una manifestación de un sector de antofagastinos, el historiador Damir Galaz-Mandakovic afirma que los argumentos son vacuos de políticos necios sin asideros cuantitativos o comparativos. “Apuntan a situaciones cotidianas y populistas para amplificar el rechazo con una falacia”. Dice que afloran discursos centrados en los estereotipos, prejuicios y por sobre todo en la moralidad; en la expresión y defensa de lo que se entiende como un “buen ciudadano”, cruzándose ideologías religiosas y nacionalistas.
Dice que se defiende un esencialismo moral de sociedad y no entienden a la sociedad como dinámica y procesual. “Un político que opera con ese tipo de categorías, que piense a la sociedad como estática y homogénea, o con ese tipo de categorías intelectuales, es un personaje más peligroso que cualquier inmigrante que sólo desea ganarse la vida”.
Galaz-Mandakovic afirma que este tipo de críticas entrevén un afán de homogeneizar la población y así poder lograr mayor control social. “Deja en claro un racismo que es selectivo, porque no dicen lo mismo de una rusa, gringa, argentina o española. La moralidad sólo es aplicada a la colombiana, como si tuviesen el poder omnímodo de control sobre los hombres chilenos. Sobre las prostitutas colombianas opera una visibilización mayor por el fenotipo, pero siguen siendo una minoría”, afirma.
Galaz-Mandakovic dice que siempre existirá una justificación para el rechazo a través de argumentos morales que hablan de un paternalismo, de una infantilización, minimización y criminalización del inmigrante latino.
-¿A su juicio que debería hacer la comunidad colombiana para ganarse el respeto, pienso en los chinos de Tocopilla y su altruismo?
-Deben seguir siendo colombianos como tal, no asimilarse en totalidad a lo que significa Chile en términos culturales. Deben seguir practicando y recordando a la patria lejana, desde un transnacionalismo o una translocalidad, que significa vivir como colombianos fuera de Colombia. Notable es el caso de los chinos que vivieron la misma discriminación que viven los colombianos, pero aún así, se organización y reafirmaron su cultura y lograron insertarse a través de una simultaneidad cultural.
Entrevista completa a historiador Damir Galaz-Mandakovic. - ¿A tu juicio, ¿Qué responsabilidad tiene el Estado y el proceso de chilenización, en este problema?
El proceso de chilenización, surgido después de la Guerra del Pacifico, marcó una línea imaginaria (un nuevo mapa) pero a la vez marcó otra línea, centrada en el imaginario racial. Construyó al peruano y boliviano como enemigo eterno de Chile a través de una supuesta inferioridad basada en lo étnico, en lo indígena. Chile triunfante en la guerra, buscó diferenciarse y se proyectó como “país blanco”, en ello contribuye el mito de país blanquecino consolidado por el discurso militar. Es un mito biológico, que surge de la “mezcla” del mapuche, conquistadores y encomenderos. Esa mezcla fruto de la guerra dio pie al espíritu de “raza” y la virtud militar chilena: unión, orden, disciplina; los elementos considerados como claves en la conformación de la nación. En pocas palabras, el blanquecino es el fin al indio puro, porque éste se extingue por el hambre, guerra, epidemia, y trabajo. para ello, suman a la iglesia católica y ahí el mito se adorna con caracteres de revelación teológica, por ello adquiere legitimación.
Una vez superada la guerra, el enemigo y las categorías racistas de superioridad/inferioridad, van operando entre inmigrantes europeos o asiáticos. En la actualidad, se adiciona al inmigrante latino en esta discusión. El colombiano es la victima agregada a estos “enemigos” de la raza, influye en ello el fenotipo: la apariencia de color. Elemento que marca a un otro, a un ajeno, a un distinto, por ello está afuera de lo que se considera parte del mito de origen de lo que supuestamente es Chile. Y todo lo que atenta a lo fundacional, es considerado peligroso.
- ¿Por qué quienes están en contra los colombianos, argumentan razones básicas (mujeres putas, roban marido, etc) para su rechazo?
Son argumentos vacuos de políticos necios sin asideros cuantitativos o comparativos. Apuntan a situaciones cotidianas y populistas para amplificar el rechazo con una falacia. Generalmente afloran discursos centrados en los estereotipos, prejuicios y por sobre todo en la moralidad, en la expresión y defensa de lo que se entiende como un “buen ciudadano”, cruzándose ideologías religiosas y nacionalistas.
Defienden un esencialismo moral de sociedad y no entienden a la sociedad como dinámica y procesual. Un político que opera con ese tipo de categorías, que piense a la sociedad como estática y homogénea, o con ese tipo de categorías intelectuales, es un personaje más peligroso que cualquier inmigrante que sólo desea ganarse la vida. Opera en estas visiones ciertas afirmaciones en base a la presunción de normalidad o superioridad de su propia condición social, que justificaría la descalificación y el rechazo.
Sin duda que este tipo de criticas entrevén un afán de homogeneizar la población y así poder lograr mayor control social. Deja en claro un racismo que es selectivo, porque no dicen lo mismo de una rusa, gringa, argentina o española. La moralidad sólo es aplicada a la colombiana, como si tuviesen el poder omnímodo de control sobre los hombres chilenos. Sobre las prostitutas colombianas opera una visibilización mayor por el fenotipo, pero siguen siendo una minoría.
Siempre existirá una justificación para el rechazo a través de argumentos morales que hablan de un paternalismo, de una infantilización, minimización y criminalización del inmigrante latino.
- ¿Qué debería hacer la comunidad colombiana para ganarse el respeto, pienso en los chinos de Tocopilla y su altruismo?
Deben seguir siendo colombianos como tal, no asimilarse en totalidad a lo que significa Chile en términos culturales. Deben seguir practicando y recordando a la patria lejana, desde un transnacionalismo o una translocalidad, que significa vivir como colombianos fuera de Colombia. Este tipo de práctica transnacional involucra a los individuos, sus redes sociales, sus comunidades con proyección a incorporar a las estructuras institucionales más amplias como gobiernos locales y nacionales, tal como lo hicieron los croatas, italianos, griegos, alemanes, ingleses, españoles; quienes formaron sus colonias y clubes artísticos, deportivos y sociales. Notable es el caso de los chinos que vivieron la misma discriminación que viven los colombianos, pero aún así, se organización y reafirmaron su cultura y lograron insertarse a través de una simultaneidad cultural.
Se deben detener los enfoques asimilacionistas y aculturalistas de los políticos que buscan que el colombiano niegue su cultura de origen a través de una inserción expresada en la práctica integral a los usos y costumbres de la sociedad receptora, en la que consecuentemente perderá sus lazos de pertenencia y a la larga su identidad como originario de otro país; supone por lo mismo, una transferencia de lealtad única al nuevo país de residencia mediante la adopción de una nueva identidad nacional.
Olvidan que los migrantes son capaces de reproducir en otros contextos sus formas culturales de ser y de pensar, además de incidir en las relaciones sociales de su país de origen.Es decir, el migrante no migra y trasplanta su cultura, lo que hace es reproducirla, la reestructura y con ello la reformula. La incorporación de los inmigrantes y las conexiones transnacionales no son procesos contradictorios. Y su mano de obra no es reemplazante de la local, sino que complementaria porque se aboca a lo que no quieren hacer los chilenos.
Entrevista completa a historiador Juan Vásquez sobre las Ligas Patrióticas
Chile, Bolivia y Perú, como producto de la Guerra del Pacífico, mantienen en las décadas siguientes sucesivos momentos de tensión, las que se traducen en un el surgimiento de fuertes movimientos nacionalistas en los 3 países. Para el vencedor de ese conflicto, el favorable desenlace le llevaba a asegurar la soberanía y predominio en los territorios incorporados, los que incluían las antigua fronteras boliviano – chilena y la nueva frontera con Perú, país con el que no se limitaba antes de la guerra, hallándose además un tema irresoluto, de gran relevancia y mucho impacto en las relaciones bi y trilatarles, como lo era la soberanía sobre la Provincia de Tacna, que debía definirse en un plebiscito, que finalmente nunca se realizó.
En Antofagasta existía una importante población boliviana y, en menor medida también peruana. El Descampado de Atacama y su litoral habían sido parte del Departamento de Potosí. Tomando como referencia el Censo de 1907 en la provincia antofagastina habían 1625 peruanos y 5.742 bolivianos. Al cabo del proceso de “Chilenización”, con referencia en 1930, se mantenía alta la población boliviana con 4.715 habitantes, y la peruana se reducía a 291 personas. El número de bolivianos da cuenta de la demanda de mano de obra en la industria salitrera, lo cual hizo que el mismo Estado apoyase los enganches de trabajadores en Bolivia que se incorporan a las faenas de Tarapacá y Antofagasta, sin dejar por eso de ser discriminados, al menos desde la década del 20 no perseguidos por formas para-estatales como las Ligas.
El nacionalismo chileno, que se comienza a expresar con mayor fuerza desde las celebraciones del primer centenario, actuando a través de entes políticos y militares, bajo una lógica de homogeneizar el territorio con trabajadores chilenos, verá aparecer con mayor contundencia desde 1911, a estos grupos paramilitares, nacionalistas los cuales amedrentan o violentan a peruanos y bolivianos, para hacerles desistir de su permanencia “no deseada”, en el país. Este tipo de lógicas se inserta dentro de lo que muchos estudiosos conceptualizan como “nacionalismos oficiales”, entendiéndose como aquellos que son parte de una política de Estado, los cuales acontecen con frecuencia en situaciones como una post guerra. De hecho, los tres países desarrollan este tipo de políticas, ya sea en la pugna recuperar/mantener la Provincia de Tacna, que dio inicio a tempranas escaladas de violencia; o en la instalación de la reinvindicación del litoral en el discurso constante en Bolivia. El Estado chileno enfrentaba además la llamada “Cuestión Social”, con los sucesivos movimientos en la pampa que solían ser endosados “a las ideas bolcheviques” o a la acción “de agitadores peruanos”, por lo cual las Ligas también tendrán mucho en su discurso de “anti-obrero”, es decir mezclando intencionadamente lo social y lo “nacional”.
Sin embargo y como ya se ha señalado, 1911, luego 1918, son años críticos en la violencia de las Ligas Patrióticas. En Antofagasta éstas comienzan sus acciones desde el primer año, dirigiendo su accionar por igual hacia bolivianos y peruanos. Pese a que el Estado chileno amaga declararlas fuera de la ley, las Ligas siguieron actuando en ésta y década siguiente con el beneplácito o pasividad oficial, prolongando sus ataques hacia lo peruano y boliviano, especialmente cuando se producían tensiones, particularmente con Perú y el complejo caso de Tacna y Arica que, al menos en dos oportunidades pudo provocar un nuevo conflicto armado y que sólo se llegará a zanjar con el Tratado de Lima de 1929.
En Antofagasta se cita el siguiente fragmento de un estudio de Carlos Fuentes, de Archivo Chile: “Las ligas fueron una mezcla de nacionalismo militante y tradicionalismo. En 1919, Belisario Salinas, presidente de la Liga Patriótica de Antofagasta, sostenía, por ejemplo, que era necesario "volver a los antiguos valores, a la época en que en el Chile viejo se imponían el talento, el carácter, la honradez y el trabajo". Achacaba al “corruptor oro peruano” las acciones del comunismo y del liberalismo. Celebraban efemérides patrióticas como, por ejemplo, el aniversario de la Batalla de Maipú y la Batalla de la Concepción, y la liga de Antofagasta -que tenía delegados en Chuquicamata, Calama y pueblos de la pampa- organizaba boicots contra todas las casas comerciales que emplearan personal peruano e impedía el desembarco de peruanos que llegaran a la ciudad”.
En un episodio especial se registra que la Colonia China de Antofagasta, desde 1912, cuando se constituye como república, efectúa en cada celebración de su fiesta nacional, realizaba donaciones a la Beneficencia Pública. Entre organizaciones como el Comité Municipal Pro Cesantes, Asilo de Ancianos, Hospital El Salvador, Asilo de Infancia, entre otros, se hallaba también... la Liga Patriótica de la ciudad (En “Cuando Oriente Llegó a América” (BID, 2003).
En sístesis, las Liga Patriótica de Antofagasta actuó y fue parte de la vida pública antofagastina, tanto de la ciudad como de la provincia. Es más, se extienden hasta Santiago y Valparaíso, se replican en Argentina; intervinieron en la lejana Magallania, siempre mediando la violencia y re-acusando de los problemas socio-económicos o políticos a los países con los que se estuvo en guerra, especialmente al Perú.
Sobre mi opinión sobre el rechazo de parte de los nortinos, a la inmigración de colombianos, y si esto, a su juicio, tiene que ver con los antecedentes del proceso de chilenización que vivió el norte:
Los recambios poblacionales, con tanta inmigración interna y externa hacen que territorios como Antofagasta tengan una población heterogénea, en el cual no deberían quedar rasabios de estas viejas y obsoletas formas como las “ligas patrióticas”. Debemos entonces mirar a la educación, cuál fue y sigue siendo su rol, cuanto preparar a las nuevas generaciones para tener miradas más amplias, menos etnocentristas y más tolerantes. Y en ésto, un rol no menos relevante de los medios de comunicación.
Explayándome más:
Desde el Estado, y con su principal medio que es la educación, se debe constituir una sociedad solidaria y participativa, no excluyente, en las cuales nadie es bueno o malo por su nacionalidad o etnicidad, sino por la naturaleza de sus actos, donde no deben caber las generalizaciones y sí las responsabilidades individuales de unos y otros.
También desde las instancias adecuadas, se debe mirar, analizar y definir las políticas migratorias del Estado chileno actualmente vigentes, cuánto se ha hecho por interiorizarlas, hacerlas parte de la Nación, porque una política de ese tipo no puede dejar sin respuestas los por qué y adoptar los resguardos que procedan. En ese sentido, el Estado debe cautelar porque los inmigrantes, como en el caso de los colombianos o de cualquier otro origen, sean realmente refugiados o personas que buscan cualificar su vida con esfuerzo y honradez, a los cuales se le brinden los respaldos necesarios para su instalación en el país, con mecanismos que permitan su seguimiento, en cuanto a la mejor adaptación y desenvolvimiento, con la adecuada inserción laboral. A la vez se deben fortalecer en las zonas de frontera, como punto de convergencia de esta y otras emigraciones, los controles para evitar los ingresos clandestinos y actuar con sistematicidad y los medios legales ante quienes transgreden, indistintamente su procedencia o residencia.
Finalmente, los inmigrantes en general deben revisar sus mecanismos de adaptación, de incorporación, de cómo insertarse favorablemente desde la perspectiva social en el país, la ciudad que les recibe y brinda la posibilidad de iniciar una nueva vida, de forma tal que se hagan parte de ésta, en la mayor y mejor armonía, brindando lo mejor, como en la historia ha acontecido en este norte que siempre fue un crisol de nacionalidades y que se construyó con el aporte de muchos, convergiendo y contribuyendo a la formación de la identidades regionales – locales.